Foto: Cory Weaver / San Francisco Opera
Ramón Jacques
La Ópera de San Francisco presentó Los Cuentos de
Hoffman de Offenbach en la versión de Jean Christoph Keck y Michael Kaye que restituye a la obra su origen de opéra-comique, alternando arias con diálogos y que incorpora arias y
duetos que son indispensables para la coherencia dramática de la historia. Se estrenó la producción de Laurent Pelly, coproducida con el Liceu
de Barcelona (donde fue estrenada el pasado mes de febrero) de elegantes
vestuarios y escenografias, inspiradas en las pinturas simbolistas del flamenco
Léon Spilliaert, que transmitieron la
idea de que Hoffmann se mueve indistintamente entre el mundo real con el de
sueños y su locura. El tenor Mathew Polenzani estuvo sobresaliente,
cantando con una voz robusta de calida tonalidad y clara dicción francesa. En
escena se movió con naturalidad y desenvoltura.
En la que probablemente haya sido su último compromiso estadounidense
después de anunciar recientemente su retiro, la soprano francesa Natalie Dessay personificó una delicada
y creíble Antonia. Su canto se escuchó brillante y cargado de sentimiento y
emoción. La soprano Hye Jung Hong
mostró virtuosismo vocal como Olympia y aportó su dosis gracia. Discreto estuvo
el bajo Christian Van Horn quien
interpretó a los villanos con voz profunda, pero con rigidez y poca presencia.
Muy bueno fue el desempeño de Angela
Brower como Niklausse /La
Musa , Simpática y desenvuelta escénicamente, aunque
vocalmente de voz tenue pero oscura; y correcta estuvo Irene Roberts como Giulietta con buenos
medios vocales. Como es costumbre, la orquesta, una de las fortalezas de este
teatro, demostró precisión y homogeneidad en cada una de sus secciones, bajo la
segura conducción de Patrick Fournillier.
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