Tuesday, March 11, 2014

Jonas Kaufmann es Werther en el Metropolitan de Nueva York

Foto: Ken Howard/Metropolitan Opera

Gustavo Gabriel Otero

Nueva York, 18/02/2014. Metropolitan Opera House. Lincoln Center for the Performing Arts. Jules Massenet: Werther. Ópera en cuatro actos. Libreto de Eduard Blau, Paul Milliet y Georges Hartmann, inspirado en la novela de Johann Wolfgang von Goethe. Gala Premiere. Nueva producción escénica. Richard Eyre, dirección escénica. Rob Howell, escenografía y vestuario. Sara Erde, coreografía. Wendall K. Harrington, proyecciones. Peter Mumfordf, iluminación. Jonas Kaufmann (Werther), Sophie Koch (Charlotte), David Bizic (Albert), Lisette Oropesa (Sophie), Jonathan Summers (Le Bailli), Tony Stevenson (Schmidt), Philip Cokorinos (Johann), Maya Lahyani (Katchen), Christopher Job (Bruhlmann). Richard Hausman, Helena Abbott, Seth Ewing-Crystal, Kiki Porter, Daniel Katzman y Thomas White (los niños). Orquesta Estable del Metropolitan Opera. Dirección Musical: Alain Altinoglu.

El Metropolitan Opera de Nueva York presentó una nueva producción escénica de Werther firmada por Richard Eyre que contiene pequeñas modernizaciones. Se nota el camino lento pero inexorable que trazó Peter Gelb para los aspectos visuales de la ópera en esta emblemática sala. Para protagonizarla se recurrió al que es hoy quizás el mejor intérprete de la ópera de Massenet: Jonas Kaufmann. A su lado brilló como Charlote la mezzosoprano francesa Sophie KochEn la nueva producción del Met, Richard Eyre recurre particularmente en el primer acto al vídeo, creado por Wendall K. Harrington, para completar datos que están dispersos por el texto. El Preludio comienza con el proscenio enmarcado como una tarjeta de Navidad, a continuación, se muestra la muerte de la madre de Charlotte, el cortejo fúnebre hasta el cementerio, y el paso de las estaciones para llegar al verano donde comienza la tragedia. En el interludio de ese acto el jardín de la casa de Charlotte se transforma en un salón de baile para que podamos verla a ella y Werther bailar el vals, juntos en la fiesta, para volver luego al mismo jardín. Pájaros, follaje, árboles mecidos por el viento, las cartas de Werther con una caligrafía torturada y nuevamente la tarjeta navideña, se nos van mostrando en otros momentos de la obra. La escenografía de Rob Howell recurre a una serie de arcos rectangulares para enmarcar la acción. En algunos momentos los arcos están torcidos –quizás para indicar que las cosas no están del todo bien- y en otros guardan perfecta escuadra queriendo mostrar el falso orden burgués de la casa de Albert y Charlotte. La naturaleza domina la sugerida casa de la familia de Charlotte y Sophie, en el segundo acto se puede ver la plaza de Wetzlar, la campiña y en un segundo plano el oficio religioso que se está celebrando en esos momentos, el tercer acto se ambienta en una habitación con bibliotecas enormes y varios sillones. En el último, el pequeño cuarto de Werther avanza desde el final del escenario hacia el proscenio y dentro de la habitación de la casa de Albert del tercero y queda como colgado en ella, en un recurso muy similar a la puesta de Benoît Jacquot, para el Covent Garden y la Ópera de París. La ambientación parece estar anclada entre 1890 y 1910 aproximadamente. El vestuario, también de Howell, luce de buen diseño y factura y es particularmente destacable que Charlotte luzca magnífica con su traje de gala para ir a la fiesta mencionada en el primer acto. Por otra parte Werther siempre está vestido igual con un largo abrigo oscuro que parece ser de una época anterior al vestuario del resto de los personajes, quizás indicando la condición del protagonista que está fuera de las convenciones, planteos o intereses de los demás. Richard Eyre convence por el buen trabajo de marcación de los actores y por algunos hallazgos como hacer que cuando llega Albert en el primer acto esté usando un uniforme militar, lo que proporciona alguna explicación a su ausencia de seis meses y es coherente con la inflexibilidad del personaje; en el tercero Charlotte intenta quemar las cartas en una salamandra del costado izquierdo del escenario pero no puede; o que podamos ver en el interludio entre el tercero y el cuarto la angustia de Charlotte antes de decidirse a salir a buscar a Werther, a la par que vemos a Werther que traba la puerta de su cuarto, escribe cartas de despedida, intenta suicidarse con un tiro en la cabeza y no puede y lo intenta nuevamente en el corazón sentado en su cama y escuchamos el tiro y vemos manar la sangre que hasta salpica las paredes. Para la polémica queda el último minuto de la puesta firmada por Eyre, en el cual Charlotte termina con el arma que utilizó Werther junto a su cabeza con un posible intento de suicidio. Correcta la coreografía del visualizado baile del primer acto de Sara Erde y adecuada la iluminación de Peter MumfordEl maestro francés Alain Altinoglu condujo con pericia, sutileza y conocimiento del estilo a la orquesta del Met logrando una versión fina, equilibrada, pasional y romántica de la partitura de Massenet con buen balance entre el foso y la escena y lucimiento de todas las secciones. Se puede decir que Jonas Kaufmann no interpreta a Werther sino que en el escenario es Werther. Kaufmann es un artista inteligente, seguro, estudioso, compenetrado, de excelente línea de canto y preciso estilísticamente. Si se lo compara con su interpretación de París -accesible en DVD- se ve que a continuado en el estudio del personaje; su interpretación es diferente, quizás más intensa y con mayores sutilezas, refinamientos e inflexiones. Es notable cómo logra dar a cada compás el sentido perfecto con un francés muy pulido y cómo hace para pasar de frases sutiles y casi susurradas a otras con canto pleno. 
Su bello color baritonal, dentro de un registro claramente tenoril, es un plus en su prestación vocal. Sus medias voces son fantásticas y crece en algunas frases hasta lograr una intensidad arrolladora con su poderoso órgano vocal. Vemos a Kafmann cómo un joven extasiado por la naturaleza y el amor naciente en el primer acto, para dar paso luego a un personaje torturado, angustiado y oscuro. En el tercero su sanidad mental ya no existe y su llegada, pálido y estático a la casa de Albert y Charlote es impresionante. La escena de la muerte es cantada con un hilo de voz con frases conmovedoras. Sophie Koch no se quedó atrás en el nivel de excelencia con su Charlotte. Su color vocal es bello, su registro homogéneo, su francés inmaculado y su actuación exquisita. Fue notable la interacción que logra con Kaufmann en los dos primeros actos cuando se debate entre el amor y el deber. Su gran escena del tercero sorprendió por su calidad, emoción y compenetración. Mientras que en todo el final fue memorable. En el antipático rol de Albert el bajo serbio David Bizic mostró una voz potente y bien trabajada, mientras que Lisette Oropesa fue una encantadora Sophie de agudo brillante y fraseo radiante. Con voz un poco gastada Jonathan Summers compuso al magistrado padre de Charlotte, ejemplo del cuidado que pone el Met en la elección de los comprimarios fueron Tony Stevenson y Philip Cokorinos, Schmidt y Johann de altísima calidad, y muy correcto el resto del elenco. El próximo sábado 15 de marzo a las 13 (hora de Nueva York) la obra se trasmite a más de sesenta países del mundo en vídeo y audio de alta definición en vivo y en directo: IMPERDIBLE.


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