Gustavo Gabriel Otero
Nueva York,
18/02/2014. Metropolitan Opera House. Lincoln Center for the Performing Arts. Jules
Massenet: Werther. Ópera en cuatro
actos. Libreto de Eduard Blau, Paul Milliet y Georges Hartmann, inspirado en la
novela de Johann Wolfgang von Goethe. Gala Premiere. Nueva producción escénica. Richard
Eyre, dirección escénica. Rob Howell, escenografía y vestuario. Sara Erde,
coreografía. Wendall K. Harrington, proyecciones. Peter Mumfordf, iluminación. Jonas Kaufmann (Werther), Sophie
Koch (Charlotte), David Bizic (Albert), Lisette Oropesa (Sophie), Jonathan
Summers (Le Bailli), Tony Stevenson (Schmidt), Philip Cokorinos (Johann), Maya
Lahyani (Katchen), Christopher Job (Bruhlmann). Richard Hausman, Helena Abbott,
Seth Ewing-Crystal, Kiki Porter, Daniel Katzman y Thomas White (los niños). Orquesta
Estable del Metropolitan Opera. Dirección Musical: Alain Altinoglu.
El Metropolitan Opera de Nueva
York presentó una nueva producción escénica de Werther firmada por Richard Eyre que contiene pequeñas modernizaciones.
Se nota el camino lento pero inexorable que trazó Peter Gelb para los aspectos
visuales de la ópera en esta emblemática sala. Para protagonizarla se recurrió
al que es hoy quizás el mejor intérprete de la ópera de Massenet: Jonas Kaufmann. A su lado brilló como
Charlote la mezzosoprano francesa Sophie
Koch. En la nueva producción del Met,
Richard Eyre recurre particularmente en el primer acto al vídeo, creado por Wendall K. Harrington, para completar
datos que están dispersos por el texto. El Preludio comienza con el proscenio
enmarcado como una tarjeta de Navidad, a continuación, se muestra la muerte de
la madre de Charlotte, el cortejo fúnebre hasta el cementerio, y el paso de las
estaciones para llegar al verano donde comienza la tragedia. En el interludio
de ese acto el jardín de la casa de Charlotte se transforma en un salón de
baile para que podamos verla a ella y Werther bailar el vals, juntos en la
fiesta, para volver luego al mismo jardín. Pájaros, follaje, árboles mecidos
por el viento, las cartas de Werther con una caligrafía torturada y nuevamente
la tarjeta navideña, se nos van mostrando en otros momentos de la obra. La escenografía de Rob Howell recurre a
una serie de arcos rectangulares para enmarcar la acción. En algunos momentos
los arcos están torcidos –quizás para indicar que las cosas no están del todo
bien- y en otros guardan perfecta escuadra queriendo mostrar el falso orden
burgués de la casa de Albert y Charlotte. La naturaleza domina la sugerida casa
de la familia de Charlotte y Sophie, en el segundo acto se puede ver la plaza
de Wetzlar, la campiña y en un segundo plano el oficio religioso que se está
celebrando en esos momentos, el tercer acto se ambienta en una habitación con
bibliotecas enormes y varios sillones. En el último, el pequeño cuarto de
Werther avanza desde el final del escenario hacia el proscenio y dentro de la
habitación de la casa de Albert del tercero y queda como colgado en ella, en un
recurso muy similar a la puesta de Benoît Jacquot, para el Covent Garden y la
Ópera de París. La ambientación parece estar anclada entre 1890 y 1910
aproximadamente. El vestuario, también de Howell,
luce de buen diseño y factura y es particularmente destacable que Charlotte
luzca magnífica con su traje de gala para ir a la fiesta mencionada en el
primer acto. Por otra parte Werther siempre está vestido igual con un largo
abrigo oscuro que parece ser de una época anterior al vestuario del resto de
los personajes, quizás indicando la condición del protagonista que está fuera
de las convenciones, planteos o intereses de los demás. Richard Eyre convence
por el buen trabajo de marcación de los actores y por algunos hallazgos como
hacer que cuando
llega Albert en el primer acto esté usando un uniforme militar, lo que
proporciona alguna explicación a su ausencia de seis meses y es coherente con
la inflexibilidad del personaje; en el tercero Charlotte intenta quemar las
cartas en una salamandra del costado izquierdo del escenario pero no puede; o
que podamos ver en el interludio entre el tercero y el cuarto la angustia de
Charlotte antes de decidirse a salir a buscar a Werther, a la par que vemos a
Werther que traba la puerta de su cuarto, escribe cartas de despedida, intenta
suicidarse con un tiro en la cabeza y no puede y lo intenta nuevamente en el
corazón sentado en su cama y escuchamos el tiro y vemos manar la sangre que
hasta salpica las paredes. Para la polémica queda el
último minuto de la puesta firmada por Eyre, en el cual Charlotte termina con
el arma que utilizó Werther junto a su cabeza con un posible intento de
suicidio. Correcta la coreografía del visualizado baile del primer acto de Sara Erde y adecuada la iluminación de Peter Mumford. El
maestro francés Alain Altinoglu condujo
con pericia, sutileza y conocimiento del estilo a la orquesta del Met logrando
una versión fina, equilibrada, pasional y romántica de la partitura de Massenet
con buen balance entre el foso y la escena y lucimiento de todas las secciones. Se
puede decir que Jonas Kaufmann no
interpreta a Werther sino que en el escenario es Werther. Kaufmann es un
artista inteligente, seguro, estudioso, compenetrado, de excelente línea de
canto y preciso estilísticamente. Si se lo compara con su interpretación de París
-accesible en DVD- se ve que a continuado en el estudio del personaje; su
interpretación es diferente, quizás más intensa y con mayores sutilezas,
refinamientos e inflexiones. Es
notable cómo logra dar a cada compás el sentido perfecto con un francés muy
pulido y cómo hace para pasar de frases sutiles y casi susurradas a otras con
canto pleno.
Su bello color baritonal, dentro de un registro claramente
tenoril, es un plus en su prestación vocal. Sus medias voces son fantásticas y
crece en algunas frases hasta lograr una intensidad arrolladora con su poderoso
órgano vocal. Vemos a Kafmann cómo un joven extasiado por la naturaleza y el
amor naciente en el primer acto, para dar paso luego a un personaje torturado,
angustiado y oscuro. En el tercero su sanidad mental ya no existe y su llegada,
pálido y estático a la casa de Albert y Charlote es impresionante. La escena de
la muerte es cantada con un hilo de voz con frases conmovedoras. Sophie Koch no se quedó
atrás en el nivel de excelencia con su Charlotte. Su color vocal es bello, su
registro homogéneo, su francés inmaculado y su actuación exquisita. Fue notable
la interacción que logra con Kaufmann en los dos primeros actos cuando se
debate entre el amor y el deber. Su gran escena del tercero sorprendió por su
calidad, emoción y compenetración. Mientras que en todo el final fue memorable. En
el antipático rol de Albert el bajo
serbio David Bizic mostró una voz
potente y bien trabajada, mientras que Lisette
Oropesa fue una encantadora Sophie de agudo brillante y fraseo radiante. Con voz un poco gastada Jonathan Summers compuso al magistrado
padre de Charlotte, ejemplo del cuidado que pone el Met en la elección de los
comprimarios fueron Tony Stevenson y
Philip Cokorinos, Schmidt y Johann de altísima calidad,
y muy correcto el resto del elenco. El próximo sábado 15 de marzo
a las 13 (hora de Nueva York) la obra se trasmite a más de sesenta países del
mundo en vídeo y audio de alta definición en vivo y en directo: IMPERDIBLE.
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