Foto: Teatro Real de Madrid
Murió Gerard Mortier a los 70 años. El pasado verano, le diagnosticaron un cáncer de pancreas y su enfermedad coincidió con su relevo al frente del Teatro Real con el que tenía contrato hasta 2016. Las fuertes discrepancias provocadas durante sus tres años al frente del coliseo madrileño con parte del público y algunas instituciones, extinguieron una posible renovación y el anuncio de su enfermedad la necesidad de adelantar el proceso de selección de su sucesor. El resultado fue el nombramiento de Joan Matabosch como nuevo director artístico, pero el director belga fue nombrado consejero artistico. Entre los logros alcanzados en el Teatro Real consiguió que el coliseo madrileño apareciera en la prensa internacional gracias a sus estrenos de «El americano perfecto», el fichaje de Michael Haneke para el «Così fan tutte» (coincidiendo con el éxito de su película «Amor») o la adaptación operística de la oscarizada «Brokeback Mountain». Reunió a figuras como Bob Wilson, Marina Abramovic, el actor Willem Dafoe y la voz de Antony Hagerty, en un espectáculo fuera de las convenciones de la ópera, que tanto le gustaba transgredir, «Vida y muerte de Marina Abramovic». Pero no todos sus experimentos tuvieron la misma fortuna como «C(h)oeurs», los montajes de Tcherniakok, incluso la discutida «Alceste», dirigida por Warlikovski etc.
Su primer trabajo en el mundo operístico fue como asistente del director del Festival de Flandes. De 1973 a 1980 colaboró como director artístico del director de orquesta Christoph von Dhonanyi en Dusseldorf, Frankfurt y Hamburgo Alemania. Después fue llamado por Rolf Liebermann y Hugues Gall para colaborar en la Ópera de París. En 1981 fue nombrado director del Teatro Real de la Monnaie (Bruselas), y convirtió la capital belga en un referente del arte lírico en Europa. Entre 1988 y 1989 intervino en la preparación del proyecto de la Ópera de la Bastilla en París y, en 1991, se hizo cargo de la dirección del Festival de Salzburgo, cargo en el que sucedió a Herbert von Karajan. Su gestión al frente del festival de la ciudad austríaca se distinguió por la renovación de la programación, la búsqueda de nuevas audiencias y la modernización del Festival.
Después el Gobierno de la región alemana de Renania del Norte-Westfalia le ofreció en 2001 crear y dirigir en la región del Ruhr el festival «Ruhr-Triennale 2002-2004». Durante este periodo nació uno de sus montajes más emblemáticos, «San Francisco de Asis», obra que se vio en su primera temporada en el Madrid. Ese último año fue nombrado director de la Ópera de París, de la que era director delegado desde diciembre de 2001.
La Ópera de la Ciudad de Nueva York lo contrato, pero esta aventura se vio frustrada tras renunciar a dirigir este teatro en 2008 por los recortes en gastos de la institución. Un momento que coincidió con la búsqueda por parte de un nuevo director artístico en el Teatro Real, tras la no renovación de Antonio Moral, El puesto recayó en el director belga que se incorporó al coliseo madrileño de manera oficial en 2010.
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