Foto: Todd Rosenberg
Ramón Jacques
Son pocas las
oportunidades que se tienen para escuchar y ver en escena esta maravillosa obra
de Massenet, que desde su creación ha sido inexplicablemente olvidada. Incluso
en los teatros de Francia, país natal del compositor, son escasas las funciones
que se han programado de ella en los últimos años. A raíz del 2006 cuando se estrenó
en la ópera de Santa Fe el montaje de Laurent
Pelly, y se convirtió en referencia, importantes teatros de ópera, aunque
no los suficientes, han incluido el título en sus temporadas; y es así como Cendrillon llegó por primera vez al
escenario de la ópera lírica de Chicago. Descrita por el compositor como ‘un cuento de hadas en cuatro actos’, fue
precisamente el punto en el que Pelly se basó para captar la magia y la fantasía,
y plasmarla en su concepción escénica (los vestuarios fueron ideados por el
propio director y las escenografías diseñadas por su colaboradora Barbara de Limburg). Visualmente el concepto
es atractivo, moderno, y gracias a una brillante iluminación y elegantes
vestuarios, la historia transcurre frente al espectador con la fluidez y la fascinación
con la que se leería un cuento de princesas.
El papel de Lucette/ Cendrillon
fue interpretado por Siobhan Stagg,
soprano australiana con extenso curriculum, aunque desconocida hasta hoy en Norteamérica,
quien evidenció una grata coloración vocal, con amplios matices, muy adaptada
al estilo que requiere su papel, dramático y alegre; y ofreció una convincente actuación
plena de simpatía. La mezzosoprano Alice
Coote, con amplia experiencia personificando en otros teatros el papel del Príncipe, agradó por la facilidad con la
que se desenvolvió en su actuación, y por su voz oscura, dúctil e infalible. Marie Eve-Munger tuvo un buen desempeño
como la Hada madrina, mostrando buen
porte escénico, aunque su cantó careció de la explosividad esperada de una
soprano coloratura. El papel de Madame de la Haltière, la madrastra, le correspondió a Elizabeth Bishop quien actuó con justa comicidad
y adecuado desempeño vocal. Al bajo Derek
Walton, como Pandolfe padre de Cendrillon, se le escuchó una voz
amplia y robusta, pero en escena se notó desconectado. Correctas las hermanastras
Emily Pogorelc (Noémie) y Keyleigh Decker (Dorothée). Buen
trabajo del resto de los cantantes en papeles menores y del coro en sus intervenciones.
Musicalmente se pudo disfrutar de la suntuosa y vivaz orquestación de Massenet,
con sus extensos ballets, gracias a
una uniforme agrupación musical dirigida en esta ocasión por Francesco Milioto.
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