Saturday, March 9, 2019

La Cenerentola en el Teatro alla Scala de Milán


Foto: Brescia&Amisano

Massimo Viazzo

A cinco años de la muerte de Claudio Abbado, la Scala decidió recordarlo recuperando uno de sus espectáculos más célebres. Así, como tercera ópera de la temporada se puso en escena La Cenerentola de Rossini con la histórica producción de Jean-Pierre Ponnelle. Han pasado mas de cuarenta años desde que Ponnelle y Abbado revolucionaron la manera de entender la música rossiniana, toda construida sobre una geometría perfecta, con elementos de relojería, listos para crear situaciones de marionetas como también surrealistas. Se trataba del inicio de un “Rossini Renaissance” del que no se podía dar marcha atrás, y desde entonces el espectáculo de Ponnelle (cuyo estreno absoluto no fue en Milán sino en el Maggio Musicale Fiorentino) fue prácticamente saqueado por todos los directores de escena, con la consecuencia de que muchas situaciones escénicas se convirtieron tan familiares que fueron perdiendo poco a poco su arrebatadora fuerza. De cualquier manera, La Cenerentola de Ponnelle permanece como piedra angular del teatro rossiniano y esta nueva reposición, encargada a Grischa Asagaroff, ha confirmado su importancia histórica. La dirección orquestal fue de Ottavio Dantone quien encontró particularidades interesantes en la partitura, aunque por momentos pareció estar más atento al detalle que a su misma estructura en conjunto Marianne Crebassa, como la protagonista Angelina, gustó por la belleza de su timbre bronceado, la precisión de la coloratura, y la melancolía que supo infundir a las partes más intimas. Le faltó quizás un poco de electricidad en la ejecución del vertiginoso virtuosismo rossiniano. A pesar de una disminución en la voz anunciada desde el inicio, Maxim Mironov, dotó de elegancia y gracia al canto del príncipe Ramiro, aun con un volumen reducido. Carlos Chausson interpretó un Don Magnifico cargado un poco por aquí y por allá en sus intenciones, pero siempre bien cantado con voz segura y timbrada. Divertido estuvo el Dandini de Nicola Alaimo a sus anchas en cada situación vocal y escénica. Respetable el desempeño de Erwin Schrott como Alidoro. Como las hermanastras, ambas alumnas de la Accademia del Teatro alla Scala, Anna-Doris Capitelli fue una apreciable Tisbe, mientras que Tsisana Giorgadze interpretó a Clorinda de un modo algo caricaturesco, con una línea de canto que por momentos se confundía con el parlato.  El coro siempre en gran forma con mucho éxito al final.

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