Fotos: Lynn Lane
Lorena J. Rosas
La Gran ópera de Houston representó por
primera vez en la historia de la compañía, y en el escenario de su majestuoso
teatro Wortham Theatre, La Favorite de Donizetti en la versión francesa
de la obra. Uno de los atractivos de
este proyecto era sin dudas que la conducción musical correría a cargo del célebre
director musical francés Christophe Rousset, especializado en música barroca
y que recientemente comenzó a expandir su repertorio hacia obras belcantistas y
del repertorio francés, como una versión
inédita de Faust de Gounoud que dirigió recientemente en Paris; que inesperada
e inexplicablemente se se retiro de la producción y su lugar fue ocupado por Patrick
Summers, director musical de la compañía. El elenco contó con la presencia de dos artistas
de primer orden como la mezzosoprano Jamie Barton, una artista considerada
de casa, ya fue parte del estudio del teatro y hoy lleva a cabo una respetable
carrera, quien demostró el desarrollo, la solidez y el cuerpo que ha adquirido
su voz, con buena proyección y ágil en su toque belcantista. Se trata de una
artista capaz de imprimir sentimiento, expresividad y clase a su canto, y que
fue convincente desde el punto de vista actoral. El papel de Fernand le fue confiado al tenor Lawrence
Brownlee, un artista que ha dejado una huella imborrable en este teatro,
con papeles de óperas de Rossini y Mozart que ha cantado en temporadas pasadas.
Se trata de un seguro y experimentado interprete de este repertorio, muy
elegante en el fraseo, que se apoya en una colorida tonalidad vocal que cautiva
y seduce. Como Alphonse XI, el barítono sudafricano
Jacques Imbrailo mostró autoridad vocal y actoral, un poco sobreactuado
por momentos, pero al final un artista que entendió y cumplió con su papel. Por su parte, el bajo argentino Federico de
MIchelis cantó con opulentos medios vocales y recreó un déspota Balthazar, verosímil
y convincente. La soprano Elena Villalón fue una agraciada y hermosa Inez,
que mostró ímpetu y potencial para ascender a papeles de mayor importancia en el
futuro. Completo el elenco el tenor Christopher Bozeka muy correcto en
la figura de Don Gaspard. En el podio,
Patrick Summers dirigió con agilidad y presteza a una orquesta que se escuchó comprometida,
y envuelta en la música que se escuchó ligera y fluida, y fue un acompañamiento
ideal para las voces. No se quedó atrás el coro que agradó por su trabajo y
uniformidad en sus intervenciones. Al
ultimo queda el trabajo escénico de Kevin Newbury, que palideció en el
marco de las escenografías de Victoria Tzykun, de diseño sobrio, oscuro
y lúgubre, que resultó no ser completamente ideal para el desarrollo de la
trama, que situó en una España medieval en especie de cuento, con imágenes de monasterios
y bosques que no cumplieron su cometido; como tampoco ayudaron los grisáceos
vestuarios de Jessica Jahn y la tenue iluminación de DM Wood. Esta Favorite
dejó muchas satisfacciones musicales y vocales, y es al final de lo que se acordara
el público aquí presente.
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