Wednesday, March 16, 2022

Dama de Picas de Tchaikovsky en el Teatro alla Scala

Foto: Brescia & Amisano

Massimo Viazzo

En este nuevo montaje de Dama de Picas, obra maestra total de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, el director de escena Matthias Hartmann pensó en fijar la atención sobre un personaje al que libreto alude solamente, pero que es el verdadero propulsor mágico de la trama, ese es el Conde de Saint-Germain, el escurridizo alquimista aventurero, ¿mago o fanfarrón?  Que vivió en la corte de Francia en el siglo dieciocho y que fuera citado por Pushkin en la novela de la cual tomó su inspiración la trama de la ópera del compositor ruso, por ser el quien le revela a la Condesa el secreto de las tres cartas. Siempre presente en escena, naturalmente mudo, siguió los eventos de cerca casi plasmándolos o dirigiéndolos hacia el trágico final. Sin dudas, una idea original, pero el espectáculo visualmente resultó, sumando todas sus partes, anónimo y poco convincente. El primer cuadro ambientado en el ‘jardín de invierno’ en primavera, por ejemplo, se vio con instalaciones luminosas de forma geométrica, un poco deslucidas. En cuanto se refiere a la conducción musical, Timur Zangiev, sustituto de Valeri Gergiev (separado del teatro por la conocida y dramática situación bélica) que se había encargado de concertar la partitura durante los ensayos, dio lo mejor de sí, pero el resultado pareció no estar a la altura, tanto por las obvias dificultades, como para lograr crear una tensión dramática-teatral, como para encontrar los justos equilibrios en los timbres entre las sesiones orquestales. Mejor estuvo el elenco, dominado por la gentil Liza de Asmik Grigorian. La soprano lituana con la brillantez de su timbre, su musicalidad, y su notable carisma escénico, personificó una Liza enamorada, ansiosa, lírica y seductora en el canto.  ¡En verdad que es una gran artista! A su lado estuvo el voluntarioso y fanático Hermann de Najmiddin Mavlyanov. El tenor de uzbeko dejo en evidencia una voz robusta, por momentos un poco metálica y no carente de esfuerzos, pero en general resistente, dando vida a un personaje en términos generales creíble. Julia Gerstieva encontró en la Condesa acentos de mudo terror con una presencia escénica menos desbordante, de la que la tradición nos ha acostumbrado.  El Tomskij de Roman Burdenko impresionó por la elasticidad y la proyección vocal, la seguridad y rotundidad en la emisión; mientras que elegante se vio el Principe Eleckij de Alexey Markov, con timbre rico y noble. Optimas se vieron los dos intrigantes conspiradores, el experto Evgenij Akimov (Cekalinskij) y Alexei Botbarciuc (Surin). En los papeles femeninos de acompañamiento agradó sobretodo Maria Nazarova, quien dio vida a dos papeles, el de Maša y el de Prilepa. El Coro del Teatro alla Scala fue dirigido por Alberto Malazzi con su acostumbrada bravura.



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