Foto Andrea Ranzi/ Studio Casaluci
Roberta Pedrotti
Aunque se ofreció con las disposiciones rituales impuestas por el covid, Il signor Bruschino fue considerado el verano pasado como el espectáculo más equilibrado y globalmente exitoso del Festival de Ópera Rossini 2021. Ahora, volviendo al uso antiguo, cuando la orquesta boloñesa aún veraneaba en Pesaro, después de unos meses la producción llegó al Comunale de Bolonia y por fin se sintió cómoda con los instrumentos en el foso y el público en la platea. La puesta en escena de Barbe & Doucet aquí repuesta por Luca Baracchini, con Michele Spotti que se mantuvo en el podio, y del elenco repitiron: Giorgio Caoduro como Gaudenzio, Manuel Amati como el hijo de Bruschino, Gianluca Margheri como Filiberto y Enrico Iviglia como el comisario. Las expectativas se cumplieron, aunque no se puede hablar de una reposición exactamente igual porque, a pesar de los diferentes espacios, esa es la naturaleza del teatro: nunca se puede repetir lo mismo. El trabajo de los directores, escenógrafos y figurinistas franco-canadienses sigue siendo ágil, claro, bien pensado, aunque esta reposición, comparada con la edición original fue un poco mecánica, menos minuciosa y espontánea en las caracterizaciones. Por su parte, y por primera ocasión frente a las agrupaciones del Comunale, Michele Spotti, reafirmó no solo su talento, sino también su madurez, la confianza en conducir la obra con una actitud agradable y fluida, con momentos alegres, no frenéticos o extasiados, y nunca sdilinquiti, y una minuciosa búsqueda de contrastes dinámicos. Giorgio Caoduro volvió a ser un excelente Gaudenzio, no el estereotipo del guardián un poco brusco, pero de buen corazón, sino un hombre honesto, cariñoso, sujeto también al mismo orgullo y tacañería que le reprocha a su vecino. Gianluca Margheri continuó desempeñándose en el papel del posadero, y Enrico Iviglia personificó bien su papel, mientras que Manuel Amati labró un cameo cada vez más refinado como un temerario más borracho que arrepentido. Entre los nuevos llegados destacó Simone Alberghini, quien en el papel principal estuvo muy acertada,y fue la otra cara de la moneda de Gaudenzio: el impagable cascarrabias umarell (observador de construcciones jubilado) quien una vez que había entendido el engaño, logró convertirse en un ayudante benéfico para los amantes. Hasmik Torosyan tuvo mucho éxito como Sofía, que afrontó con la confianza de quienes se formaron en la Academia Rossini de Pesaro, aunque se tiene la sensación de que el desarrollo de la voz la esta llevando, con un centro más lleno y matizado, hacia otros puertos. Menos enfocado estuvo el Florville de Pierluigi D'Aloia, todavía con una vocalidad un poco inmadura y no siempre controlada en el vibrato, y Francesca Cucuzza fue una Marianna de voz penetrante. Parece increíble, pero Il signor Bruschino no se había visto en el Comunale desde hace veintiséis años (aunque se trató de una colaboración con el conservatorio: así que hay que remontarse hasta 1988 para recordar algunas funciones, coproducidas con Pesaro, de cierta relevancia). Por supuesto, que una farsa de noventa minutos lucha por "hacer una verdadera velada", como se dice, pero Rossini nunca debe faltar, y en la sala se respiró una atmósfera de descubrimiento: la de un público atento que se fue metiendo poco a poco, hasta que finalmente se escucharon aplausos muy cálidos.
Reseña
en italiano en el sitio L’Apemusicale.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.