Foto: Christian Dresse
Ramón Jacques
La Ópera
de Marsella es otro de los importantes teatros franceses del sur del país, que programa
anualmente atractivos e interesantes títulos, incluyendo infaliblemente obras
de compositores franceses, poco representadas, otras olvidadas, e incluso algunas
de ellas desconocidas fuera de Francia, como: L'Africaine de Giacomo
Meyerbeer (1791-1864), con la que inició la temporada en curso, y Les
Huguenots del propio compositor; además de Véronique de André Messager
(1853-1929), Les cloches de Corneville de Jean Robert Planquette
(1848-1903), Le Reine de Saba y Mireille de Charles Gounod (1818-1893),
Le Roi d’Ys de Édouard Lalo, La fille de Madame Angot de Charles Lecocq
(1832-1918), La Chartreuse de Parme de Henri Sauget (1901-1989) y Cléopâtre
de Jules Massenet (1842-1912) por mencionar algunos ejemplos de la
abundancia de títulos del repertorio
francés vistos en este escenario en temporadas recientes. En esta ocasión, se programó también Don
Chichotte, ópera o comédie héroïque en cinco actos de Jules
Massenet, con libreto en francés de Henri Cain, que en el momento de su estreno,
el 24 de febrero de 1910, en la Opera de Monte Carlo, el compositor, que gozaba
ya de reconocimiento mundial por ser el autor de: Manon, Le Cid y Werther, tenía
un contrato para componer y estrenar cinco operas en el teatro monegasco, la última
de las cuales fue precisamente la ópera inspirada en la obra de Miguel de
Cervantes. Curiosamente el estreno
francés de Don Quichotte se llevó a cabo en Marsella, el 17 de diciembre de
1910, y aunque es un título que no se programa a menudo, cautiva, y su
personaje principal está estrechamente ligado al nombre de cantantes como:
Boris Christoff, Nicolai Ghiaurov, Ruggero Raimondi, Samuel Ramey y José Van
Dam, y en tiempos recientes al de Ferruccio Furlanetto, quien lo cantó en San
Diego en el 2009, donde pude escuchar la ópera por primera vez, y en Chicago en
el 2016, entre otras ciudades europeas. En esta ocasión la obra fue montada con
la concepción escénica de Louis Désiré, marsellés de nacimiento, con la
sencilla pero eficaz propuesta y vestuarios de Diego Méndez Casariego y
la iluminación de Patrick Méeüs, coproducida con la Opéra de
Tours y la Opéra de Saint-Etienne donde fue estrenada el espectáculo en
enero del 2020. La acción ocurre en un
escenario semi vacío, con un enorme telón blanco al fondo que en ocasiones servía
para cubrir al coro o y en otras como pantalla donde se proyectaban escenas alusivas
al personaje, un bosque e intensos colores, y sobre el escenario una pequeña
estatua de don quijote, junto a una cama donde yacía un moribundo Don Quijote, que
podría ser un hospital o en un manicomio, con el personaje vestido con un
camisón blanco y su chaqueta militar y cuatro personajes maquillados de blanco
de la cintura a la cabeza y con pantalones negros que merodeaban alrededor de
su cama con movimientos lentos y pausados, como si se trataran de fantasmas o de
la muerte que lo acechaba. En un ambiente sombrío y lugubre. La historia transcurre en la imaginación del
caballero de la Mancha quien, mezclando su realidad vivida, con sus recuerdos
pasados y su desmedida imaginación transporta al público hacia un caótico universo
onírico que resultó ser artísticamente dramático e inquietante. El bajo Nicolas
Courjal ofreció una intensa personificación del delirante e ilusorio
personaje, y convenció con su entrega en los momentos de locura que le requirió
el papel en la puesta, como en el lado humano y frágil que también mostró.
Courjal es un artista muy completo ya que además cantó con precisión, y su voz
plena de sentimiento, sentido y profundidad. A su lado estuvo en todo momento el personaje
de Sancho, su fiel escudero, que aquí asumió la parte del amigo fiel que lo
cuida con afecto y celo a lo largo de la obra y hasta su último suspiro. Aquí
fue cantado y actuado de manera esplendida por el experimentado barítono Marc
Barrard. Como Dulcinea la mezzosoprano Héloïse Mas cantó con
claridad, buena proyección y supo darle profundidad y dulzura a su desempeño
vocal. En escena apareció con diferentes vestuarios, como su elegante vestido
en tonos ocre y negro, en esmoquin o con una sábana blanca con la que atravesó con
seducción y porte, frente a la visión de lujuria y locura de Don Quichotte para
finalmente expresarle con gentileza que ella no era la mujer para él. El coro vestido con esmóquines negros, bajo
la dirección de Florent Mayet, tuvo un aporte vocal destacado en sus
intervenciones, en sintonía con el ambiente de la puesta. El resto del elenco
lo complementaron con buen desempeño vocal y escénico el cuarteto de
cortesanos, en esta puesta representados como personajes odiosos y maliciosos, como
la soprano Laurence Janot en el papel de Pedro, la notoria mezzosoprano Marie
Kalinine como Garcias, el tenor Camille Tresmontant como Rodríguez,
y el barítono Frédéric Cornille como Juan. Los instrumentistas de la orquesta de la ópera
de Marsella que tocaron de manera uniforme se beneficiaron de la precisa y
eficaz conducción del maestro Gaspard Brécourt, quien supo extraer los
matices en los interludios casi zarzueleros contenidos en la musica de
Massenet, con el harpa tocando desde el primer palco de lado izquierdo y las
percusiones, platillos y castañuelas desde el palco del lado derecho.
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