Sunday, April 7, 2024

Otages en Lyon

Fotos: Jean-Louis Fernandez

Ramón Jacques

Se llevó a cabo, como parte del festival lirico de primavera que organiza la   Ópera de Lyon, el estreno absoluto de Otages (Rehenes) ópera en tres actos con música y libreto en francés del compositor francés Sebastián Rivas (1975), cuya creación se inspiró en la obra de teatro homónima de la novelista y compositora Nina Bourani (1967). La obra teatral fue presentada en Lyon en el 2019, con la dirección escénica de Richard Brunel, actual director artístico de la ópera de Lyon. Asimismo, en el 2020 Nina Bourani, escribió una novela con el mismo título, donde desarrolló e hizo una revisión de su obra teatral, donde enfatizó  que el destino del personaje principal nos recuerda asiduamente el caos que existe en el mundo  actual, en todos los sentidos – aunque ella se centró más en tema de relevancia actual en la sociedad- el de la creación de rehenes económicos, de amor, de relaciones y del trabajo, que se traducen en maltrato, explotación laboral e incluso abuso sexual – resumido en otras palabras: en la violencia contra las mujeres.  Fueron estos conceptos alentaron a Brunel a encargarle al compositor francés que desarrollará la composición de una nueva ópera para el acervo de estrenos de la Ópera de Lyon, como Germania de Alexander Raskatov, que en el 2018 presencié y reseñé. Realizada en formato de ópera de cámara, con un ensamble musical femenino compuesto por nueve instrumentistas, que tienen también una función vocal,  y la conducción musical de la directora musical argentina Rut Schereiner, las funciones se realizaron en la intimidad del teatro Théâtre de la Croix-Rousse,  escenario ubicado en el norte de la ciudad y construido a finales de los años 1920, y cuyas dimensiones por la cercanía con público y el escenario y vivir la historia de primera mano para apreciar mejor la historia eran idóneas.  La historia versa sobre la vida de Sylvie Meyer, una mujer común y corriente de 53 años, separada y con dos hijos, que trabaja en una fábrica que produce caucho. Sylvie ha cumplido y se ha adaptado durante su vida a las funciones que su entorno le ha exigido: de ser buena esposa, madre y empleada conceptos que no definen completamente su identidad.  Su vida rutinaria se transforma radicalmente, cuadro una petición inapropiada de su jefe que ocasiona su despido provoca una conmoción interna que la hace reflexionar hasta perder los estribos y romper con las barreras y reglas impuestos durante los años reaccionando de manera violenta contra su jefe, que es liberadora para ella de su asfixiante realidad.  El trabajo escénico de Richard Brunel, fue detallado y enfocado en la psicología y dramatismo del personaje, como va creciendo su frustración y justificada intolerancia a los abusos, y que supo explotar de los dos artistas y cantantes en escena. Ayudado de una enorme pantalla que enfoca y transmite la cara de la protagonista, las escenas e interacciones con su jefe y sus colegas de trabajo a quien ella llama cariñosamente ‘sus abejas’, la cámara muestra su intimidad dentro de su casa y de su oficina. Brunel logró adentrar, involucrar y angustiar al público, experimentando de cerca los sentimientos, frustraciones y la desesperación del personaje. Las transmisiones de video fueron realizadas por Yann Philippe y la iluminación fue de Laurent Castaignt, con escenografías de Stephan Zimmerli, quien, en tres ambientes, colocó la oficina del jefe, su área de trabajo, y la sala de su casa; que dieron fluidez y dinámica en el cambio de escena, a lo largo de las quince escenas que conforman la obra, de apenas una hora y quince minutos de duración. Los vestuarios de Matthieu Tappier, actuales y de buena confección indicaban que la historia ocurría en ese preciso momento, delante a los ojos del publico espectador.  El barítono Ivan Ludlow personificó de manera adecuada y convincente a todos los personajes masculinos en la vida de la protagonista.  En cuanto al personaje de Sylvie Meyer, con un destacado desempeño de la soprano hispano-alemana Nicola Beller-Carbone, este se desarrolló con partes habladas de diálogos y reflexiones, que introducían las partes cantadas, plenas de musicalidad, de simetrías y ecos con una firme voz nítida, ágil, y de impecable dicción. Envuelta en el personaje en el que supo meterse en su piel y mostrar su atormentada personalidad.  Musical y vocalmente la puesta se apoyó en técnicas digitales como el uso de micrófonos en las partes habladas, grabaciones, amplificación, todo al servicio de la teatralidad.  La partitura de Rivas muestra un indudable estilo moderno, de grata tonalidad, a la que agregó instrumentos como el piano, el clarinete, la flauta, el acordeón, saxofón, algunos instrumentos de cuerdos, y la batería, que aquí fue una especie de representación – o avatar instrumental, como lo llamó el compositor - del personaje y de su liberación. En su búsqueda y apego a la vocalidad operística, Rivas utilizó la tradición del recitativo y el aria, que sutilmente incorporó con el uso de la voz hablada para hacer eficaz la narración y el de la voz cantada para representar el estado psicológico de Sylvie. En algunas escenas, la orquesta parecía el acompañamiento de una obra cinematográfica y transmitía y subía de intensidad en ciertos pasajes donde crecía la tensión.  Indudablemente fue una interesante obra, que logró sembrar en el público, como pocas lo hacen, situaciones para reflexionar, por una obra musicalmente apreciable que seguramente no tardara en repuesta por otros teatros francés en un futuro cercano.






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