Tuesday, April 30, 2024

Die Walkure (acto 1) & Sibelius en Fort Worth, Texas

Fotos: Karen Almond

Ramón Jacques

La orquesta Fort-Worth Symphony, perteneciente a la localidad aledaña a la ciudad de Dallas Texas, ofreció un seductor y muy sugestivo concierto como parte su actual temporada, que unió el romanticismo musical de Jean Sibelius con el de Richard Wagner.  Desde que en marzo del 2019 asumiera la posición de director principal invitado, hasta su nombramiento en 2022 como titular de la orquesta, el maestro Robert Spano, conocido director estadounidense, quien por muchos años fuera titular de la Sinfónica de Atlanta y próximamente asumirá el cargo de director musical de la Ópera Nacional de Washington, ha colocado a esta agrupación en un escalón superior al que tenía, y ha comenzado a llamar la atención de los melómanos en este país, tanto por la cualidad de los solistas invitados como por los atractivos programas que ha conformado en lo que va de su corta gestión. Cabe mencionar que se trata de una orquesta longeva dentro del ambiente sinfónico estadounidense con 112 años de existencia, dando su primer concierto en el año de 1912. Este concierto se realizó en la sede de la orquesta, el atractivo teatro Bass Performance Hall, que además de albergar diversos espectáculos, además de música sinfónica, ballet, ópera y musicales, es también la sede del prestigioso concurso de piano The Van Cliburn International Competition, recordando que en esta ciudad residió hasta su muerte el célebre pianista Van Cliburn, que fue además el principal promotor de la construcción de este magnífico recinto. El concierto inició con la ejecución de la Sinfonía no. 6 en re menor op.104 del compositor finlandés Jean Sibelius (1865-1957), que tuvo su estreno en 1923 bajo la conducción del propio compositor.  La pieza, de aproximadamente treinta minutos de duración y que el compositor describió poéticamente como "agua fría de manantial" y el "aroma de las primeras nieves" ya que como en la mayoría de sus obras importantes, evocan los paisajes finlandeses. En su lectura Spano destacó los contrastes pastorales, apasionados y sombríos de la obra con un sentido de equilibrio, en la que es considerada como la sinfonía menos escuchada en concierto de Sibelius -incluso, como se ha afirmado es una sinfonía olvidada-. El director de orquesta se basó en las bellezas naturales que va esbozando la orquesta y exaltó sus suntuosas melodías. Obteniendo un tono radiante de las cuerdas y una ejecución solida de las otras secciones, Spano condujo con destreza las complejidades de la obra, hasta llegar a los silenciosos movimientos en los cuales la música se va diluyendo lentamente hasta transportar y adentrar al espectador en un estado de tranquilidad y meditación. Aunque el título del concierto de esta velada fue “Wagner & Sibelius” el plato fuerte estaba reservado para la segunda parte del concierto, con la ejecución, en versión semi escenifica, del primer acto de Die Walküre (La Valquiria), la segunda de las cuatro óperas del ciclo del Anillo de Richard Wagner (1813-1883). El primer acto narra la historia de un romance prohibido con grandeza wagneriana y temas que hacen recordar las otras óperas y personajes del ciclo.  Sin algún elemento escenográfico, apenas una pantalla colgando en lo alto del escenario donde se proyectaban los supertitulos y acercamientos de los solistas,  y con la presencia de los músicos sobre el escenario, los cantantes aparecieron con vestuarios de estilo antiguo, de una época indeterminada, y algunos movimientos e interacciones entre los personajes, quienes concluyeron con un abrazo fraternal en vez del beso incestuoso como se indica en el final del acto, así fue como se desarrolló la parte actoral del concierto, que aportó poco y nada a un evento que brilló por luz propia. Un verdadero lujo se dio la orquesta al conformar un sobresaliente elenco, comenzando con la soprano finlandesa Karita Mattila quien en el papel de Sieglinde, exhibió un canto matizado, suave y resplandeciente en el color; pero determinado y vigoroso cuando le fue requerido, además de mostrar su bella personalidad plena de porte y magnetismo sobre la escena.  El bajo Raymond Aceto interpretó un malévolo y amenazador Hunding, cantando con estilo y determinación, y una voz de gran espesor que supo modular de manera adecuada y expresarse con intención. Por su parte Brandon Jovanovich fue un valioso Siegmund. El tenor estadounidense es artista de amplia experiencia abordando desde hace algunos años el repertorio de heldentenor, y que aquí agradó por la manera como delineó cada frese con expresividad y claridad y por la fuerza de su corpulento, generoso y firme canto. La orquesta creó un marco adecuado y un acompañamiento esencial para las voces; que ya desde el preludio se escuchó la energía, el frenetismo que a la partitura orquestal le imprimió el maestro Spano, nunca sometiéndose al leitmotiv, sino enfocándose y apuntando hacia la expresividad y el drama. La orquestación se escuchó exuberante y en completa concordancia con el óptimo elenco vocal.  En esta región, que no se caracteriza particularmente por haber programado mucha música de Wagner en el pasado, la orquesta Fort-Worth Symphony regaló con este concierto una experiencia vocal y orquestal que perdurará por mucho tiempo, y al mismo tiempo anunció, que, en su próxima temporada, concretamente en el mes de abril del 2025 tiene programado interpretar de manera íntegra: Die fliegende Holländer del propio Richard Wagner.





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