Foto: © Mattia Gaido – Cortesia de Lingotto Musica
Ramón Jacques
La asociación musical Lingotto
Música, que desde hace varios años se encarga de gestionar en esta ciudad temporadas
con las orquestas de cualquier latitud, tuvo como invitada hace algunas semanas
en su moderna sede el Auditórium Giovanni Agnelli, construida en la antigua
fábrica de automóviles Fiat, a la Chicago Symphony Orchestra con su director
emérito Riccardo Muti, y en unos meses más tendrá a la Bayerisches
Staatsorchester de Múnich dirigida Vladimir Jurowski, por citar algunos
ejemplos; recibió ahora a otra agrupación de muy alto nivel, el ensamble -orquesta
y coro- de origen ruso, MusicAeterna, sin duda una de los mejores en la
ejecución de obras con instrumentos antiguos. No estando exenta de algunos
obstáculos que viven los artistas de ese país por situaciones ajenas al mundo
musical, el ensamble logró llevar a cabo algunos conciertos en España y en
Italia, y en esta ocasión concedió un notable concierto dedicado íntegramente a
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) enfocada en una de sus piezas vocales más
conocidas: el Réquiem para solistas, coro y orquesta en re menor KV 626. Sin embargo, en la primera parte se escuchó
una ejecución muy satisfactoria del Concierto para fortepiano y orquesta n.
14 en do menor KV 491 obra en tres movimientos ejecutados con dinamismo y
destreza por la joven pianista rusa Olga Pashchenko, que como ella misma
explicó, y en busca de encontrar un sonido más afín al estilo de la orquesta, tocó
un fortepiano -el instrumento de cuerda y teclado que se ubica entre el clavicordio
y el piano del siglo XIX- que emite un sonido puro y límpido, tipo Walter hammersclavier de
1792 (pitch 430hz) como el que se solía utilizar en la época de Mozart. La
naturalidad con la que tocó la pianista en conjunción y unión con los
instrumentistas agradó placenteramente que, ante los insistentes aplausos, se
agregaron dos bises fuera de programa; el primero fue el Concierto para
clavicémbalo y orquesta de cuerdas en re mayor una rareza de obra, en un
movimiento del compositor Dmitry Bortnyansky, y después en solitario regaló una
versión del Rondo a la ingharese casi un Capriccio en sol mayor op. 129 de
Ludwig Van Beethoven. A continuación, se escuchó una valiosa y explosiva
versión historicista del réquiem. Como es costumbre en muchas de las obras que
dirige, el director ruso-griego Teodor Currentzis, añadió su toque
personal, ejecutando al inicio la Música fúnebre masónica en do menor para
orquesta KV477/ KV479a (1785), y después en la total oscuridad de la
sala, con tan solo unas velas, se escuchó una tenue, serena y apenas
perceptible pieza de canto gregoriano, previo al Réquiem aeternaem, con
algunas de las voces masculinas del coro; así como un amen al final de
la tercera parte III Sequentia. Esta versión, con algunas adaptaciones del
réquiem dejo momentos memorables como el Introitus y la potente fuga
baquiana del Kyrie, con las partes completadas por Franz Xaver Süssmayr de
acuerdo a las anotaciones de Mozart a la que se le agregó la frase “Cum
sanctis tuis in aeterneum” Es
necesario mencionar las partes donde intervinieron los solistas como el Tuba
mirum con la voz profunda del bajo Alexey Tikhomirov, entre estos
solistas el de mayor trayectoria internacional, o el Recordare con la
claridad, la coloración vocal y la musicalidad que aportó la soprano Elizaveta
Sveshnikova, en unión con la del tenor Egor Semenkov, poseedor de
una grata y dúctil voz, adecuada para este repertorio, y con el contratenor Andrey
Nemzer, quien tuvo un satisfactorio aporte a pesar de una emisión algo
rígida y artificial. El amplio coro tuvo momentos resplandecientes como en el Confutatis
y Lacrimosa, entre otros. Fue evidente la conjunción que tuvieron
con los instrumentistas como un ensamble que acostumbra a trabajar de manera
estrecha. Muy voluntariosa y homogénea
se escuchó la orquestación, cargada del sentido y sentimiento que le aportó
cada musico de las cuerdas, los chelos, las percusiones y los metales. Al final del concierto hubo una explosión de júbilo,
pocas veces vista, entre los propios músicos en la que todos se abrazaron, se
besaron y se felicitaron entre ellos. El grupo fundado en el 2004 por Teodor
Currentzis, ya no tiene como base el teatro de Perm Rusia, si no que ahora
es una agrupación independiente que realiza constantemente, en la medida que le
es posible, giras por diversas ciudades europeas, colaboraciones con otros
grupos de música antigua, algunos franceses, y se presenta en importantes
festivales. Currentzis, quien se encuentra en la actualidad en el ojo del
huracán por sus vínculos políticos y fuentes de financiamiento, ha sido vetado
de algunas presentaciones y conciertos, es sin duda una personalidad. Sus movimientos y poses frente a la orquesta,
resultaron por momentos exagerados, sobreactuados, quizás poco estéticos, pero
no carentes de pasión con la que siente la música, y el conocimiento, el control,
la precisión y la puntualidad en su lectura. Indudablemente se trata de
personalidad especial. Al final, se
escucharon tumultuosos aplausos por parte del público, en una sala repleta, y
que fue contagiado, como pocas veces, por la efectividad del concierto
presenciado.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.