Foto: Cory Weaver - Carmen
El celebre diseñador y director Jean Pierre-Ponnelle mantuvo durante muchos años una relación muy estrecha y significativa con este teatro. Es por ello que Carmen continúa escenificándose con la producción que el mismo creó y estrenó en este escenario en 1981. A pesar de la brillantez y el colorido mediterráneo con el que se representan cada uno de los actos, los rígidos escenarios resultan ser obsoletos y poco prácticos; por lo que con cada cambio de escena la función se extendió cuatro horas. La opera se presentó en su versión original de 1875 con diálogos hablados y la animada acción y constantes movimientos marcados por el director argentino José María Condemi ayudaron a que la función transcurriera con mayor fluidez. Musicalmente, la dirección de Nicola Luisotti fue poco sutil y dispareja en los tiempos y la dinámica, creando notables desfases con el escenario. Si bien condujo con emoción y entusiasmo el fuerte sonido que por momentos emanó del foso cubrió las voces. El papel de Don José fue encomendado al tenor brasileño Thiago Arancam de discreto desempeño vocal y poca presencia escénica, igual a la de su compatriota el barítono Paulo Szot, quien sobreactuó el papel de Escamillo y mostró argumentos vocales poco convincentes. Ambos mostraron un nivel artístico inferior al que se requeriría en un teatro de este nivel. Por su parte, la soprano Sara Gartland, mostró convicción para crear una conmovedora Micaela, y en su canto mostró brillo, elegancia en el fraseo y claridad en la dicción. Finalmente, la atención se centró en la Carmen de Anita Rachvelishvili, mezzosoprano de oscuro musical timbre y profusa emisión, quien con su largo cabello oscuro y seductores movimientos, mostró compenetración con el papel y convenció. Correctos estuvieron el resto de los cantantes del elenco y el coro. RJ
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