Foto: Ainhoa Arteta - Crédito Oscar del Pozo - ABC
A propósito
del reciente debut de la soprano Ainhoa Arteta en el Teatro Real de Madrid en
el papel de Roxane de la opera Cyrano de Bergerac de Franco Alfano, el diario
ABC de Madrid publicó la siguiente entrevista que le realizó a la artista, Susana Gaviña.
Ainhoa Arteta (1964) debutó finalmente en el Teatro Real de Madrid, lo que era un deseo que durante años le pareció inalcanzable y al que Gerard Mortier le había puesto ya fecha de realización: la próxima temporada, con el papel de Doña Elvira en «Don Giovanni», de Mozart. Sin embargo, una indisposición de la soprano Sondra Radvanovsky que tenía que interpretar el papel de Roxane en la ópera «Cyrano de Bergerac» de Alfano, que Arteta ya había cantado con la misma producción hace dos años en la Ópera de San Francico, adelantó el feliz desenlace.
-¿Cómo se sintió cuando cayó el telón anoche?
-Vacía, porque «Cyrano de Bergerac» es una obra muy compleja y muy intensa, pero a la vez feliz. Es una sensación que entenderán todas aquellas madres que han dado a luz: como tras el esfuerzo de darlo todo, te sientes inmensamente feliz
-¿Recuerda lo que pensó antes de entrar ayer en el escenario?
-No quise ni pensar en la responsabilidad que suponía abordar este rol. Lo estoy pensando hoy. Todo ha sucedido en muy poco tiempo, en una semana. Gracias a Dios que esta obra la había hecho hace dos años en San Francisco, pero aún así cuando volví a abrir la partitura no me acordaba de nada. Es una ópera musicalmente muy complicada. No tiene una melodía factible hasta que te metes ya de lleno. Tengo que decir que hubiera sido imposible sin la ayuda de Pedro (Halffter), que ha sido fantástico y ha tenido una paciencia increíble. Y también se lo tengo que agradecer a todo el equipo del Real. Al principio no sabía si iba a poder cantarlo o solo marcarlo, pero al final puede hacerlo bien. Me encuentro en un momento vocal fuerte y he podido con ello.
-Y también se encuentra en un buen momento personal, algo que también ayuda…
-Sí, quizá también. Mi vida personal y familiar es gratificante. Todo esto influye. Vocalmente estoy bien y me encuentro en un periodo de madurez. En otro momento, esto me hubiera superado. La edad importa, y en esta carrera importa mucho y para bien. Por mucho que nos quieran convencer y vendernos el mundo de Hollywood, yo no me lo creo. Ha habido momentos incluso que me he sentido abrumada por la responsabilidad, pues si tu das mal el pie a tu compañero, él va mal. Yo quería venir a sumar y no a restar. En situaciones como esta, es cuando te das cuenta realmente de lo que puedes dar de sí.
-Estos días el Real ha vivido un conflicto laboral que ha estado a punto de desembocar en una huelga, algo que finalmente no ha sucedido.
-En ningún momento estas tensiones se han notado a la hora de trabajar. Todo el mundo estaba en lo que estaba. Hay que felicitar a todo el equipo del Real por cómo han encarado esta situación. Todos somos muy conscientes del problema que hay.
-Usted se ha mostrado muy comprometida y ha apoyado públicamente al Liceo, que también atraviesa una situación complicada, en el que participó en una gala sin cobrar; y, la semana pasada, ofreció otro recital sin caché en el teatro de Jerez...
-Sí, para recaudar fondos para poder pagar a técnicos del teatro. La realidad que se está viviendo no es fácil. Soy consciente de ello porque trabajo mucho en España y en situaciones como ésta hay que arrimar el hombro. Es algo de todos. En una ópera como la de ayer es donde te das cuenta que sin el trabajo de todos, si se cae una sola pieza, no salimos. Detrás de la lírica hay mucha gente que está trabajando, y hay que defenderla.
-Pero los recortes en cultura no parece que vayan a dar muchas alegrías…
-Espero y deseo que la Ley de Mecenazgo se amplíe. Sería una gran solución que la empresa privada se implique.
-Y también la sociedad en general, aunque en España parece que la gente no quiere pagar por la cultura.
-La gente quiere, pero de alguna manera quieren invertir ese dinero en algo que sea productivo. Y, no es porque yo sea cantante y artista, pero creo que la cultura es uno de los pilares más importantes que tiene nuestra civilización.
-Pedro Halffter, el director musical de «Cyrano de Bergerac», decía el otro día que «el arte nos hace libres».
-Totalmente de acuerdo. La cultura es algo que no se puede dejar de apoyar, porque es la base de la civilización, y marca el crecimiento y el desarrollo de un país.
-Estos días, muchos colegas suyos se han alegrado de su debut en el Real. Montserrat Caballé señalaba hace unos días que usted es una gran embajadora de España a la que se reconoce más fuera que dentro…
-Lo de Caballé me parece de una generosidad increíble. Es verdad que me ha costado entrar tanto en el Liceo como en el Real, pero también es verdad que quizá, después de verlo con distancia y con amplitud de miras, no ha venido mal tan poco. Me ha llegado en un momento en el que puedo ofrecer de verdad un repertorio amplio y sentirme cómoda. Ayer el rol que tenía, si no hubiera estado tan sólida y tan preparada, igual hubiera sido más difícil.
-¿Hubiera preferido estrenarse en el Real con Doña Elvira?
-Doña Elvira no tiene nada que ver. Es un papel que me va mucho pero Roxane va a ser uno de los personajes emblemáticos de mi carrera. Es muy difícil vocalmente, hay que dominarlo muy bien técnicamente para que no te canse, pero me ha pillado en un momento que me está dando muchas satisfacciones. Ni en el mejor de mis sueños me hubiera imaginado semejante carambola una Roxane con Plácido Domingo, y dirigida por Pedro, con el que ya había trabajando antes.
-Además el estreno se ha retransmitido a 200 salas de cine de Europa y España, y se va a hacer una grabación en DVD…
-Sí, pero ayer no quise pensar en todas estas cosas porque me hubieran abrumado mucho. Ni siquiera me preocupaba que se moviera el balcón. Pensaba en todo lo que tenía que cantar y que si me caía ya me me levantarían (se ríe).
-¿Por qué ese deseo tan irrefrenable por cantar en el Real cuando usted ha actuado en grandes escenarios internacionales? Para muchos este teatro no es de primera línea.
-Por supuesto que es de primera, y primerísima línea. Los teatros dependen mucho de quien los dirige, y a veces suceden cosas que tal vez pueden parecer injustas para el artista y para el público. Y no hay mal que cien años dure. Al final estoy aquí, y no hay que darle más vueltas.
-Es curioso que, aunque ahora se ha tratado de una “carambola”, quien le ha abierto las puertas del Real ha sido Gerard Mortier, acusado en numerosas ocasiones de no apoyar a los cantantes españoles…
-Audicioné con él el año pasado, y en cuanto me escuchó me dijo que haría Doña Elvira en la próxima temoprada, y que si podía darme algo antes lo haría, pero la programación ya estaba cerrada. El encuentro fue estupendo. Lo que sí me gustaría es que los teatros españoles, y sus directores, apoyen a los cantantes del país porque en estos momentos tenemos una cantera estupenda. Además, con lo que está sucediendo, en otros países como Alemania, Francia y Estados Unidos apoyan a los suyos. Sería justo que aquí sucediera lo mismo. Yo soy artista y opino desde esa posición. Entiendo que se quiera traer a grandes nombres internacionales, pero dentro de una ópera hay muchos papeles que se pueden repartir entre artistas españoles.
-Cumplido su sueño del Real, ¿cuál es el siguiente reto?
-Ser feliz. La felicidad hay que seguir trabajándola. Con la madurez aprendes a priorizar las cosas. La vida no son una sucesión de cosas buenas. Ella te enseña a vacunarte contra las cosas malas y a verlas venir. Ese es mi reto. Y seguir haciendo mi profesión, a dónde me lleve. Ya sea en el Real, en Jerez, en Bruselas… Mi reto es compartir con las personas que están ahí un momento especial y único con la música.
-¿Sucedió eso en su debut anoche?
-Sí, creo que sí. Fue increíble. Ahora lo pienso: un Cyrano de Bergerac» con Plácido Domingo. Ni en mis mejores sueños...
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