Foto: Brescia - Amisano- Teatro alla Scala
Massimo Viazzo
El mundo del Borough imaginario de Richard Jones en la nueva producción scaligera de Peter Grimes es la de un mundo aburrido, excesivamente devoto, encerrado y claustrofóbico. Los ambientes en los que se desarrolló la acción de esta obra maestra de Britten fueron casi representados en el interior de rectángulos bien iluminados (que por momentos se balanceaban) y donde frecuentemente la colorida multitud de los habitantes del pueblo de marineros observaba la acción convirtiéndose en espectadores y en actores de modo intercambiable, forzando al final a un abrazo mortal al desesperado protagonista. El director de escena Richard Jones deliberadamente excluyó de su narración al mar ya que no le interesó hacer una narración de la historia “de postal”, y en la potente psicología que emanó de este espectáculo de gran sugestión el director ingles mostró también una virtuosa habilidad en el movimiento de las masas sobre el escenario. También el joven director británico Robin Ticciati supo captar de la mejor manera las intimas sutilezas de la magnifica partitura, cuidando los empastes timbricos y la atmósfera general de la obra. Preciso en el gesto, seguro en la conducción de las piezas concertati (sobresaliente la prueba del coro dirigido por Bruno Casoni) y con dramatismo durante los celebres interludi; en suma: fue el director ideal para una producción muy apreciada por el público y la crítica. John Graham-Hall reciente triunfador del Premio Abbiati, el reconocimiento mas importante de la critica italiana, entregado por su interpretación en Death in Venice la temporada pasada en el Teatro alla Scala- confirmó sus grandes dotes de actor esculpiendo un Grimes rudo, angustiado y visionario. En su tosca voz, de timbre quizás no muy grato, tuvo el justo acento para subrayar la aspereza del carácter de Grimes y el fraseo pareció ser refinado y teatralmente envolvente. Lírica, intensa y moralmente creíble fue la Ellen Oxford de Susan Gritton; así como muy eficaz y conmovedor estuvo el capitán Balstrode de Christopher Purves que fue suave y comunicativo. Felicity Palmer fue una Auntie sin malicia y sin ilusiones, Catherine Wyn-Rogers una habladora Sedley y el resto completo de las papeles adicionales dieron su notable contribución al logro de un espectáculo que esta destinado a permanecer en los anales del teatro milanes.
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