Leonardo Monteverdi
En
un día de calor insoportable en el Teatro della Pergola de Florencia se estrenó
la puesta en escena de “Orfeo ed Euridice” de Gluck, por el factótum Denis Krief autor de la dirección, diseño
de escenas, vestuario e iluminación. Es difícil creer que a pocos días se
vieran dos puestas de operas con un resultado tan opuesto: el superlativo “L’amour
des trois oranges” y este pésimo “Orfeo” sin explicación. La dramaturgia de
Ranieri de’ Calzabigi fue totalmente desordenada por Krief que la situó en
espacios definidos e indefinidos entre paneles corredizos, céntricos o
descompuestos, blancos y donde caminan hombres y almas con pocas decoraciones. Un
pequeño sofá o una fábrica de muebles fue mucho, y ahí transcurrió buena parte de la acción. El
coro con trajes modernos y por minutos en trajes del siglo XVIII pelucas
blancas, proyecciones inútiles de un túnel, con bailes de discotecas que fue el
infierno de Krief. Aquí Orfeo fue un cantante vestido con cuero sin su
instrumento la lira. No fueron buenos los movimientos de Anna Bonitatibus, inciertos y exagerados, imputables a la dirección
escénica, la artista italiana no estuvo en uno de sus mejores papeles ya que
siendo mezzosoprano, su registro grave se not cansado por estar a los límites
de una tesitura pensada para una genuina contralto. La artista articulo
admirablemente las frases con sentido dramático aunque su canto no voló con
libertad. Sin embargo, tuvo mucho éxito con el aria “Che pur ciel” La petulante
y colérica Euridice de Hélène Guilmette
sobresalió por su brillante voz y elegante, sobre todo en su aria, donde logró
buenas frases y gracia escénica. Amore,
vestido como un pilluelo lo cantó Silvia
Frigato, sin infamia ni laude homeopática. Las coreografías de Cristina Rizzo
estuvieron en sintonía con la pobreza de la producción y desconectada con la
dramaturgia. El maestro Federico Maria
Sardelli ofreció elegantes sonoridades de la orquesta del Maggio con
tiempos bien elegidos, además de un rico y decorativo bajo continuo, donde emergía
por su creatividad y suavidad el arpa de Ann
Fierens. El coro bien preparado por Lorenzo
Fratini tuvo éxito.
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