Foto: Brescia & Amisano - Teatro alla Scala
Massimo Viazzo
El principal
motivo de interés de esta producción scaligera
de Le Comte Ory de Rossini (ya vista en hace algún tiempo en Lyon) era la
presencia en el papel principal de Juan Diego Flórez. Desafortunadamente, y
después de una premier cantada en
precarias condiciones vocales debido a una fastidiosa bronquitis, el tenor
peruano tuvo que cancelar todas las fechas por indisposición. Por ello, comentamos la prueba de Colin Lee,
quien cantó en todas las funciones de la producción. El tenor sudafricano,
mostrando facilidad y squillo en el
registro más agudo, dio vida a un Comte seguro y presumido. Sin embargo, su fraseo pareció un poco
monótono y todo sumado resultó poco interesante. En esta divertida producción firmada por
Laurent Pelly, Ory vestía en el primer acto el papel bufo de un verdadero gurú
de nuestros días que manipulaba a todas las mujeres que entraban en su radio de
acción. En el segundo acto, donde la bella escenografía permitía ver en un
escenario corredizo, cada estancia del castillo, desde la cocina, hasta las
habitaciones para dormir y baños; se estaba ante un grupo de monjas burlonas
que comían, bebían y seducían (o al menos intentaban hacerlo). La Condesa de
Aleksandra Kurzak, que estuvo escénicamente atractiva y segura de sí misma, no
convenció vocalmente. La soprano polaca
careció de desenvoltura para afrontar las agilidades, y la línea musical fluyó
de manera anónima a causa de una emisión por momentos problemática. Estuvo mejor la espontanea Isolier de María Josè Lo Monaco, no obstante algunos agudos un poco
forzados. Una nota positiva a Stephane
Degout en el papel de un comunicativo Rimbaud, un barítono de segura técnica y
con una optima dicción, también en el canto sillabato. Voz
amplia y timbre frondoso tuvo el Gouverneur de Roberto Tagliavini, mientras que
Marina De Liso (Ragonde) mostró una línea vocal un poco desigual. Optimo como
de costumbre estuvo el Coro del Teatro alla Scala, dirigido por Bruno Casoni,
mientras que la orquesta dirigida por Donato Renzetti sonó monocorde y poco
brillante.
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