Gentileza Prensa Teatro Colón/ Arnaldo Colombaroli
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Con
carácter de estreno el Teatro Colón ofreció Un
tranvía llamado deseo (A streetcar named Desire) de André Previn con una
puesta en escena atractiva, adecuados cantantes y sólido rendimiento musical. Enrique Bordolini diseñó una funcional y bella
escenografía, a pesar de la sordidez del cuadro general, que permite ver tanto
el interior como el exterior del edificio donde viven los protagonistas. Rita Cosentino en la puesta en escena demostró todo su
potencial creativo para hacer de una obra de devenir parsimonioso una gran
creación teatral. La idea de poder ver lo que sucede en el baño añade
credibilidad al deterioro progresivo de Blanche. Completaron
la muy buena versión visual, Alvaro Luna
y José Luis Fiorruccio en las proyecciones
lumínicas y de video y el atildado vestuario de Gino Bogani. Orla Boylan fue una creíble Blanche Dubois con
adecuada línea de canto y gran desempeño escénico. Sara Jane McMahon mostró una voz pequeña pero muy bien trabajada
para dar vida a Stella, hermana de Blanche. David Adam Moore (Stanley Kowalski) acreditó
sólidos recursos canoros y muy buena prestación escénica mientras que Eric Fennell (Harold ‘Mitch’ Mitchel)
fue correcto y prolijo en la composición de su personaje. Un
verdadero lujo Victoria Livengood como
Eunice Hubbell y correcto el resto del elenco en sus breves roles. David Brophy condujo con mano segura a la Orquesta
Estable logrando un muy buen rendimiento y buscando matices en una obra
ecléctica pero de un entramado sinfónico complejo.
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