Foto: Brescia&Amisano - Teatro alla Scala, Milano
Massimo Viazzo
Idomeneo de Mozart volvió a la Scala después de diez años. La obra maestra operística del genio de
Salzburgo convenció al público y a la crítica con la nueva producción escénica
de Matthias Hartmann, quien con ayuda del escenógrafo Volker
Hintermeier, elaboró una gran estructura giratoria de notable impacto
visual, que invadió prácticamente todo el escenario con el imponente esqueleto
de un buque por un lado y por el otro de una enorme cabeza de minotauro, el
monstruo de Creta que atañe a todos los eventos que evoca el libreto. Un constante y muy eficaz uso de las luces
permitió resaltar elementos de esta enorme instalación, de acuerdo con el
momento de la ópera, creando un ambiente marítimo aterrador y amenazante
(también por medios de reconocibles elementos escénicos esparcidos por el
escenario). Para reforzar este sentido
de opresión contribuyeron también los bailarines del Cuerpo de Ballet del
Teatro que, durante el transcurso de la ópera, con movimientos continuos y
repentinos evocaron las olas del mar en la tempestad, como también a los
náufragos y a los prisioneros troyanos. Diego
Fasolis dirigió con gran atención a la resolución de los recitativos
acompañados, tan importantes en esta obra, secundando a los cantantes sin
sobrepasarlos y subrayando con vigor, pero también con ligereza, los diversos
estados de ánimo, frecuentemente cortados, presentes en las arias y en los
ensambles. En su trabajo de concertación
ofreció un Idomeneo dramático, rutilante y vertiginoso, aunque por momentos
también muy íntimo. Homogéneo y bien
preparado estuvo el elenco previsto para la puesta. Bernard Richter
personificó un Idomeneo humano, frágil, quizás menos real pero emocionante. El
tenor suizo cantó con buena proyección vocal y discreta pericia en la agilidad
(interpretó la ardua y extensa versión de ‘Fuor del mar”) convenciendo,
como ya señalaba, por su humanidad.
Soberbia, electrizante y vocalmente suntuosa estuvo la Elettra de Federica
Lombardi, la verdadera triunfadora de la velada. Lombardi, reciente ganadora del premio
“Abbiati”, el premio de la crítica italiana está ascendiendo rápidamente hacia
los vértices de una carrera que se prevé será muy brillante para ella. Su
Elettra será recordada por su prestancia vocal, su ímpetu, su gran solidez y
por una impecable coloratura. Lucida y pura estuvo la voz de Julia Kleiter,
que trazó una Ilia creíble, enamorada y firme en su intención; mientras que el
joven Idamante fue interpretado por Michėle Losier con voz de bello timbre oscuro,
determinación en el acento, siempre comunicativo. Seguro y eficaz estuvo Giorgio Miseri
quien cantó las dos difíciles arias de Arbace, mientras que Kresimir Spicer
se mostró forzado y poco refinado en el papel del gran sacerdote de Neptuno.
Encomiables estuvieron el resto de los comparsas; y magnifico fue el desempeño
del Coro del Teatro alla Scala dirigido por Bruno Casoni.
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