Prensa Teatro Colón /Arnaldo Colombaroli o Máximo Parpagnoli
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Buenos Aires, 31/08/2016. Teatro Colón. Giacomo
Puccini: Tosca. Opera en tres actos, libreto de Luigi Illica y Giuseppe
Giacosa, inspirado en el drama homónimo de Victorien Sardou. Roberto Oswald, concepción escénica, escenografía e iluminación. Aníbal Lápiz, dirección
escénica y vestuario. Christian Prego, escenógrafo asociado. Rubén Conde,
repositor de la iluminación. Eva-María Westbroek (Floria Tosca), Marcelo Álvarez (Mario Cavaradossi), Fabián Veloz (Barón Scarpia), Mario
De Salvo (Angelotti), Luis Gaeta (Sacristán), Sergio Spina (Spoletta), Fernando
Grassi (Sciarrone), Carlos Esquivel (Carcelero), Julieta Unrein (Voz del
Pastor). Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Coro de Niños del Teatro
Colón. Director del Coro Estable: Miguel Martínez. Director del Coro de Niños:
César Bustamante. Dirección Musical: Carlos Vieu.
Es
verdad sabida que no hay dos funciones iguales en el mundo de la ópera y que la
última representación tiene una magia especial. En el caso que reseñamos se
trató de la última de una serie de funciones dónde el acento estuvo puesto en
el reencuentro con el público de Buenos Aires del tenor argentino Marcelo
Álvarez y en la reposición de la puesta escénica de Tosca firmada originalmente en 1992 por Roberto Oswald (1933-2013).
Esa noche la representación se difundía al mundo por la web, supuestamente en
directo, y tenía como modificación en el elenco el cambio de barítono y la
recuperación de la salud de la soprano. La función en vivo no defraudó, aunque
por la web se difundió la representación del domingo anterior con otro elenco. La conocida
escenografía imaginada por Roberto Oswald se destaca por su realismo con
magníficos detalles barrocos tanto en la Iglesia del primer acto como en la
sala palacio del segundo, los elementos corpóreos acompañan la concepción
escenográfica. Todo luce monumental y bello. En el tercer acto nos encontramos
con un gigantesco ángel en la terraza del Castel Sant’ Angelo al fondo y dos
planos de la misma terraza. Tosca no se arroja al vacío en el fondo del
escenario -como es casi habitual- sino por delante. De
fidelidad temporal y excelente diseño el vestuario de Aníbal Lápiz.
Bien
repuesta la iluminación original de Oswald por parte de Rubén Conde y
razonable los movimientos escénicos que se deben a la concepción de Oswald pero
fueron realizados como director escénico por su habitual colaborador Aníbal
Lápiz. Carlos Vieu condujo con su habitual pericia
y vuelo a la Orquesta Estable logrando un buen balance entre el foso y la
escena, una verdadera noche de triunfo para el consagrado maestro que por
diversas e inexplicables razones era la primera vez que dirigía como titular
todas las funciones de una ópera en el Colón. Eva-Maria Westbroek cantó las dos primeras
funciones enferma, canceló la tercera y planamente recuperada fue una gran Tosca
en esta representación. Tiene gran caudal vocal y algo de vibrato; gradúa de
manera inteligente la entrega al personaje y es siempre certera y profesional. Marcelo Álvarez fue un Mario Cavaradossi para
recordar por la belleza de su voz y su timbre homogéneo y meridional. La
emisión se mantiene fresca, dúctil, franca. No hay atisbo de cansancio y la
línea de canto es tan perfecta al inicio de la representación como en su última
frase, se nota a un cantante de gran experiencia y verdadera carrera
internacional. Muy aplaudido en el inicio, fue ovacionado luego de la gran aria
del tercer acto y, lamentablemente, los insistentes pedidos de repetir ‘E lucevan le stelle...’ no fueron
atendidos. El
barítono malagueño Carlos Álvarez debió cancelar dos de las cuatro funciones
programadas como Scarpia.
Fue reemplazado por Fabián Veloz que cumplió
su cometido con excelencia. Es un barítono con presencia, volumen más que adecuado
para el rol, excelente línea de canto, expresividad sin mácula y emisión
cuidada. No sólo no defraudó, como siempre que se lo ve en escena, sino que
además cantó cuatro funciones de Scarpia en seis días y las últimas dos en días
sucesivos. Sin dudas es uno de los más importantes barítonos de la escena local
y lo volvió a demostrar. El
elenco de comprimarios lució sin fisuras. Desde la veteranía de Luis Gaeta como
el sacristán a la juventud del pastor de Julieta Unrein. Mario de Salvo fue en
recio Angelotti y Segio Spina un intrigante Spoletta, mientras que Fernando
Grassi (Sciarrone) y Carlos Esquivel (Carcelero) cumplieron con creces su
cometido. Muy
buenos tanto el Coro de Niños como el Coro Estable del Teatro.
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