Ramón
Jacques
La presentación de Lakmé, ofrecida en versión de concierto,
en el Teatro Real de Madrid, representó, de hecho, el estreno en época moderna de la exótica ópera
de Léo Delibes en el más importante escenario madrileño, ya que revisando los
antecedentes históricos de la obra aquí, hay que remontarse hasta el año 1920
cuando se escenificó, además de su estreno en este coliseo en noviembre de
1898, apenas 15 años después de su estreno absoluto, en 1883, en el teatro de
la Opéra Comique de Paris. Mucho se ha hablado sobre la necesidad (a veces
necesaria) el gusto o la desventaja, de montar obras en concierto, en vez de
una versión escénica, pero lo cierto es que, en esta ocasión, funcionó, ya que
permitió la posibilidad de concentrarse en las amplias posibilidades y en los
matices musicales, orquestales y vocales que ofrece una obra tan poco conocida
o prácticamente imposible de escuchar en vivo. La atención se centró en la destacada
interpretación vocal de la soprano de coloratura francesa Sabine Devielhe, ya que se sabía que el papel de Lakmé ha sido una
motivación para la realización de grabaciones discográficas, y evidentemente se
conocían sus éxitos cantándolo en Francia. Desde el inicio del concierto, y
desde fuera del escenario comenzó a cautivar con el Duo des fleurs. Devielhe es una interprete espontánea y elegante,
con una destreza vocal que resuena en líneas limpias, cargadas de musicalidad,
color, buena dicción y asombrosos agudos que regaló a lo largo de la velada.
Conmovedora y virtuosa fue su interpretación del aria: ‘Ou va la jeune Hindoue?’ A su lado, Xavier Anduaga, fue un verdadero cómplice vocal cantando el papel
de Gérald. El tenor donostiarra demostró buenas
cualidades vocales, con un canto pleno de intención, y un timbre muy lirico,
cálido y de grato color, que estuvo a la altura que requiere su papel, de
manera individual como en los duos. Por su parte, La mezzosoprano Héloïse Mas fue una seductora Mallika
que imprimió sensualidad a su canto, con su timbre oscuro y profundo; y el
barítono Stéphane Degout recreó un
dramático y autoritario Nilakhanta. Del resto del elenco de puede mencionar la
elegancia interpretativa del barítono David
Menéndez, y las correctas intervenciones individuales de Gerardo López como Hadji, de Inés Ballesteros (Miss Ellen), Cristina Toledo (Miss Rose) y la
conocida mezzosoprano albanesa Enkelejda
Shkosa que cantó muy bien el papel de Mistress Bentson. Los solistas
estuvieron bien respaldados por la presencia en el podio del director inglés Leo Hussain, quien al frente de la
orquesta del Teatro Real, pudo encontrar un sutil juego de colores y
flexibilidad para recrear el orientalismo contenido en la partitura, a través
de un deslumbrante sonido. Por su parte el coro, que dirige el maestro
argentino Andrés Maspero, cantó con
entusiasmo y uniformidad, en sus intervenciones fuera y dentro del escenario.
Al final, fue una apuesta acertada y satisfactoria del teatro, que sin embargo
pareció quedarse corto con la programación de solamente dos funciones.