Saturday, April 29, 2023

I Vespri Siciliani en Bolonia

 

Fotos: Andrea Ranzi per il Teatro Comunale di Bologna

Nicola Barsanti

En el Comunale Nouveau de Bolonia (sede temporal del Teatro Comunale a la espera de la realización del proyecto de renovación y revalorización que se está llevando a cabo ahora), se estrenó la nueva puesta en escena de I Vespri Siciliani de Giuseppe Verdi, firmada por la directora palermitana Emma Dante.  Como es posible deducir de las notas del director, Dante optó por una escenografía más moderna en comparación con el período de referencia en el que se sitúa la obra y esto se pudo entender inmediatamente a partir de la elección del vestuario creado por Vanessa Sannino. Tuvimos, por tanto, una transposición temporal en la que, en lugar de la dominación francesa original de Sicilia en 1282, encontramos un grupo de criminales de la mafia que inducen a los que asisten a reconocer ya no a Elena como la presunta hermana del conde Federico de Austria, sino a los parientes por ella. la reconocida jueza: Rita Borsellino. Esto se confirmó inmediatamente durante el primer acto, en el que Elena, mientras canta su canción, lleva a cabo el desfile de pancartas con los rostros de las víctimas de la mafia, desde Libero Grassi hasta Pippo Fava, dando toda la fuerza que de ese canto-grito surgia con la esperanza de un mundo mejor.El sistema escénico es casi fijo, el elemento arquitectónico dominante es la fuente de Piazza Pretoria, también conocida como "de la vergüenza", que adquiere diferentes significados a lo largo de la ópera, adaptándose más o menos bien a las distintas necesidades del libreto. La función asumida por la puerta durante el tercer acto es bastante efectiva, lo que se prestó perfectamente a simular una prisión, mientras que durante el quinto acto la escena estuvo dominada nuevamente por los escalones del monumento en los que se produce primero la boda y luego se consuma la revuelta que verá la muerte de Arrigo, la desesperación de su padre y el despojo de los horrendos trajes de acetato de los mafiosos, que una vez presos bajo una red de pesca siguen retorciéndose sin posibilidad de salvación hasta que cae el telón. Eficaz final en el que aflora todo el poder evocador de un doloroso mosaico de la memoria. Las escenas y las luces fueron respectivamente de Carmine Maringola y Cristian Zucaro. Entrando en el reparto, la voz de la soprano Roberta Mantegna (en el papel de Elena) sorprendió gratamente y contribuyó con sus agudos precisos a la excelente interpretación de los cuartetos finales del tercero y cuarto actos. Notables estuvieron los filati y el acertado pianissimi logrados en el aria: “Arrigo! ah parli a un core” como también la agilidad que ostentaba el aria del quinto acto “Mercè dilette amiche”. En el plano escénico, sin embargo, hubiera sido preferible encontrar más carácter e ímpetu en una mujer siciliana consumida por un sentimiento de venganza por su hermano asesinado. El tenor Stefano Secco, en el papel de Arrigo, no emocionó particularmente durante los dos primeros actos, mientras que a partir del dúo con Monforte en el tercero fue en completo ascenso, brindando al público un momento particularmente emotivo en el dúo con Elena "“E dolce raggio", donde fue posible ver los matices de una canción desgastada por el amor. Excelente, su presencia escénica. Merece la debida consideración el barítono Franco Vassallo en el papel de Guido di Monforte, que demostró un instrumento capaz de adaptarse a la perfección a las dificultades de la partitura, dosificando proyección sonora, carga dramática y presencia escénica a raudales. El personaje de Giovanni da Procida fue debutado con la extraordinaria voz del bajo Riccardo Zanellato que concluyó maravillosamente el dificilísimo papel que le ha sido asignado, comparable al de Zaccaria en Nabucco. Con su aria di sortita “O patria, o cara patria… O tu, Palermo” combinada con “Addio mia patria” fue posible escuchar una abigarrada infinidad de colores y matices posibles por su sólida, dulce y poderosa emisión. También estuvieron bien los comprimarios Il sire di Bethune de Gabriele Sagona, Il conte di Vaudemont de Ugo Guagliardo, la buena Ninetta de Carlotta Vichi, Danieli de Francesco Pittari, Tebaldo de Manuel Pierattelli, Roberto de Alessio Verna y Manfredo de Vasyl Solodkyy. La excelente dirección de la Maestra Oksana Lyniv sorprendió desde la sinfonía del preludio por la esmerada minuciosidad que la joven directora tuvo con la partitura, los tempos fueron siempre correctos y equilibrados, siempre al servicio del canto, buscando en un aspecto sumamente apreciable una forma de dosificar bien los volúmenes con respecto a un entorno acústicamente difícil. Muy bueno también para el coro dirigido por la M° Gea Garatti Ansini.  Aplausos para todos, incluido para la directora de escena, quien en la tercera función a la que asistimos, subió al escenario para saludar al público.



Wednesday, April 26, 2023

Li zite 'ngalera en en Milán

Fotos: Brescia & Amisano

Massimo Viazzo

En estos últimos años la Scala ha mostrado interés por la ópera barroca, interpretada en modo históricamente informado y ha incluido anualmente nuevas producciones (de Handel, Cavalli ..) que han acercado al público a un repertorio no muy frecuentado en este teatro, y permitiéndole también a la orquesta a acostumbrarse a la aproximación filológica.  En esta temporada se ha decidido explorar el siglo XVIII napolitano, en particular la commedia per musica, un género popular, burlón, cuyo libreto está escrito en dialecto napolitano.  La elección ha sido Li zite ngalega ((I fidanzati sulla nave) de Leonardo Vinci.  Se trata de una ópera burbujeante, efervescente, irónica, ingeniosa que se estrenó en el Teato dei Fiorentini de Nápoles en 1722, lugar que se convirtió en referencia para este tipo de obras, y que abrió el camino para ese hilo operístico buffo-farsesco que hemos llegado a amar en las décadas sucesivas.  ¡Li zite ngalera es un baúl de maravillas! Pero en general, la opera napolitana de aquel periodo fue fuente de inspiración para todo el siglo XVIII musical desde Handel hasta Mozart.  Las melodías de las arie da capo que constituyen el esqueleto de la partitura de Vinci fluyeron con simplicidad, naturaleza, extroversión, a veces de manera melancólica, y cuando terminaba un número no se aguantan las ganas de que comenzara el siguiente que parecía aún más bello que el precedente. Todo intercalado con crujientes e imaginativos recitativos en dialecto, a menudo intraducibles al italiano.  La trama, rica de clichés que hacían referencia a la commedia dell’arte de Carlo Goldoni, está basada en el amor, amor no correspondido, amor buscado, amor rechazado y en escena se vieron personajes masculinos cantados por mujeres y papeles femeninos cantados por hombres, como era la costumbre en la época, en un divertido tourbillon hecho de sorpresas, cambio de personas, engaños y golpes de escena.  Para montar una ópera como esta los cantantes deben ser buenos actores, y el desempeño vocal debe ser apoyado y amplificado por el actoral; asi, el elenco de esta producción scaligera fue de alto nivel en todos los sentidos. Francesca Aspromonte (Carlo), Chiara Amarù (Belluccia), Francesca Pia Vitale (Ciomma), Alberto Allegrezza (Meneca), Filippo Mineccia (Titta), Antonino Siragusa (Col’Agnolo), Raffaele Pe (Ciccariello), Marco Filippo Romano (Rapisto), Filippo Morace (Federico), Matias Moncada (Assan) y Fan Zhou (Schiavottella) formaron un equipo de extraordinaria energía teatral, siempre muy dinámicos, brillantes, expansivos, además de que resultaron ser vocalmente eficaces. Para ellos, el director de escena Leo Muscato confeccionó un espectáculo respetuoso del libreto con ambientación y vestuarios de la época, y en particular, la historia se desarrolló en una posada con ambientes que se formaban y deformaban sobre el escenario creando pinturas vivientes, mientras los personajes entraban y salían de la escena continuamente dando casi la impresión de encontrarse de frente a una «folle journée» ante litteram. La dirección de la orquesta le fue confiada a Andrea Marcon a la cabeza de la Orchestra del Teatro alla Scala y de La Cetra Barockorchester de Basilea con instrumentos históricos, que fue la cereza del pastel de esta producción, chispeante, dinámica, ágil, y siempre con tímbrica clara seca, y muy teatral.  Sin dudas, un gran éxito con un público de pie aplaudiendo al final del espectáculo.



Tuesday, April 25, 2023

Li zite ngalera - Teatro alla Scala

Foto: Brescia & Amisano

Massimo Viazzo 

In questi ultimi anni la Scala ha mostrato interesse per l’opera barocca eseguita in modo storicamente informato prevedendo annualmente nuove produzioni (Handel, Cavalli...) che hanno avvicinato il pubblico ad un repertorio non molto frequentato in questo teatro, consentendo anche all’orchestra di abituarsi all’approccio filologico. In questa stagione si è deciso di scandagliare il Settecento napoletano, in particolare la commedia per musica, un genere popolare, burlesco, il cui libretto è scritto in dialetto napoletano. La scelta è caduta su Li zite ngalera (I fidanzati sulla nave) di Leonardo Vinci, la prima commedeja ppe museca (così in napoletano) di cui sia sopravvissuta la partitura. È un’opera spumeggiante, effervescente, ironica, arguta, che andò in scena al Teatro dei Fiorentini di Napoli nel 1722, luogo divenuto riferimento per questo genere di lavori, opera che ha aperto la via per tutto quel filone operistico buffo-farsesco che abbiamo imparato ad amare nei decenni successivi. Li zite ngalera è uno scrigno delle meraviglie. Ma l’opera napoletana in generale di quel periodo è stata fonte di ispirazione per tutto il Settecento musicale da Handel fino a Mozart. Le melodie delle Arie con da capo che costituiscono l’ossatura della partitura vinciana fluiscono con semplicità, naturalezza, estroversione, a volte malinconiche, e quando un numero termina non si vede l’ora di ascoltare quello successivo che pare ancora più bello del precedente. Il tutto inframmezzato dagli scoppiettanti e fantasiosi recitativi in dialetto, spesso intraducibili in italiano. La trama, ricca di cliché riferibili alla commedia dell’arte di Carlo Goldoni, è basata sull’amore, amore non corrisposto, amore cercato, amore rifiutato, e in scena si vedono personaggi maschili cantati da donne e femminili cantati da uomini, come era consuetudine all’epoca, in un divertente tourbillon fatto di sorprese, scambi di persona, inganni, colpi di scena. Per allestire un’opera come questa i cantanti devono essere validi attori, la prestazione vocale deve essere supportata ed amplificata da quella attoriale. E il cast di questa produzione scaligera è stato di alto livello in tutti i sensi. Francesca Aspromonte (Carlo), Chiara Amarù (Belluccia), Francesca Pia Vitale (Ciomma), Alberto Allegrezza (Meneca), Filippo Mineccia (Titta), Antonino Siragusa (Col’Agnolo), Raffaele Pe (Ciccariello), Marco Filippo Romano (Rapisto), Filippo Morace (Federico), Matias Moncada (Assan) e Fan Zhou (Schiavottella) hanno formato una squadra di straordinaria energia teatrale, sempre molto dinamici, brillanti, espansivi oltre ad essere vocalmente efficaci. Per loro il regista Leo Muscato ha confezionato uno spettacolo rispettoso del libretto con ambientazione e costumi d’epoca, e in particolare la vicenda si è svolta in una locanda con ambienti che si componevano e si scomponevano sul palco creando quadretti viventi, mentre i personaggi entravano ed uscivano di scena di continuo dando quasi l’impressione di trovarsi di fronte ad una «folle journée» ante litteram. La direzione d’orchestra affidata ad Andrea Marcon alla testa dell’Orchestra del Teatro alla Scala su strumenti storici e a La Cetra Barockorchester è stata poi la ciliegina sulla torta di questa produzione, frizzante, dinamica, scattante, sempre timbricamente netta e asciutta, e teatralissima. Un gran bel successo con pubblico in piedi ad applaudire alla fine dello spettacolo.

 

Friday, April 21, 2023

El Barbero de Sevilla en Monte Carlo

Foto: Marco Borelli

Eduardo Andaluz

En la ópera de Rossini todo está energizado, exagerado y cargado de vivacidad dramática. Así, la comedia de la ópera de Rossini se acerca más a la commedia dell'arte que del drama francés en el que se basa. La versión del Festival de Salzburgo de 2022, presentada en la Ópera de Montecarlo en el primer año de dirección de este teatro de ópera de Cecilia Bartoli, tuvo mucho éxito y una ovación del público que llenó la maravillosa Salle Garnier. Fue un exuberante viaje a la imaginación, lo que caracterizó la puesta en escena de Rolando Villazón, y estuvo repleta de divertidas escenas acompañadas de las referencias cinematográficas y musicales más conocidas -escenas de Harald B. Thor y vídeos de Rocafilm/Roland Horvath- que se transmitían una tras otra durante la función de la comedia. La máquina escénica requiere un ritmo ajustado, tratándose de teatro puro cantado, y los intérpretes lo hicieron de manera excelente.  Adentrándonos en el espectáculo, hubo otro protagonista excepcional, el transformista Arturo Brachetti (el mago italiano del disfraz) a quien se le encomendó el papel mudo del factotum del montaje, elemento aglutinador de todo el espectáculo y soporte de todos los personajes, sacando a relucir sus dotes actorales. Bromeando, comentando y apoyando a toda la escena, estuvo la orquesta Musiciens du Prince que destacó por su brillante, elegante, dúctil, vigorosa y enérgica sonoridad, dirigida por Gianluca Capuano quien una vez más demostró ser un buen director musical por el rigor y la energía infundidos en la orquesta y en el escenario -incluidos los coros de la ópera de Montecarlo- manteniendo mucha coherencia con la acción. Un elogio al bajo continuo, Andrea Del Bianco, quien de forma creativa y divertida interactuó con los cantantes. Otra fortaleza de este barbero monegasco fue el notable reparto, lo que no fue una novedad dados los nombres. En el papel del Conde de Almaviva, Edgardo Rocha, destelló una línea vocal elegante y valiosa, dotada de todas las características para este tipo de repertorio, como también un gran sentido del humor evidente en la escena de la lección de canto. Cecilia Bartoli iluminó el escenario con su presencia en el papel de Rosina, sacando a relucir una vez más su experiencia como artista; jugó con la gracia y el virtuosismo dotando al personaje de mil facetas. Su absoluto dominio vocal del papel estuvo a la par del de Nicola Alaimo que interpretó el papel de Fígaro con soltura y auto ironía dominando al personaje: su "largo al factotum" del primer acto fue fastuoso acompañado de infinidad de humor escénico. Destacó también el experimentado y fantástico Don Bartolo de Alessandro Corbelli, que sacó a relucir de manera muy cómica la figura del burgués orgulloso y de su estatus adquirido, defendiéndolo por todos los medios para distinguirse de aquellos que no tienen la suerte de ser “un dottor della sua sorte”. Ildar Abdrazakov deleitó y conquistó al público en el papel de Don Basilio, tan impresionante vocalmente como escénicamente. El uniforme reparto también incluyó a Rebeca Olivera, que sacó todo su potencial vocal en el papel de Berta, así como al jovial Fiorello de José Coca Loza, y Paolo Marchini (Ambrogio) y finalmente Przemlyslaw Baranek (Un oficial).



Il Barbiere di Siviglia - Opera de Monte Carlo

Foto: Marco Borelli

Eduardo Andaluz

Nell'opera di Rossini tutto è energizzato,  esagerato e carico di drammatica vivacità. E così la commedia nell'opera di Rossini è più vicina alla commedia dell'arte che al dramma francese su cui si basa. La versione del Festival di Salisburgo del 2022, presentata all'Opera di Monte-Carlo  al primo anno di direzione dell'opera di Cecilia Bartoli,  ha riportato grande successo e ovazione da parte del pubblico che ha riempito la Salle Garnier. Un viaggio esuberante nell'immaginario , quello che caratterizza la messa in scena di Rolando Villazón , ricca di scene buffe accompagnate dai più noti riferimenti cinematrografici  e musicali - scene di Harald B. Thor e video di Rocafilm/Roland Horvath - che si sono susseguiti durante lo svolgimento della commedia. La macchina scenica richiede un ritmo serrato,  trattandosi di puro teatro cantato e gli interpreti lo hanno fatto  in maniera eccellente.  All'interno dello spettacolo, un altro protagonista d'eccezione, il  trasformista Arturo Brachetti ( il mago italiano del travestimento) al quale è  ritagliato il ruolo muto del factotum della produzione, un elemento aggregante dell’intero spettacolo ed una spalla per tutti i personaggi, facendone emergere le sue doti attoriali. A scherzare, commentare e supportare tutta la scena, l’orchestra dei Musiciens du Prince che si distingue per la sua la sonorità eccellente, elegante, duttile, vigorosa ed energica , diretta da  Gianluca Capuano che ancora una volta si dimostra grande regista musicale per il rigore e l'energia infusa nell'orchestra e sul palcoscenico- compresi i cori dell'opera di Monte-Carlo-  mantenendo grande coerenza con l'azione. Un elogio al basso continuo,  Andrea Del Bianco , che  ha creativamente e spiritosamente dialogato con i cantanti. Altro punto di forza di questo Barbiere monegasco, il brillante cast, non una novità visti i nomi. Nel ruolo del Conte d' Almaviva, Edgardo Rocha, che sfoggia  una linea vocale elegante e  pregevole, dotata di tutte le caratteristiche  per questo tipo di repertorio,  ed anche un grande senso dell’umorismo evidente nella scena della lezione di canto. Cecilia Bartoli  illumina il palco con la propria presenza nel ruolo di Rosina, facendo emergere ancora una volta la sua esperienza da grande artista; gioca con leziosità e virtuosismo regalando al personaggio mille sfaccettature. La sua assoluta padronanza vocale del ruolo è pari a quella di Nicola Alaimo che veste i panni di Figaro con disinvoltura e autoironia  dominando il personaggio: magnifico il suo "largo al factotum" del primo atto  accompagnato da un'infinità di umorismo scenico. Spicca anche il fantastico Don Bartolo di Alessandro Corbelli, che fa comicamente emergere la figura del borghese fiero dello status acquisito, difendendolo con tutti i mezzi per distinguersi da chi non ha la fortuna di essere “un dottor della sua sorte”. Delizia e conquista il pubblico,  Ildar Abdrazakov nel ruolo di  Don Basilio, tanto imponente vocalmente quanto scenicamente. Nell’affiatato cast figura anche Rebeca Olvera, che nei panni di Berta sfrutta al meglio le proprie capacità vocali, così come il gioviale Fiorello di José Coca Loza, Paolo Marchini (Ambrogio) e Przemlyslaw Baranek (Un Ufficiale) .



Thursday, April 20, 2023

Rigoletto en Ferrara

Fotos: © Teatro Municipale di Piacenza / Teatro Comunale «Claudio Abbado» di Ferrara

Athos Tromboni

¿Y si se escenificara Rigoletto como si fuera Triboulet, el bufón jorobado del drama de Víctor Hugo ambientado en la corte de Federico I de Francia, dinastía de Orleans, monarca que reinó ininterrumpidamente en suelo francés desde 1515 hasta 1547? Aproximadamente la misma época (siglo XVI como indica el libreto preparado por Francesco Maria Piave para Giuseppe Verdi), e igualmente el contexto ambiental, es decir, la corte de un personaje poderoso. La idea de volver a ambientar a Rigoletto en la Francia de Federico I no es extraña, porque al propio Verdi le hubiera gustado llamar al protagonista de su ópera inspirada en el drama de Hugo "Triboletto", pensando en el rey transalpino y no en el duque de Mantua. Pero la censura austriaca (que entonces gobernaba Venecia, donde se representó el estreno mundial) intervino y el escenario se desvió a Mantua; y el Rey fue degradado a Duque, porque no era concebible un regicidio escenificado -en tiempos del absolutismo monárquico- (la misma suerte corrió el protagonista de Un ballo in maschera, cambiado de Suecia por Gustav III muerto durante una conspiración, a una colonia americana donde el Rey de Suecia fue degradado a Gobernador de Boston). Dicho y hecho: Leo Nucci, que dirigió esta producción de Rigoletto (escenificada primero en el Teatro Municipal de Piacenza, luego en el Teatro Municipal "Claudio Abbado" de Ferrara) no tardó en decidirse. Hasta el punto de que el primer acto no tiene lugar en el salón de un palacio (o en un palacio ducal), sino en el jardín del Rey de Francia. Y luego, en el segundo acto montado en un interior, donde destaca una ampliación del retrato de Francisco I de Orleans, imitando el famoso cuadro original de François Clouet. Los exteriores e interiores de este montaje se caracterizan por un hermoso entorno tradicional, encargado por Carlo Centolavigna; los trajes coloridos y renacentistas de Artemio Cabassi eran hermosos, mientras que la excelente iluminación fue de Michele Cremona. Y la dirección de Leo Nucci penetró íntimamente en el drama involucrando a los cantantes y al coro de manera adecuada, dando finalmente al teatro musical el sentido de una fidelidad representativa que hoy en día es cada vez más rara ver en los escenarios de ópera. Hago mis propios comentarios, y en un lugar donde las opiniones cuentan más que las noticias: antes de escribir este artículo, leí algunas reseñas de otros críticos musicales que indicaban como demoledoras las elecciones escenográficas y de dirección de Leo Nucci. Palabras de desprecio de una obra que nos pareció espléndida (el público ferrarense coincidió con un lleno, con una buena mitad de público joven o muy joven aplaudiendo con entusiasmo). Leemos con fastidio aquellas críticas que juzgan las elecciones de Nucci (y quien me sigue desde hace tiempo sabrá que no tengo prejuicios contra las llamadas "direcciones modernas"), críticas en las que, si Gilda no lleva minifalda o si el Duque de Mantua no tiene los vaqueros rotos y al menos un par de tatuajes, "entonces la obra está museificada, muerta sí"... Una práctica de dirección que pretende ser "innovadora" y/o "de ruptura" pero termina siendo banal, conformista y antipática. No hay que ir más lejos: la puesta en escena de Piacenza y Ferrara de este Rigoletto es preciosa. Hablando de la interpretación musical: en el podio de una excelente Orquesta Filarmónica Italiana estaba anunciado Francesco Ivan Ciampa, indispuesto (¡qué pena! con gusto lo hubiésemos escuchado por su talento y su sensibilidad musical que crece temporada tras temporada. ) Sin embargo, su reemplazo, Gaetano Lo Coco, suscitó una excelente impresión: gesto claro y atento al escenario, dinámica apropiada a la música de Verdi (del pianissimi al fortissimo, tempos amplios pero coherentes, pulso decisivo), respeto por las voces, transparencia e inteligibilidad del fraseo (¿cuánto se debió a la concertación de Ciampa y cuánto a Lo Coco?). El papel de Rigoletto le fue confiado a Amartuvshin Enkhbat, excelente en Ferrara y ya muy apreciado en otros importantes teatros; Enkhbat destacó por la belleza de su timbre y la precisión de su fraseo, lo que le valió la definición de «barítono con voz de otra época». Su más cálido aplauso en la escena abierta y al final del espectáculo. Junto a él, la joven soprano Federica Guida (Gilda), una cantante en ascenso, ya estrella en la Wiener Staatsoper, del Teatro alla Scala y del Teatro Massimo de Palermo; para ser honestos debemos decir que no cumplió con nuestras expectativas. Su interpretación es muy musical, pero cantó cerrando las vocales abiertas, oscureciendo el fraseo, a menudo evitando el legato en favor de una especie de staccato "punteado"; y no estuvo dispuesta a limitar el volumen de su potente y sonora voz ni en los duetos ni en el cuarteto ""Bella figlia dell'amore" donde incluso superó el timbre del tenor. Optimo, por otro lado, estuvo el Duque de Mantua interpretado por Marco Ciaponi, un tenor ya consagrado internacionalmente. Completaron el reparto sobresalientes actores secundarios, como Christian Barone (Sparafucile), Rossana Rinaldi (Maddalena), Elena Borin (Giovanna), William Allione (Conde de Monterone), Stefano Marchisio (Marullo), Marcello Nardis (Matteo Borsa), Juliusz Loranzi (Conde de Ceprano), Emanuela Sgarlata (Condesa de Ceprano), Agnes Sipos (Un paje) y Lorenzo Sivelli (Un acomodador). Bravo el coro dirigido por Corrado Casati; en escena también una decena de mimos y extras que contribuyeron a enriquecer e imaginar la atmósfera de la representación. Un cálido aplauso para Ciaponi por "La donna è mobile"; y para Enkhbat y Guida por ""Sì vendetta tremenda vendetta" con una insistente petición de bis, no concedida.






Monday, April 17, 2023

Clori, Tirsi e Fileno a Houston

Foto: Lynn Lane

Carlos Rosas-Torres 

George Frideric Handel compose la sua cantata a tre Clori, Tirsi e Fileno (HWV 96) o Cor fedele in vano speri nel 1707 durante il suo soggiorno a Roma, proprio nella terra dove nacquero l'opera e la cantata, due generi rappresentati nel lavoro e che si completano a vicenda. Il libretto pastorale farebbe pensare ad una cantata, ma la sua strumentazione e il canto esplosivo suggeriscono influenze operistiche. Sebbene sia un'opera poco conosciuta e interpretata (ci sono, tuttavia, alcune registrazioni discografiche in commercio) la sua partitura contiene arie che lo stesso Handel incorporò anni dopo in alcune sue opere come Rodrigo, Aci e Galatea, Rinaldo e Agrippina. L'orchestra di musica antica di Houston, Ars Lyrica, sotto la direzione del suo direttore Matthew Dirst, ha regalato questo piccolo gioiello musicale, anche se purtroppo solo in una occasione e in versione da concerto. La semplice storia di questo affascinante lavoro musicale parla dell'astuta pastorella Clori, che ama due giovani pastorelli - Tirso e Fileno - ma finisce per perdere entrambi i corteggiatori quando scoprono la sua instabilità e infedeltà. La particolarità dell'opera è che presenta tre personaggi en travesti, qui interpretati da un soprano, un contralto e un controtenore, e anche se sembrerebbe un'opera comica non lo è, anzi è un'opera musicalmente ricca e ampia nella sua arie e passaggi musicali. Alla piacevole serata, un altro successo tra quelle proposte da Ars Lyrica, hanno partecipato tre giovani cantanti americani come il contralto Cecelia Mckinley (Fileno) dalla penetrante vocalità e nitidezza che ha offerto momenti commoventi nell'aria 'Son come que nocchiero' o nel suo vibrante duetto “Scherzando sul tuo volto” accompagnata dal controtenore Key'mon W. Murrah, che si è distinto come Clori, per il suo piacevole colore quasi sopranile, capace di raggiungere acuti brillanti e agilità. Già con una illustre carriera internazionale alle spalle e una notevole esperienza nel repertorio di musica antica, il soprano texano Lauren Snouffer (Tirsi) ha affascinato per  l'autorevolezza, la musicalità e la pirotecnica vocalità mostrate nella sua sorprendente aria “Tra le fere la fera più cruda” o nel duetto finale con McKinley 'Senza occhi e senza accenti', per citare un paio di esempi di quella che è stata una collaborazione straordinaria. Va detto che gli artisti hanno interagito durante i recitativi e le arie, dando fluidità allo spettacolo di appena un'ora e mezza. L'orchestra guidata dal maestro Matthew Dirst al clavicembalo, ha accompagnato i cantanti, eseguendo la ricca partitura con maestria, delicatezza e dinamismo, con una buona sezione degli archi, senza dimenticare gli interventi solistici e gli ornamenti del primo violino Stephen Redfield, gli eleganti accompagnamenti del fagotto e oboe, e la tiorba di Michael Leopold, rinomato interprete americano di musica antica.

 

 

 

Thursday, April 13, 2023

El Mesias de Händel en Catania, Italia

Foto: Giacomo Orlando per il Teatro Massimo "V. Bellini" di Catania

Eduardo Andaluz

La temporada de conciertos del Teatro Massimo "Bellini" de Catania, la antigua ciudad portuaria situada en la costa este de Sicilia, ofreció, en dos días consecutivos, y con motivo de la la Semana Santa, la que se considera como la obra maestra absoluta de la música sacra, El Mesías de Georg Friedrich Händel, un oratorio en tres partes para solistas, coro y orquesta. En esta ocasión, los solistas fueron el tenor Pietro Adaini, la soprano Elisa Verzier, la mezzosoprano Ilaria Ribezzi, y el barítono Cristian Senn; en el podio para dirigir la orquesta y el coro del Teatro Massimo Bellini estuvo el director Marcus Bosch, quien se caracterizó por realizar una dirección decididamente clara e intuitiva, y con un gusto estilístico muy acertado, sin descuidar en ningún momento la importancia de la parte vocal, siempre sostenida y apoyada; y nunca cubierta. Hablamos de un resultado general compacto y rico de matices. Los cuatro solistas estuvieron muy atentos a sus indicaciones. El tenor Pietro Adaini, con una voz suave y luminosa, supo extraer lo mejor de su parte haciendo que sus coloraturas estuvieron muy precisas.  La misma técnica virtuosa fue utilizada por el compositor para la voz de del bajo, que aquí interpretó el barítono chileno Christian Senn, siempre capaz de superar todos los obstáculos gracias a una voz bien manejada, segura y de hermosos colores. La parte que, que va desde los larghetti hasta los difíciles prestissimi, no supuso ninguna en dificultad para la voz bruñida y al mismo tiempo dúctil de la mezzosoprano Ilaria Ribezzi, quien no temió a asumir las dificultades de la composición, mostrando cualidades expresivas. Por último, la soprano Elisa Verzier, se mostró muy elegante, precisa y con buen fraseo, abordando oportunamente la coloratura en su aria aria “Rejoice greatly, O daughter of Zion”. Atractiva fue la la actuación del coro, que supo alternar con buen resultado, de los momentos de pianissimo a las secciones de fortissimo, demostrando atención de las intenciones del compositor. El clímax se alcanzó con la parte más celebre, ¡Aleluya!, a la que el cálido público no pudo sustraer, iniciando un largo aplauso. Su repetición como bis hizo que la velada concluyera con mucho entusiasmo por parte de todos.



Clori, Tirsi e Fileno en Houston



Foto: Lynn Lane

Carlos Rosas-Torres 

George Frideric Handel compuso su cantata a tre Clori, Tirsi e Fileno (HWV 96) o Cor fedele in vano speri en 1707 durante su estancia en Roma, precisamente en la tierra donde nació la ópera y la cantata, dos géneros representados en la obra en la que se complementan. Su pastoral libreto indica que se trata de una cantata, pero su instrumentación y explosivo canto sugiere influencias de la ópera. Aunque es una obra poco conocida e interpretada (existen, sin embargo, algunas grabaciones discográficas en el mercado) su partitura contiene arias de óperas que el propio Handel incorporó años después a algunas de sus óperas como: Rodrigo, Acis and Galatea, Rinaldo y Agrippina.  La orquesta de música antigua de Houston, Ars Lyrica bajo la conducción de su director Matthew Dirst, regaló esta pequeña joya musical, aunque lamentablemente en una sola ocasión y en versión de concierto. La simple historia de este encantador juego musical versa sobre la astuta pastora Clori, que ama a dos jóvenes pastores – Tirso y Fileno- pero que termina perdiendo a ambos pretendientes cuando ellos descubren su inestabilidad e infidelidad. La peculiaridad de la obra es que cuenta con tres personajes en travesti, aquí interpretados por una soprano una contralto y un contratenor, y aunque parecería tratarse de una obra cómica, no lo es así, si no que se trata de una pieza musicalmente rica y vasta en sus arias y pasajes musicales. La entretenida y velada, una más de la bien cuidada y elegida selección que ofrece Ars Lyrica, contó con la presencia de tres jóvenes cantantes estadounidenses como la contralto Cecelia Mckinley (Fileno) de penetrante vocalidad y nitidez que ofreció momentos conmovedores como su aria ‘Son come que nocchiero’ o en su vibrante dúo “Scherzando sul tuo volto” acompañada del contratenor Key’mon W. Murrah, que destacó como Clori, por su agradable color casi sopranil, capaz de alcanzar  brillantes agudos y agilidad. Ya con una destacada carrera internacional a cuestas y considerable experiencia en el repertorio de música antigua, la soprano texana Lauren Snouffer (Tirsi) cautivó por la autoridad, la musicalidad y la pirotecnia vocal exhibida en su asombrosa aria:  Tra le fere la fera più cruda o en el dúo final con McKinley ‘Senza occhi e senza accenti’, por mencionar un par de ejemplos de lo que fue una notable colaboración. Se debe mencionar que los artistas interactuaron durante los recitativos y arias, dándole fluidez al espectáculo de una escasa hora y media de duración. La orquesta bajo la conducción en el clavecín del maestro Matthew Dirst, acompañó a los artistas, ejecutando la rica partitura con maestría, delicadeza y dinamismo, con una buena sección de cuerdas, sin dejar de mencionar las intervenciones solistas y ornamentos del concertino Stephen Redfield, los elegantes acompañamientos del fagot y el oboe, y de la tiorba de Michael Leopold, reconocido interprete estadounidense de música antigua. 



 

Il Messia di Handel al Teatro Massimo Bellini di Catania


Foto: Giacomo Orlando per il Teatro Massimo "V. Bellini" di Catania

Eduardo Andaluz

La stagione concertistica del Teatro Massimo “Bellini” di Catania ha offerto, per la Settimana Santa ,un capolavoro assoluto della musica sacra, il Messiah di Georg Friedrich Händel , oratorio in tre parti per soli, coro e orchestra, con i solisti Pietro Adaini tenore, Elisa Verzier soprano, Ilaria Ribezzi mezzosoprano, Cristian Senn baritono; sul podio a dirigere orchestra e coro del Teatro Massimo Bellini il direttore Marcus Bosh. Esso si è contraddistinto per una direzione decisamente  chiara e intuitiva  e per il  gusto stilistico molto accurato, senza mai trascurare l’importanza della parte vocale, sempre sostenuta e mai coperta; un insieme compatto e  ricco di sfumature. Molto attenti alle sue direttive i quattro solisti. Il  tenore Pietro Adaini, dalla voce morbida e luminosa, ha saputo trarre il meglio dalla sua parte rendendo ben precisa la sua coloratura. La stessa tecnica di  virtuosismo viene usata dal compositore per la voce di basso , interpretata dal baritono Christian Senn,  sempre capace di superare tutti gli ostacoli grazie ad una voce ben gestita, sicura e di bel colore. La parte, che va dai larghetti fino a i difficili prestissimi, non mette in difficoltà la voce brunita e duttile allo stesso tempo del mezzosoprano Ilaria Ribezzi, che non teme alcuno scoglio nella scrittura, mostrando doti di espressività. Infine, molto elegante, precisa e di buon fraseggio il soprano Elisa Verzier, che affronta prontamente la coloratura nella sua aria “Rejoice greatly, O daughter of Zion” Ottima la resa del coro, che ha saputo alternare con ottimo effetto momenti in pianissimo a sezioni in fortissimo,dimostrando l’attenzione per le  intenzioni del compositore.  Il culmine è stato raggiunto con Il brano più celebre, l’Hallelujah!, al quale il caloroso pubblico non è riuscito a sottrarsi, facendo partire un lungo applauso. La riproposizione come bis ha fatto sì che la serata terminasse con grande entusiasmo da parte di tutti.



 


Tuesday, April 11, 2023

Tosca a San Diego

Foto:© 2023 Karli Cadel

Ramón Jacques

L'ultimo rapporto pubblicato nel 2022, con i dati del periodo 2020-2021, dell'associazione Ópera América a cui appartengono i teatri d'opera americani, contiene informazioni interessanti e dettagliate, come il numero del personale impiegato dai teatri (con 130 città che hanno almeno una compagnia lirica professionale), l'impatto che il COVID ha avuto a causa della cancellazione di spettacoli, stagioni e chiusure di teatri durante quel periodo; così come l'origine del finanziamento dei teatri, che negli Stati Uniti si concretizza in un'alta percentuale di contributi privati ​​di aziende o sponsorizzazioni, investimenti e minimi sostegni statali, nonché il contributo che questo settore ha nell'economia del paese. Inoltre, il report contiene dati come il numero di artisti ingaggiati dai teatri, il numero di spettatori con biglietti pagati sul totale degli spettacoli eseguiti, e l'elenco dei titoli più rappresentati e apprezzati, che dal 1970 ad oggi include la Tosca di Giacomo Puccini, penultimo titolo dell'attuale stagione della San Diego Opera. L'ultima produzione a cui ho assistito in questo teatro è stata Madama Butterfly nell'aprile 2016, e nonostante siano passati diversi anni, ho potuto apprezzare ancora una volta un'altra produzione scenica elegante, dettagliata e attenta, che aderisce puntualmente a quanto descritto nel libretto. Sul palco, la compagnia di San Diego si è disimpegnata nelle proprie produzioni in un ambito conservatore, tradizionale con poche sperimentazioni moderne innovative o controverse. I decori e le ampie scenografie di questa produzione di Tosca sono stati disegnati da Andrew Horn, con i costumi raffinati e ben caratterizzati di Andrew MarleyAndrew Marley. E' piaciuto particolarmente il secondo atto, con enormi affreschi collocati in cima a quello che doveva rappresentare l'interno di Palazzo Farnese, e per il lucido e inquietante gioco di luci in cui il cielo sul fondale passava dal cupo buio della notte allo splendore dell'alba, un effetto magnificamente ottenuto dal light designer Chris RynneLa regia è stata affidata a Alan E. Hicks, che è incorso nei soliti cliché, in eccessi inutili e in qualche violenza, soprattutto nel secondo atto, cose che di solito si vedono nella maggior parte delle Tosche  in scena, dove più che al tempo e all'ambientazione in cui si svolge l'azione, le idee riguardanti la recitazione sono generalmente limitate. Sottolineo però il fatto che nonostante Tosca possa essere considerato un titolo molto visto o ripetuto, continua ad essere una calamita al botteghino e, come è stato verificato, risulta essere la prima esperienza nel mondo dell'opera per un pubblico che rimane sorpreso, commosso e turbato dalla storia, rivalutandola continuamente e dando validità allo spettacolo. La collaborazione tra il teatro e la San Diego Symphony ha dato buoni risultati, poiché una strumentazione molto sfumata, colorita e vibrante è emersa dalla buca orchestrale quando necessario, sotto la guida del maestro italiano Valerio Galli che ha approfittato della sintonia e del valore dei musicisti di questa orchestra, dirigendo con attenzione ai dettagli e sottigliezza. Come Tosca, il soprano Michelle Bradley ha mostrato una voce potente, in equilibrio tra nervosismo e delicatezza, richieste nei diversi passaggi e stati d'animo che il personaggio attraversa. Al suo debutto locale, il tenore argentino Marcelo Puente ha mostrato calore e un timbro robusto ed energico, adatto al ruolo, anche se sul palco è apparso un po' rigido e a volte poco plausibile. Il basso-baritono americano Greer Grimsley ha dato vita a uno Scarpia aggressivo e violento, a mio parere anche troppo, e ha restituito il ruolo più con l'esperienza che per le doti vocali che sembrano non essere più le stesse di prima. Corretti nei loro interventi sono stati il tenore Joel Sorensen nei panni di Spoletta, artista con uno stretto rapporto da molti anni con la compagnia, il baritono Michael Sokol nel ruolo del Sagrestano, il basso baritono Deandre Simmons nel ruolo di Sciarrone, il basso-baritono Andrew Craig Brown nella sua doppia apparizione nei panni di Angelotti e il carceriere, e il soprano Abigail Allwein per la radiosità nella sua voce com interprete del  pastore. Non si può dimenticare la presenza e il contributo del San Diego Opera Choir, sotto la guida del maestro Bruce Stasyna, che vanta una notevole carriera alla guida di cori di importanti teatri americani; né il contributo del San Diego Children's Choir.




Tosca en San Diego

Fotos: © 2023 Karli Cadel / SDO

Ramón Jacques            

El último reporte publicado en el  2022, con datos del periodo 2020-2021, de la asociación Ópera América a la que pertenecen los teatros de ópera estadounidenses, contiene interesante y detallada información, como la cantidad de personal empleado por los teatros (donde 130 ciudades cuentan con al menos una compañía lírica profesional), el impacto que tuvo el  COVID en el medio debido a la cancelación de funciones, temporadas, y cierre de teatros durante ese periodo; así como el origen del financiamiento de los teatros, que en Estados Unidos proviene en un alto porcentaje de aportaciones privadas de empresas y particulares, o patrocinios, inversiones, y mínimo apoyo gubernamental, así como el aporte que este sector tiene en la economía del país. Además, el reporte contiene cifras como la cantidad de artistas contratados por los teatros, la cantidad de público asistente con boleto pagado al total de las funciones realizadas, y la lista de los títulos más representados y populares, que desde 1970 al día de hoy, incluye a Tosca de Giacomo Puccini, penúltimo título de la actual temporada de la Ópera de San Diego.  La última producción a la que asistí en este teatro fue Madame Butterfly en abril del 2016, y aunque han pasado varios años, he podido apreciar de nueva cuenta otra elegante, detallada y cuidada producción escénica, que se apega puntualmente a lo descrito en la trama. Escénicamente, la compañía de San Diego se ha conducido dentro de un rango conservador y tradicional en sus montajes, con pocos experimentos modernos, innovadores o polémicos. Los decorados y espaciosas escenografías de este montaje de Tosca, fueron ideadas por Andrew Horn, con refinados y distinguidos vestuarios de Andrew Marley y Heide Zamora. Agradó especialmente el segundo acto, por los enormes frescos situados en la parte superior de lo que representaría el interior del Palazzo Farnese, y el lucido e inquietante juego de luces en el que en el cielo al fondo del escenario pasaba de la lúgubre oscuridad de la noche a la brillantez del alba, un efecto muy bien logrado por el iluminador Chris Rynne.  La dirección escénica corrió a cargo del director Alan E. Hicks, quien incurrió en los habituales clichés y la innecesaria sobreactuación y cierta violencia, sobretodo en el segundo acto, que se suelen ver en la mayoría de las Toscas que se ven en escena, donde más allá de la ambientación y el tiempo en el que se situé la acción, las ideas en cuanto al desempeño actoral suele ser limitada.  Sin embargo, destacaría el hecho de que a pesar de que Tosca se puede considerar como un título muy visto o repetido, continúa siendo un imán de taquilla, y como se ha podido constatar, resulta ser la primera experiencia o introducción de muchos asistentes del público a la ópera, quienes se sorprenden, se conmueven y se inquietan con la historia, lo que le revaloriza y continúa dándole vigencia al espectáculo. La colaboración entre el teatro y la San Diego Symphony, resultó, ya que del foso surgió una instrumentación muy matizada, colorida, y vibrante cuando fue necesario, bajo la conducción del maestro italiano Valerio Galli quien aprovechó la conjunción y el oficio de los músicos de esta orquesta, dirigiendo con atención al detalle y sutileza en sus movimientos.  Como Tosca, la soprano Michelle Bradley, mostró una voz potente, balanceada entre el nervio y la delicadeza, que se requieren en los diferentes pasajes y estados de ánimo por los que atraviesa el personaje.  En su debut local el tenor argentino Marcelo Puente, mostró calidez y un robusto y enérgico timbre, adecuado para el papel, aunque en escena lució algo rígido y por momentos poco verosímil. El bajo-barítono estadounidense Marcelo Puente dio vida a un agresivo y violento Scarpia, innecesario a mi parecer, y sacó adelante el papel más por experiencia que por cualidades vocales, que parecen no ser las mismas de antaño. Correctos en sus intervenciones estuvieron:  el tenor Joel Sorensen como Spoletta, artista con una estrecha relación desde hace muchos años con la compañía; el barítono Michael Sokol como el Sacristán, el bajo barítono Deandre Simmons como Sciarrone; el bajo-barítono Andrew Craig Brown en su doble aparición como Angelotti y el carcelero, y la soprano Abigail Allwein por su resplandor en la voz del pastor. No se puede olvidar la presencia y la contribución del coro de la ópera de san diego, bajo la conducción del maestro Bruce Stasyna, poseedor de una notable trayectoria al frente de los coros de importantes teatros estadounidenses; como tampoco el aporte del coro San Diego Children’s Choir.



Monday, April 10, 2023

John Adams: Doctor Atomic CD

 


Lloyd Schwartz

John Adams: Doctor Atomic (2004-05) opera en dos actos con libreto de Peter Sellars extraido de fuentes originales.  Elenco: Gerald Finley (Dr. J Robert Oppeheimer), Julia Bullock (Kitty Oppenheim),  Brindley Sherratt (Edward Teller), Andrew Staples (Robert Wilson), Jennifer Johnston (Pasqualita), Aubrey Allicock (General Leslie Groves), Marcus Farnsworth (Frank Hubbard), Samuel Sakker (Captain James Nolan) BBC Singers dirigidos por Matthew Morley BBC Symphony Orchestra Director Musical: John Adams. Formato Audio CD Editado el 29 de junio del 2018 Sello discográfico: Nonesuch

Dr. Atomic, es la ópera del compositor John Adams que tuvo su estreno en el 2005 y se centra en los primeros experimentos de la bomba atómica realizados en Los Álamos Nuevo México.  El álbum editado en el 2018 con la grabación de Doctor Atomic fue dirigida por el propio compositor.  Además de ser una ópera compuesta por Adams, en la creación de Doctor Atomic participó Peter Sellars, que como señalé se basó en las primeras pruebas hechas con la bomba atómica. La ópera tuvo su estreno mundial en la Ópera de San Francisco en la temporada 2005, y la grabación discográfica, bajo la conducción de Adamas, podría bien ser, a mi manera de ver, la ejecución definitiva de la obra. Doctor Atomic es la tercera colaboración entre el compositor John Adams, y el director de escena Peter Sellars quienes abordaron puntos de inflexión clave de la historia moderna.  La primera de sus obras y aun las más satisfactoria es “Nixon in China” que trata acerca de un valioso logro por un presidente deshonrado, y que fue la apertura de la China comunista al Oeste.  La segunda y más controvertida de sus obras es: "The Death Of Klinghoffer, que trata sobre los acontecimientos ocurridos alrededor del sonado ataque terrorista palestino al barco italiano Achille Lauro, que resultó en la muerte de un turista judío-estadounidense en silla de ruedas. Ambos tenían libretos elocuentes y puntiagudos de la poeta Alice Goodman. "Doctor Atomic" se enfrenta a Robert Oppenheimer y las primeras pruebas de la bomba atómica en Los Álamos. Cuando Goodman se retiró, Sellars compiló un libreto con entrevistas, memorias, informes científicos desclasificados y poemas que van desde el "Bhagavad Gita" hasta John Donne, así como de Charles Baudelaire y la poeta estadounidense de mediados de siglo Muriel Rukeyser. Sellars construyó un escenario dramático y lleno de suspenso, pero el lenguaje plano y conversacional de gran parte del diálogo está mejor servido por el acompañamiento orquestal que por las líneas vocales reales, se me ocurre como ejemplo el pasaje entre el físico Robert Wilson y Oppenheimer.  Sin embargo, parte del libreto de Sellars inspira un lirismo realista de Adams. Mi pasaje favorito en "Doctor Atomic" es una verdadera aria, un fenómeno raro en la ópera contemporánea. Es el inquietante escenario de Adams del paradójico "Holy Sonnet: Batter My Heart, Three-Person'd God" de John Donne con el que termina el primer acto. En esta grabación, la canta el barítono Gerald Finley, quien creó el papel del atormentado Oppenheimer. Me conmueve especialmente la forma en que Adams repite palabras de una sílaba como corazón, respiración y reparación, dándoles un conmovedor giro. Los dos personajes femeninos principales son la esposa de Oppenheimer, Kitty, y su criada nativa americana, quienes son las autoridades morales. La doncella Pasqualita es una figura más abstracta cuya canción de cuna contrasta implícitamente con la traición a la naturaleza del científico. El papel de Kitty Oppenheimer estaba originalmente destinado a la gran mezzosoprano Lorraine Hunt Lieberson, quien ya estaba demasiado enferma para asumir el papel. El personaje esencialmente encuentra su voz en la poesía de Muriel Rukeyser, y en esta grabación lo canta la expresiva mezzosoprano Gerald Finley.  Vi la producción del Metropolitan Opera en persona. Y es una de las pocas veces que realmente preferí la transmisión en vivo en HD que se muestra en las salas de cine, en parte porque solo podía distinguir quién estaba cantando cuando la cámara de televisión enfocaba a un personaje en particular ya que, en mi opinión, Adams no hizo muchas distinciones entre los numerosos roles masculinos. Estoy especialmente impresionado por la cuasi obertura y la cuenta regresiva final para la prueba de la bomba, que, aunque ya sabemos que es lo que va a suceder, construyo un poderoso suspenso. Entonces, incluso cuando la configuración musical de las palabras no es especialmente memorable, todavía tenemos la sensación de que todas estas figuras están atrapadas en una vorágine imparable.  Como también nosotros lo estamos.

*El poeta estadounidense Lloyd Schwartz enseña en el programa MFA de escritura creativa en la Universidad de Massachusetts, Boston. Es editor sénior de música clásica para la revista en línea New York Arts, además de ser crítico musical para la estación National Public Radio. Fue editor de música clásica del desaparecido periódico The Boston Phoenix. En 1994, recibio el prestigioso premio Pulitzer por su labor como crítico.



 

Saturday, April 8, 2023

Lakmé en Zúrich

Fotos: Fotos: Toni Suter.

Fabiana Crepaldi

Sabine Devieilhe y Lakmé. Estos dos nombres me bastaron para definir Zúrich como mi puerta de entrada a Europa, el pasado 2 de abril. Desde que interpretó el papel en 2014, en la Opéra Comique de París -la misma sala donde, en 1883, Léo Delibes puso en escena por primera vez su Lakmé-, Devieilhe ya se ha sumado a la lista de grandes intérpretes de la muy francesa heroína hindú.  Un solo detalle bajo un poco el entusiasmo de esta amante del teatro: la ópera en forma de concierto (en realidad, fue semi-escenificada). No es que me sorprendiera, ya que a Lakmé es bastante común verla en concierto: también fue el caso en el Teatro Real de Madrid, en el Théâtre des Champs-Elysées, en la Opéra de Montecarlo. ¿Por qué? Tanto la música como el libreto de Lakmé aportan elementos ricos para la puesta en escena, y hay buenos directores capaces de hacerlo sin caer en el orientalismo kitsch, como demostró Laurent Pelly en la bella producción que se estrenó el pasado mes de septiembre en la Opéra Comique, teniendo, por supuesto, a Devieilhe en el papel principal.

Aunque, según el excelente programa de mano de la producción del 2022 de la Opéra Comique, Lakmé se encuentra entre las diez óperas francesas más representadas en el mundo, no está entre las diez más conocidas por el público lírico. Seguro que todos han escuchado el famoso dúo de flores “Viens, Mallika… Sous le dôme épais”, cuando Lakmé y Mallika están recogiendo flores de loto, así como “Où va la jeune Hindoue?”, y la famosa y virtuosa air des clochettes. , o aria de las campanas, cuando Lakmé cuenta la historia de la hija del paria. Son sin embargo pocos, aquellos cuyo contacto con la ópera va más allá de estos dos momentos. Especialmente en Brasil, además de ser poco interpretada, es una ópera incomprendida y subestimada, y casi no hay material al respecto en portugués. Por eso, es oportuno que, en este texto sobre una ejecución en forma de concierto, en el que no hay largas discusiones sobre la puesta en escena, se dedique algún espacio a la reflexión sobre la obra.

El soldado y lo exótico

Lakmé es uno de esos casos que James Parakilas, en su ineludible artículo publicado en The Opera Quarterly en 1993, agrupó en la categoría que denominó “El soldado y lo exótico”: “una historia de amor imposible entre un soldado de un ejército europeo y una mujer perteneciente a un pueblo exótico bajo la ocupación de ese ejército”. Seguramente el lector recordará otra ópera célebre, la primera de esta “familia”: Carmen de Bizet, que se estrenó en la misma sala y sólo ocho años antes que Lakmé. El apogeo de estas óperas coincidió con el apogeo del imperialismo europeo, terminado por la Primera Guerra Mundial. Como señala Parakilas, se trata de óperas sobre europeos que van a un mundo exótico: hombres “que ponen a prueba sus sueños de escapar a una vida diferente, y que cierran el telón demostrándose a sí mismos –y al público– que el sueño es falso, y escapar es imposible.” Es importante tener en cuenta que las óperas sobre la expansión imperialista difieren de aquellas sobre la Era de los Descubrimientos ambientadas hace siglos. En primer lugar, tratan un tema contemporáneo, lo que las hizo innovadoras: la trama de Carmen se desarrolla en la década de 1820, justo cincuenta años antes del estreno; en Lakmé, la trama se desarrolla en el momento de la composición.

Además, como señala Parakitas: “Si las óperas de la Era de los Descubrimientos, en las que la mujer exótica opta por asimilarse a la cultura europea, representan la confianza de los europeos en el poder de su cultura frente a otras culturas, las óperas del Soldado y lo exótico, en las que no se asimila [a la cultura], no representan un declive en la confianza europea, sino un punto de inflexión del enfoque artístico hacia algo nuevo: la frustración que el poder no puede curar, no solo en la empresa colonial, sino en la experiencia social más en general.”

Para escribir el libreto, Edmond Gondinet y Philippe Gille se apoyaron principalmente en dos fuentes: Le Mariage de Loti (1880), de Pierre Loti, novelista de moda, y, sobre todo, en Les Babouches du Brahmane, una de las Scènes de la vie anglo-hindoue, del indianista Théodore Pavie, publicado en 1849 en la popular Revue des Deux Mondes. Lakmé, la joven hija del brahmán, posee una fe pura y verdadera y es una especie de protectora del pueblo dominado por la colonización inglesa: ella “se considera perteneciente a una raza poco inferior a la de los dioses, muy superior a la de los hombres”, por usar las palabras con las que Pavie presenta a su heroína (que en su obra se llamaba Roukminie). Ella vive entre la naturaleza y sus joyas, y bajo la estricta protección de su padre, Nilakantha, que predica contra la ocupación inglesa, contra sus opresores.

No muy lejos de ellos, cinco ingleses, tres mujeres y dos soldados, con irreverencia, hablaban de este exótico país y cuestionaban si las mujeres indias eran muy diferentes a las inglesas. Para Ellen, la novia de Gérald, las indias sabían encantar, pero las inglesas sabían amar. Gérald y Frédéric son más sensibles a esta civilización india que sus novias. Los encantos y misterios de esta cultura tan diferente despiertan la fantasía de Gérald, quien acaba enamorándose de Lakmé incluso antes de verla: se enamora de los misterios y del entorno que la rodea, de la idea de la joven sagrada, y quedó como encantado al ver el esplendor de sus joyas. Entonces, no se trata, la idea del amor a primera vista. Cuando se encuentran, la dulzura y el atrevimiento del soldado también despiertan sentimientos en Lakmé, quien se preocupa por proteger a Gérald de la venganza y muerte de su padre. Lakmé logra salvar a Gérald, pero, al darse cuenta de la imposibilidad de cumplir su amor en vida, al darse cuenta de que no cambiará su ejército y su país por ella, se envenena con las flores y muere. Gérald estaba dispuesto a morir por su honor, pero no por Lakmé: y cuando ella le propuso esconderse, él respondió que prefería morir; Lakmé, por su parte, estaba dispuesta a morir por Gérald. Y “ella muere, la última hija de un mundo medio desaparecido, frágil reliquia de una poesía que nuestra civilización práctica está desvaneciendo”, escribió, en 1889, la crítica Camille Bellaigue, en su L'Anné Musicale, dejando claro que la obra con la que habló a la sociedad europea de su época, una época en la que la expansión imperialista trajo cierta incomodidad. Puede parecer que el tema de la religión acerca a Lakmé a las óperas que tratan sobre la era de los descubrimientos. Sin embargo, como señala Parakitas, la situación aquí es muy diferente y opuesta a lo que aparece en esas óperas: es Lakmé, la mujer exótica, quien le propone a Gérald, el soldado europeo, que se convierta al hinduismo.

Los ingleses

Es interesante recordar que, cuando se estaba componiendo Lakmé, no siempre el soldado era inglés y la mujer exótica, una hindu. La idea de Lakmé surgió del libro de Loti, que transcurre en Tahití, perteneciente a Francia. En 1881, los libretistas sugirieron a Delibes que leyera a Loti: “El color, la idea de una pasión salvaje que choca con nuestra civilización europea nos parece seductora”. Sólo más tarde encontraron, en la novela de Pavi, la trama ideal, y en una colonia británica, no francesa, evitando cualquier problema. La elección de la colonia inglesa también vino en contra de la gran anglofobia de la época. Según Pauline Girard en el programa de la Opéra Comique, el inglés encarnaba la sociedad industrial y sus efectos perversos. La forma contemporánea en la que se retrató a los ingleses, así como el lenguaje musical que se usó para ellos (como veremos más adelante) fue bastante eficiente. Girard cita al periodista Louis Besson, quien en su momento escribió sobre ellos: "son las personas más desagradables del mundo, tanto en el teatro como en la ciudad". También Bellaigue se incomodó con el inglés contemporáneo y el contraste creado en la ópera: “No quería a los soldados aquí [en el escenario] (…) [en uniforme], ni a las reinas de belleza en vestidos de moda (…). Entre la poesía de la India y la civilización europea, el contraste me sorprende en lugar de divertirme”.

¿Opéra-comique u ópera?

“El cartel menciona opéra-comique; y la propia partitura indica ópera. ¿A cuál le debo creer?”, preguntó Ernest Reyer en la edición del 22 de abril de 1883 del Journal des Débats, pocos días después del estreno de Lakmé, el día 14 del mismo mes. La respuesta no es sencilla, e involucra cuestiones inherentes al estilo de la opéra-comique, que se fue modificando a lo largo de los siglos XVIII y XIX, así como cierta indefinición deliberada por parte de Lakmé. De forma muy simplificada, la opéra-comique se caracteriza por la mezcla entre diálogos hablados y partes cantadas, y la cantidad de diálogos hablados ha ido disminuyendo a lo largo de los años. En general, la música no es sofisticada y hay algunas escenas cómicas.

Lakmé se estrenó con diálogos, pero luego, para facilitar la producción en otros países, Delibes los sustituyó por recitativos, distanciando un poco la obra de la opéra-comique. Fue esta versión con recitativos la que se presentó en Zúrich. Pensando, sobre todo, en la versión original, Lakmé tiene las características de una opéra-comique, pero solo cuando los ingleses están en acción: solo entre los ingleses hay diálogos hablados, y la música de las escenas en las que aparecen no es sofisticada, y hay elementos cómicos, caricaturas. Los hindus simplemente cantan, y su canto es mucho más lírico, mucho más poético, legato. Además, entre los hindus hay un problema social: su cultura está siendo amenazada por el colonizador, y hay una muerte (la de Lakmé), que, hasta mediados del siglo XIX, era inadmisible en la Opéra Comique. Es verdad: en la versión con diálogos, Hadji, el sirviente de Lakmé, habla en el segundo acto, cuando se declara totalmente fiel a ella, que está dispuesto incluso a salvar a Gérald (“Si tu as un ami à sauver, ordonne!”), pero, en este caso, el texto tiene acompañamiento musical, es un mélodrame, y no un texto hablado al estilo de la opéra-comique. Al comienzo del mismo acto, en el delicioso coro del mercado, los hindus cantan una música ligera, alegre, estrófica, nada lírica y con frases cortas. Nada podría ser más natural: se están comunicando con los ingleses y, por lo tanto, utilizan su lenguaje musical típico para atraerlos a consumir la mercancía; aun así, el ritmo indica cierto exotismo. Del lado de los ingleses, Gérald tiene momentos líricos, pero sólo cuando está frente a Lakmé (o, como en el primer acto, frente a las joyas, ya bajo los efectos del encanto)

En resumen, como escribió el director Raphaël Pichon en el programa de la Opéra Comique, “La fuerza y ​​la singularidad de 'Lakmé' residen en dar la vuelta a la vieja cuestión de los géneros y en confrontar 'opéra' y 'opéra-comique', y así la alternancia entre números musicales y diálogos versus un uso continuo de la música, en un nuevo proyecto, para hacer colisionar estas dos escrituras remodelando su uso. (…) Delibes concibe así una obra que alterna entre lo grotesco y lo sublime, una partitura que traduce el choque producido por el encuentro entre un universo presentado como vasto, inmemorial, misterioso y límpido, y una realidad trivial, hecha de comentarios superficiales. y de comportamiento cínico. El primero estará reservado para la 'opéra', y el segundo para la 'opéra-comique'. El resultado de este enfrentamiento es una obra inclasificable (…)”. No olvidemos que el contraste entre estos dos mundos diferentes, tan fuerte en la música, ya viene del libreto. Si se toma sólo como un resumen de la trama, el libreto de Lakmé puede parecer banal, pero cuando se analiza adecuadamente, lo que se ve es un lenguaje poético y una estructura muy bien elaborada.

El exotismo

El exotismo también está presente en la música y, como señaló Parakita, tiene una función dramática: “no tanto para caracterizar a la mujer exótica y su cultura, sino a las líneas de conflicto entre lo exótico y lo europeo”. Al tratar con lo exótico en “Lo exótico en la ópera francesa del siglo XIX”, Ralph Locke observa que es difícil determinar si un compositor de un determinado período eligió elementos musicales inusuales, juzgando que se asemejaban a elementos típicos de la región que quería representar. retratar, o si, simplemente porque son elementos extraños, grotescos, y, por tanto, sin mayor preocupación en retratar a un determinado pueblo. En el caso de Lakmé, suelo estar de acuerdo con lo que escribió Raphaël Pichon en el programa de la Opéra Comique: “Delibes tuvo la honestidad y la lucidez de no pretender llevarnos a la India. Presentó la India como el pretexto que le permitió a su escritura musical inventar y dar vida a un país lejano. Su música parece venir de todas partes y de ninguna parte, tiene las cualidades de un lugar impalpable, intangible, de un mundo de cristal donde, por aquí, pasa un canto atemporal, y por allá, una melodía inmemorial…”. La percepción musical de Pichon se confirma por el hecho de que, como ya se señaló, la idea de Lakmé surgió del libro de Loti, es decir, el foco no estaba en la India, sino en la pasión “salvaje” que encantaba a los libretistas.

Sería una grosera simplificación pensar que toda la música atribuida a los hindúes es exótica, mientras que la atribuida a los ingleses es puramente europea. Hay elementos de exotismo en la música “inglesa”, y el preludio del segundo acto, conocido como Les Fifres, basado en una melodía inglesa, es un gran ejemplo; después de todo, como ya hemos señalado, el inglés no era visto con buenos ojos, también era un “otro”, como los hindus. Del lado hindú, como ya hemos mencionado, hay una música más cercana al lirismo, a lo sublime, como escribió Pichon, que la acerca al lenguaje típico de la ópera. Tal es la música atribuida a Lakmé. Lakmé aparece por primera vez, en su oración de apertura, repleta de melismas, con una mezcla entre lo sublime y lo exótico. Luego, en el dúo de flores con Mallika, canta una barcarola – y así se presenta a Gérald, sin exotismo, así son sus dúos. Es diferente, por tanto, de lo que sucede en Carmen, no es el exotismo musical, sino una danza exótica, sensual, lo que atrae al soldado europeo -no lo olvidemos: ya había quedado encantado y enamorado incluso antes de conocerla-. El aria de las campanas comienza exóticamente, llena de melismas, pero termina sin exotismo: “cuando Lakmé transforma la canción de un artefacto cultural en una expresión personal, su efecto exótico desaparece”, señala Parikilas. Este tratamiento musical universaliza a Lakmé, y muestra que, contrariamente a lo que decía Ellen, la india también sabe amar, y tanto o más que la inglesa.

Interpretación

Lakmé fue hecho a medida para la joven soprano de coloratura estadounidense Marie Van Zandt, que había triunfado en su debut en la Opéra Comique en el papel principal de Mignon de Ambroise Thomas. Sin duda fue la primera gran Lakmé. Según las crónicas de la época, sin embargo, quien tuvo más éxito en el estreno fue Jean-Alexandre Talazac, el tenor, incluso con derecho a “bis”. Tras ella, grandes cantantes interpretaron el papel y, afortunadamente, realizaron grabaciones, como Lily Pons, Mado Robin, Joan Sutherland, Mady Mesplé, Natalie Dessay y, actualmente, Sabine Devieilhe. A mis oídos, resulta especialmente convincente el personaje creado por sopranos de voz ligera, que transmite algo entre infantil, delicado y mágico, como Mesplé, Dessay y Devieilhe. Es importante recordar que la calidad de las grabaciones, que varía según la época en que se realizaron, siempre interfiere en la apreciación. Pese a ello, aunque Robin y Mesplé ocupan un lugar de honor en el panteón de los Lakmés, es innovadora la grabación de Dessay, cuya pasión aflora, mientras la voz etérea explora con naturalidad los agudos. El efecto resultante es casi sobrenatural.

Sobrenatural, aunque en un sentido un poco diferente, también es un adjetivo que describe bien la interpretación con la que Sabine Devieilhe la ofreció al público que abarrotó el teatro de la ópera de Zúrich para escucharla. No era solo la pureza de su voz, no era solo su técnica perfecta: parecía venir de otro plano, parecía actuar sola, a tal distancia de los demás que podía protegerse de actitudes inaceptables como las del tenor uruguayo Edgardo Rocha, quien la abandonaría en medio de un dúo, sin ceremonias, y se iría al centro del escenario a leer su partitura, colocada en el único estante presente en esta producción semiescenificada. En entrevista con France Musique, Devieilhe recordó que Lakmé no es solo el virtuosismo del aria de las campanas, si no que lo más importante, por supuesto, es la interpretación del personaje. Y en eso fue magistral: con su voz homogénea, totalmente controlada, legato perfecto, fue minuciosa en el manejo de la dinámica, así como en el color y la entonación con que subrayaba las palabras y los estados emocionales del personaje. Su francés era completamente comprensible, no solo porque es una cantante francesa, sino porque tiene una dicción clara y un canto francés no demasiado hablado. Su legato y pianissimo fueron sublimes, especialmente en la escena final. No es de extrañar que recibiera una ovación de pie por gran parte del público. A excepción de Devieilhe y Bozena Bujnicka, integrante del programa internacional Opernstudios que interpretó a Rose, los demás cantantes debutaban en sus roles. El dueto de flores entre Lakmé de Devieilhe y Mallika de Siena Licht Miller fue de gran belleza. Las dos voces sonaron perfectamente, sin perder el contraste esencial entre ellas. Todo el elenco fue de primera categoría: Frédéric de Björn Bürger, Ellen de Sandra Hamaoui, Rose de Bozena Bujnicka, Mistress Benson de Irëne Friedli y Hadji de Saveliy Andreev. En su debut no solo en el papel de Nilakantha, sino también en la Ópera de Zúrich, el barítono canadiense Philippe Sly estuvo excelente. Con su hermoso timbre, hermosa línea de canto y clara dicción, encarnaba a un Nilakantha paternal, era realmente ese líder religioso, devoto de Lakmé, que elige la venganza por no conocer otra alternativa.

El tenor Edgardo Rocha tuvo, al inicio de su carrera, una importante conexión con Brasil: en 2007, en su primer compromiso internacional, ganó el Concurso de Canto Maria Callas. A partir de entonces, emprendió una importante carrera internacional, frecuentando los mejores escenarios del mundo, incluido el de Zúrich. Para mí en particular fue bastante interesante la experiencia de verlo en el escenario apenas tres días después de formar parte del jurado de la edición 2023 del mismo certamen. Ya me quejé arriba la actitud de Rocha, que parecía no tener el papel listo para una presentación semi-escenificada, pero tiene un timbre hermoso y una voz muy bien colocada, que proyecta muy bien. Es, en definitiva, un buen cantante. Quizá debía algo de lirismo, pero, por otro lado, como comentamos más arriba, es incluso deseable cierta falta de lirismo por parte de los ingleses, y, así, se creaba un interesante contraste entre su canto y el de Devieilhe.

Bajo la dirección Janko Kastelic, la participación del Coro de la Ópera de Zúrich, formado por coristas de más de veinte nacionalidades y cuyas voces suenan tan bien. La escena del mercado al comienzo del segundo acto fue especialmente deliciosa. Dirigida por Alexander Joel, la Philharmonie Zürich transmitió todo el color y el encanto de la música de Delibes: con vigor y brillantez, pero sin eclipsar nunca a los cantantes, y sin perder jamás la delicadeza. Como ha sido habitual en las representaciones de Lakmé, hubo cortes, concentrados especialmente al comienzo del segundo acto: se suprimieron el preludio y todos los bailes. A pesar de los cortes, la versión con recitativos y semiescenificada, y el tenor yendo a buscar ayuda en su partitura, en nada empañó el brillo del refinamiento musical de esta bella Lakmé de Zúrich.