Friday, April 7, 2023

Catone in Utica en Ferrara

Fotos: Marco Caselli Nirmal / Teatro Comunale “Claudio Abbado” di Ferrara

Atrhos Tromboni

El Teatro Comunale "Claudio Abbado" se está mostrando cada vez más como protagonista en el redescubrimiento del repertorio barroco menos representado, transmigrando de las célebres glorias de las obras de Mozart de la "época Abbado" a aquellas menos sugerentes e importantes de autores que se situan entre los siglos XVII y XVIII, en primer lugar entre todos el "cura rojo" Antonio Vivaldi, quien mantuvo relaciones continuas con Ferrara y sus potentados nobles y eclesiásticos, a veces cordiales, y a veces problemáticas y conflictivas. Esto es posible gracias a la encomienda de este repertorio a dos artistas que hoy se encuentran entre los más grandes estudiosos e intérpretes de la música barroca y pre barroca, como son el director de orquesta Federico Maria Sardelli y el director Marco Bellussi quienes propusieron para la actual temporada de ópera del Teatro Abbado el Catone en Utica de Vivaldi que (al igual que Farnace del mismo compositor) fue prohibida de ser representada en Ferrara debido al juicio moral sobre las relaciones del "cura rojo" con los cantantes quienes fueron los protagonistas de sus óperas. Catone in Utica es una de las últimas obras de Antonio Vivaldi, y se estrenó en el Teatro Filarmónico de Verona en 1737 y, aunque sólo se conocen el Acto II y el Acto III, la obra está considerada entre las máximas composiciones de la madurez del "cura rojo" -como se mencionó anteriormente- intentó en vano presentar esta obra en Ferrara, como se demuestra en una carta dirigida al marqués Guido Bentivoglio d'Aragona, en la que elogiaba la actuación veronesa: "Mi obra está por las estrellas -escribió el compositor veneciano a su mecenas de Ferrara, y espero que la encuentren suntuosa» Pero nada de eso se llevó a cabo.  Vivaldi murió apenas cuatro años después, en 1741, en Viena, en la más absoluta pobreza. La historia descrita en los versos del libretista y poeta cesáreo Pietro Metastasio se sitúa al despertar del punto de inflexión pompeyano que enfrentó a Julio César con Catón. Sin embargo, tal y como se representó en Ferrara, la historia dista mucho de las cruentas batallas de Farsalo y Tapso: de hecho, en la puesta en escena del Teatro Abbado, la refinada y elegante escenografía sitúa la acción en una villa junto al mar, quizás en el retiro privado de Emilia, la viuda de Pompeo, figura central en el desarrollo de los dramáticos hechos musicalizados por Vivaldi. Lo contradictorio es el choque y la competencia entre Catón y Cesar, por lo tanto, se produce - por elecciones de la dirección escenica - en un campo de juego mucho más civilizado, en el que emerge cada vez más, la debilidad de un hombre, el Uticense, que es incapaz de gestionar su propio declino político y físico. Las escenas extremadamente elegantes y esenciales de Matteo Paoletti Franzato, y los hermosos vestuarios de Elisa Cobello, son una síntesis entre las referencias clásicas y contemporáneas, entre la elegancia de la línea y la crudeza en su corte, encuadre y viático del drama universal de los sentimientos privados. que se entrelazan con el devenir político. Eficaces, como siempre, estuvieron luces de Marco Cazzola y las video proyecciones de Creative, que fueron son muy sugerentes.  La parte incompleta de la partitura de Vivaldi (el Acto I, que en realidad se perdió) no daña la comprensión de la trama, que, por el contrario, entra inmediatamente en el corazón del enfrentamiento entre Catón y César. Lejos de querer dar una reconstrucción -operación de alto riesgo y no exenta de arbitrariedades-, Bellussi y Sardelli prefirieron presentar la obra al público tal como existe y se nos presentó, seguros de su fuerte carga expresiva.  La concertación de Federico Maria Sardelli, en el podio de la Orchestra Accademia Barroca dello Spirito Santo, resultó grandiosa e iluminadora como siempre: cuando este director se enfrenta a su amado Vivaldi, es como si estuviera poseído por una transferencia que lo conecta con el espíritu del "sacerdote rojo", una cuasi-reencarnación artística que se traduce en una amalgama de un resultado casi perfecto entre instrumentos barrocos y voces barrocas. Segura y eficaz fue la dirección escénica de Bellussi, quien cuidó mucho la actuación, la vis-scenica de los cantantes, los movimientos del grupo cuando exigían acción; y, por otro lado, inventó imágenes fijas en poses plásticas y escultóricas (“Canovianas”) cuando el canto de los personajes se hacía al unísono. En tal contexto se movieron los buenos cantantes, muy preparados y especialistas en este repertorio, como: el tenor Valentino Buzza en el papel de Catón, además de la buena y muy aclamada Arianna Vendittelli (Cesar en-travesti), asi como, Miriam Albano (Emilia), Valeria Girardello ( Marzia), Chiara Brunello (Fulvio en-travesti) y la soprano Valeria La Grotta (Arbace en-travesti). En un teatro repleto, el público premio calurosamente el exitoso y bien merecido espectáculo.



No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.