Fotos: Stig de Lavor
Fabiana Crepaldi
Così Fan Tutte, ossia La
Scuola degli Amanti es la ópera más compleja e incomprendida de la trilogía
Mozart-da Ponte. No es de extrañar: el libreto está lleno de ironía y, tomada
al pie de la letra, la trama es inverosímil, incluso infantil y misógina; en
cuanto a la música, es sofisticada, llena de citas y bromas, alternando
momentos de ópera seria con otros de ópera buffa. En Opera as Drama, Joseph
Kerman ya ha advertido que, en Mozart, la apreciación del drama depende de la
comprensión técnica de la dramaturgia, es decir, del conjunto de convenciones
utilizadas para la interacción entre música y acción. Si esto es cierto para
las óperas de Mozart en general, lo es aún más para Così Fan Tutte en particular.
Es encomiable la elección de
este título, tan poco representado en São Paulo, para abrir la temporada 2023
del Theatro Municipal. Yo mismo tuve la oportunidad de hablar con amigos que
estaban interesados en ir al teatro precisamente porque nunca habían tenido
la oportunidad de ver Così en vivo. De las óperas maduras de Mozart, es la
menos representada aquí. Este es el lado bueno de la historia. Lo malo es que,
lamentablemente, el resultado fue così così.
Algo confusa, la producción de Julianna Santos pareció sugerir varias ideas, pero no logró adoptar ninguna. El movimiento excesivo y repetitivo de los hombres que entraban para construir o modificar la escenografía (mesas, sillas…) se volvió fatigoso a lo largo de la ópera. La escenografía de André Cortez, con puertas de armarios viejos y espejos de plástico empañados, transmitía poco, excepto el efecto de distorsión y reflejo provocado por los “espejos”, que realzaban la iluminación de Wagner Antônio. Igualmente, enigmáticos fueron los trajes de Olintho Malaquias. Todo se mitigaría si la escenografía y el vestuario fueran, al menos, plásticamente bellos, pero no fue así. La escenografía y el vestuario de las parejas eran de color verde y rosa. ¿Manguera? quiero creer que no. Probablemente, la idea surgió del hecho de que son colores complementarios. Así, Fiordiligi y Ferrando lucieron trajes verdes, mientras que Dorabella y Guglielmo, de rosa lila. ¿Cuáles son las parejas “adecuadas”, aquellas cuyos miembros visten los mismos colores o aquellas donde los colores se complementan?
Las combinaciones de colores
del vestuario explican la separación en tres categorías, muy claras en la
música y en el libreto: Don Alfonso y Despina (que iban con combinaciones de
blanco y negro), son personajes típicos de la ópera bufa; Ferrando y
Fiordiligi, primo uomo y prima donna, pertenecen al mundo aristocrático y
heroico de la ópera seria; Guglielmo y Dorabella están en una categoría
intermedia. Por supuesto, esto no significa que haya una línea divisoria entre
estas categorías.
En una trama con tanta ironía y juego estilístico como la de Così, quizás no quepan las cuestiones de verosimilitud. Es común, sin embargo, causar sorpresa el hecho de que Dorabella y Fiordiligi no reconocieran a sus novios tan burdamente disfrazados, con ropas exóticas, sombreros y bigotes. La propia directora Julianna Santos tocó este punto en su texto en el programa de la sala y sugirió la posibilidad de que los hubieran reconocido desde el principio, posibilidad que, por cierto, contradice tanto la música de Mozart, genuinamente sentimental en muchos momentos, como al libreto. En primer lugar, como nos recuerda David Cairns en Mozart and his operas, “el disfraz, la maquinaria arquetípica de la ópera cómica y la pantomima, se convierte en un medio para explorar, con curiosidad shakesperiana, las diferencias entre realidad y apariencia”. Además, al final de Le Nozze di Figaro, la primera ópera de la trilogía Mozart-da Ponte, así citada en Così, hay una pista de este no reconocimiento. El Conde, que estaba traicionando a la Condesa, no la reconoce cuando está vestida de Susanna, pero Fígaro reconoce a Susanna: “io conobbi la voce che adora”, dice Fígaro. Para la pareja que estuvo bien resuelta y que, durante buena parte de la ópera, demostró buena compenetración, fue posible, por tanto, este reconocimiento a la adorada voz. ¿Podría ser este el caso de las parejas originales de Così?
Al respecto, Julianna Santos tuvo una idea feliz: cuando Fiordiligi y Dorabella, durante su dúo de apertura (Ah, guardia, sorella), en el que las dos hermanas admiraban los retratos de sus respectivos novios, tenían marcos vacíos. Luego, con las parejas cambiadas, usan los celulares. Cuando don Alfonso les comunica a las hermanas la noticia de que Ferrando y Guglielmo han sido llamados al servicio militar, ellas responden “¡Ohimè, che sento!”, tal como, en Don Giovanni, don Ottavio cantaba su “¡Ohimè, respiro!” al enterarse, aliviado, de que don Giovanni no había tocado a dona Anna. En el caso de Così, si leemos el libreto sin la música, su reacción no es de alivio, pero cuando entra la música parece implícita cierta libertad, que será señalada por Despina. Mozart y da Ponte, sin embargo, van más allá y sugieren que quizás las parejas intercambiadas sean las parejas “adecuadas”. Cuando Dorabella cambia el retrato de Ferrando por el corazón que le regala Guglielmo, cantan "Oh, cambio felice / Di cori e d'affetti! / Che nuovi diletti, / Che dolce penar!”, celebrando el “feliz intercambio” de corazones y afectos, nuevas alegrías y “dulce dolor”. Más tarde, cuando Fiordiligi tiene la idea de disfrazarse de soldados para ir tras sus novios, dice: “L’abito di Ferrando / Sarà buono per me; può Dorabella / Prender quel di Guglielmo”. Es decir, el uniforme de Ferrando funcionará para ella y Dorabella puede quedarse con el de Guglielmo. Además, nunca hay duetos entre Dorabella-Ferrando o Fiordiligi-Guglielmo. Las parejas ya intercambiadas tienen sus duetos de amor. El problema es que, al final, no queda otro camino posible que no sea el regreso de las parejas originales. Un auténtico anticlímax. ¿Significa esto que todo está resuelto y que las parejas iniciales, de hecho, se casarán? Si se tratara de una ópera bufa, el notario real ya estaría allí para celebrar el matrimonio de la pareja adecuada y todo se resolvería. En Così sólo esta Despina disfrazada, y el desenlace no es algo cerrado y definitivo, porque no sabemos qué pasará después.
La ópera también se
caracteriza por una cierta simetría, y son precisamente algunas rupturas de simetría
las que le dan sabor. Las dos hermanas tienen duetos en tercios en los que son
prácticamente indistinguibles. Dorabella, sin embargo, experimenta sentimientos
más extremos y reacciones más contundentes que su hermana. En el primer acto,
tras la marcha de los soldados, canta su aria dismania: “Cierren las ventanas,
odio la luz, odio el aire que respiro, me odio a mí misma…”. En el segundo
acto, ella es la primera en ceder, mientras que Fiordiligi intenta mantenerse
firme. Y esta ruptura de simetría tiene un efecto musical: Dorabella y
Guglielmo, formando la nueva pareja, cantan a dúo (donde aparece el “cambio
felice”). Ferrando y Fiordiligi, en cambio, aún no forman dúo: cada uno canta
un aria (el dúo vendrá después). Si el lector que asistió al espectáculo en el
Theatro Municipal no se dio cuenta de esto, no es culpa suya: el aria Ah, lo
veggio: quell'anima bella, de Ferrando, fue cortada. Además de romper la
estructura, este corte creaba la extraña situación de que la salida de Ferrando
estaba mal resuelta, sin el aria di
sortita.
Hubo, por cierto, varios cortes, Los recitativos fueron mutilados, dejando la trama algo truncada. En grabaciones antiguas es común encontrar cortes. A partir de la década de los noventa, sin embargo, las grabaciones comenzaron a aparecer, por lo general, íntegras, y así ocurre también en la mayoría de los teatros y los videos disponibles. No me parece que veinte minutos más o menos hagan mucha diferencia en el disfrute o la molestia de la audiencia. Lo que cuenta para conquistar al público no es el reloj, sino la consistencia dramática, y aquí me refiero al decorado: canto y actuación escénica, inseparables para un buen resultado. Todo el mundo lo sabe: cuando el espectáculo es bueno, la manecilla del reloj gira más rápido. Ahora pasemos a la actuación de los cantantes. Algo era común en ambos elencos: las mujeres lo hacían mucho mejor que los hombres. Tutte! O, al menos, ¡casi todos! Así que empecemos con los hombres. Don Alfonso, el viejo filósofo que manipula todo, que vive de citas, incluso de otras óperas, necesita sobornar, manipular, engañar para probar su única teoría inédita. Como buen engañador, es amable, sabe seducir, pero tiene cierto cinismo. Es, como ya hemos señalado, un personaje del universo de la ópera bufa. El día 24, el protagonismo recayó en Saulo Javan. Buen cantante, dueño de una hermosa y poderosa voz, Javán creó un Don Alfonso un tanto paternal. Quizás esta sea realmente la concepción del personaje que él y el director querían transmitir: alguien que fuera conduciendo a los amantes a conocer la realidad. Lo respeto, una visión diferente siempre nos hace pensar, pero no veo tanta bondad en Don Alfonso en el contexto dramático de Così.
Murilo
Neves,
el Don Alfonso del dia 25, no tiene línea de canto, ataca la nota, pero no
puede sostener la afinación, su voz oscila sin cesar, sus agudos no llegan, sus
recitativos salen erráticos. Todo esto es una lástima, ya que mostraba un buen
potencial escénico –aunque también era un don Alfonso “bonito”, lo que me hace
pensar que, en realidad, fue la concepción de la dirección escénica. Es difícil
entender por qué un cantante con tantos problemas vocales fuera elegido para
formar parte del elenco. ¿Fue escuchado antes de ser contratado? ¿Quién lo
escuchó? ¿Quién lo contrató? Justo al comienzo de la ópera, en el tercer trío,
queda claro lo que observamos arriba, cuando separamos a los personajes en
categorías: mientras Ferrando tiene una línea vocal lírica, expansiva y
entusiasta, Guglielmo es más realista, con voz corta. frases que caminan hacia
la tumba. Escénicamente (pero no desde el punto de vista vocal), el dúo
Ferrando-Guglielmo fue más convincente el día 25, con Luciano Botelho y Fellipe
Oliveira: no estaban tan caricaturizados como Anibal Mancini y Michel de
Souza (el 24).
Mancini posee un hermoso timbre,
y ese era el encanto de su Ferrando. El brillo, sin embargo, se perdió por
claros problemas en la línea de canto y una inestabilidad en el agudo. No es la
primera vez que noto este tipo de falla en Mancini, y dada su excelente
trayectoria y excelente voz, espero que busque una buena orientación y trate de
resolver estos problemas técnicos. El día 25, Luciano Botelho fue un Ferrando
confiado, con un fraseo hermoso, a pesar de un timbre un poco tosco y
dificultad con los agudos. Tanto Michel de Souza, el día 24, como Fellipe
Oliveira (25), entregaron un Guglielmo satisfactorio. Souza cometió algunas
exageraciones en su canto, coherentemente, por cierto, con su actitud escénica,
que es más una concepción del carácter perfectamente justificable que un defecto.
Oliveira, en cambio, estuvo un tanto irregular: si en momentos entregó un
hermoso canto, con hermosa voz, por momentos pareció emitir un ronquido, sobre
todo al comienzo del segundo acto.
En el terreno femenino,
Despina es la heredera de las maestras de ópera barroca: mayores, más
experimentadas, generalmente interpretadas por tenores, dan consejos traviesos
a sus jóvenes e ingenuas amantes. Despina, sin embargo, es soprano, lo que la
hace más femenina, más joven y menos caricaturesca. El papel fue creado por
Dorotea Bussani, la misma soprano que, cuatro años antes, creó a Cherubino, en
Le Nozze di Figaro, lo que ya da una pista del tipo de voz para el que Mozart
compuso el papel. Despina manipula a las amantes y, al final de la ópera,
descubre que ella misma ha sido manipulada, engañada por don Alfonso, pero no
le importa, porque, si se metieron con ella, sabe que todavía ira a a estropear
a muchos “Manco mal, se a me l’han fatta, / Ch’a molt’altri anch’io la fo”. En
varias ocasiones, Julianna Santos trajo a la escena a hombres que rodeaban a
Despina. Es una idea que, de hecho, refuerza el discurso del personaje, pero,
en un momento, la llegada de estos hombres fue sumamente desafortunada. En su
aria al comienzo del primer acto, “Una donna a quindici anni”, Despina está
enseñando a sus amantes que es necesario ser astuto, saber mentir, etc. Y
remata: “Viva Despina / Che sa servir”. Esa es la frase que canta rodeada de
hombres. Entonces, ¿eso significa que ella les sirve? ¡Ciertamente fue un
desliz, o más qué desliz! Supongo que está claro que Despina no es una niña
traviesa. Este fue, sin embargo, el personaje entregado por Chiara Santoro el día 24. Santoro fue
elegida para el papel como premio por ganar el Concurso de Canto Lírico
Joaquina Lapinha, promovido el año pasado por Sustenidos. Es cierto que su
Despina fue menos problematica que su actuación en el recital premiado del
concurso, lo que es una buena señal y demuestra que preparar un papel marca la
diferencia. Su voz, sin embargo, a pesar de tener un color muy apropiado para
Despina, sonaba un poco infantil y no siempre precisa en el tono. El día 25, Carla Domingues interpretó a una
Despina más madura, más redonda, con una voz bien colocada y presencia
escénica. Desde su Zerbinetta en Ariadne auf Naxos, en el Theatro São Pedro, el
año pasado, ha quedado claro que sabe establecer una buena interacción con el
público. Su voz es un poco ligera para el papel, ¿alguien puede imaginarla
interpretando a Cherubino? –, pero eso no impidió que se escuchara, incluso con
la orquesta significativamente más alta que el día anterior.
Dorabella, la primera en ceder ante su “cambiado” novio, fue interpretada por Josy Santos (24) y Juliana Taino (25). Taino tenía problemas de salud, y estaba recuperándose de una traqueítis, bajo el efecto de la medicación. Es una cantante competente, dueña de una voz poderosa, y no sería justo juzgar a su Dorabella por la actuación del sábado. Claro, no había nada tan comprometedor, pero, aun así, el resultado estuvo por debajo de lo que ella suele presentar. La mezzosoprano brasileña Josy Santos está haciendo una gran carrera en el exterior. Fue, por tanto, muy positivo que el Theatro Municipal le diera al público paulista la oportunidad de escucharla. Con pleno dominio técnico, sabe exactamente lo que significa cantar una obra de Mozart. Impecable tanto en la furia de “Smanie implacabili” como en la jovialidad de “È amore un ladroncello”. Se sabe que Mozart componía los papeles a la medida de sus intérpretes. Cuando uno de ellos tenía algunas limitaciones y talentos específicos, trataba de que esos talentos compensaran, con mucho, las limitaciones, al punto de componer escenas que eran difíciles de cantar para los cantantes “normales”, es decir, que no necesitaban. estas compensaciones. Esto sucedió en Idomeneo, cuando Mozart compuso el aria di bravura “Fuor del Mar” a la medida del tenor Anton Raaff, y en Così, en las escenas de Fiordiligi. Según las crónicas de la época, Adriana Ferrarese, la primera Fiordiligi, tenía limitaciones en los agudos, pero sabía hacer coloraturas ágiles y tenía una potente voz de pecho. Así,en las dos grandes escenas de Fiordiligi, “Temerari… Come scoglio”, en el primer acto, y “Ei parte – senti! … Per pietà, bem mio, perdona” en el segundo, en general, las frases se desplazan hacia la región grave y no pocas veces terminan en notas debajo del pentagrama, con derecho a grandes saltos. Son dos escenas de extrema dificultad, buenas para Ferrarese, pero terribles para la mayoría de las sopranos.
Exagerada, Come scoglio, en la
que Fiordiligi compara su alma con una roca que resiste vientos y tormentas, es
una parodia de la ópera seria. En este caso, los tacones y adornos que
favorecieron a Ferrarese sirvieron para subrayar esa exageración, para darle un
tono caricaturesco. En el rondó Per pietà, en el que Fiordiligi intenta
resistir su pecaminoso deseo por Ferrando, vemos un personaje humano, sincero,
en drama, y los saltos y las líneas descendentes parecen acentuar el dolor
del personaje, dando un carácter introspectivo a la escena. Es con esta aria
que Fiordiligi nos toca y se convierte, quizás, en el único personaje que atrae
nuestra empatía.
¡Qué artista es Gabriella Pace! Celebrando sus 25 años de carrera, Pace fue lo más destacado del elenco el día 25. Sus características vocales no coinciden con las de Ferrarese, no tiene problemas en los agudos y tiene una voz ligera y, aunque tiene los graves, alguien que describiera su vocalidad, seguramente no se le ocurrirá enfatizar el peso de su voz de pecho. En Pace, sin embargo, podemos destacar una sólida técnica, inteligencia, dramatismo, una gran sensibilidad y, algo menos habitual de lo que se podría pensar, saber cantar a Mozart. Además de haber conseguido crear un contraste entre las dos arias, en Per pietà llamó la atención la autenticidad de su súplica de clemencia, súplica que, en el texto, va dirigida a su novio ausente, pero que, en el fondo, ella se hace a sí misma. Incluso con los cornos desafinados durante su “bene”, en allegro moderato, su interpretación no se tambaleó ni un poco. Fue el punto culminante de la actuación. En las escenas de conjunto, ella siempre era la que destacaba, y era su voz la que parecía liderar al grupo. Fiordiligi también ganó una intérprete de lujo en el estreno, el día 24 con la excelente soprano argentina Laura Pisani. Su voz y estilo son bastante diferentes a los de Pace, por lo que el público pudo escuchar a dos intérpretes muy diferentes, obteniendo naturalmente resultados diferentes, pero ambos excelentes. Es genial y estimulante cuando eso sucede. Además de ser una gran actriz, Pisani hizo gala de una voz homogénea, con peso desde los graves hasta los agudos. Fue una Fiordiligi impecable, de la que era imposible apartar la vista o oídos. Reinó absoluto en la noche del estreno. Dirigida por Roberto Minczuk, la Orquesta Sinfónica Municipal se mostró en mejor forma el viernes 24 que al día siguiente. Ninguno de los dos días cubrió a los cantantes, pero el sábado sufrieron más: no solo con el volumen de la orquesta, sino también con problemas puntuales, como el ya mencionado problema con los cornos. Sutileza no es un adjetivo que pueda usarse para describir el resultado obtenido por la orquesta en cualquiera de los días, pero el sábado cualquier rastro de sutileza quedó mucho más distante.
Dirigido por Mário Zaccaro, el Coro Lírico tuvo una
participación relativamente pequeña, pero en momentos cruciales. El coro fue,
como siempre, muy bueno y bienvenido. Algunas elecciones de casting a menudo
causan extrañeza en el Theatro Municipal. Las combinaciones de voces más
pesadas y más ligeras, por ejemplo, han sido constantes. Anibal Mancini con
Laura Pisani en un reparto y Luciano Botelho con Gabriella Pace en el otro es
un gran ejemplo de parejas intercambiadas, lo hubo incluso en una ópera de
Mozart… Y no es la primera vez. Recuerdo otro ejemplo simplemente escandaloso:
en The Rake's Progress, en 2021, cuando Anibal Mancini, con su voz lírica,
apareció junto a Marly Montoni, dueña de una voz mucho más pesada, mientras, en
el otro elenco, Fernando Portari, quien tiene un gran volumen de voz, compartió
escena con Lina Mendes y su pequeña voz. Los criterios, si los hay, de quién
escoge los elencos en el Municipal son indescifrables. Y esto, por supuesto,
perjudica y presiona a los cantantes. Como balance general, tuvimos, por
supuesto, puntos positivos en Così fan tutte. El primero, como ya mencioné, fue
la elección del título en sí, pero Mozart es un desafío, un peligro porque
siempre expone defectos y cualidades. Entre las cualidades, se destacan las ya
elogiadas intérpretes de Dorabella y Fiordiligi. En cuanto a los defectos,
muchos de ellos ya son una constante en el teatro y, ahora, simplemente
saltaban a la vista.
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