Thursday, April 13, 2023

El Mesias de Händel en Catania, Italia

Foto: Giacomo Orlando per il Teatro Massimo "V. Bellini" di Catania

Eduardo Andaluz

La temporada de conciertos del Teatro Massimo "Bellini" de Catania, la antigua ciudad portuaria situada en la costa este de Sicilia, ofreció, en dos días consecutivos, y con motivo de la la Semana Santa, la que se considera como la obra maestra absoluta de la música sacra, El Mesías de Georg Friedrich Händel, un oratorio en tres partes para solistas, coro y orquesta. En esta ocasión, los solistas fueron el tenor Pietro Adaini, la soprano Elisa Verzier, la mezzosoprano Ilaria Ribezzi, y el barítono Cristian Senn; en el podio para dirigir la orquesta y el coro del Teatro Massimo Bellini estuvo el director Marcus Bosch, quien se caracterizó por realizar una dirección decididamente clara e intuitiva, y con un gusto estilístico muy acertado, sin descuidar en ningún momento la importancia de la parte vocal, siempre sostenida y apoyada; y nunca cubierta. Hablamos de un resultado general compacto y rico de matices. Los cuatro solistas estuvieron muy atentos a sus indicaciones. El tenor Pietro Adaini, con una voz suave y luminosa, supo extraer lo mejor de su parte haciendo que sus coloraturas estuvieron muy precisas.  La misma técnica virtuosa fue utilizada por el compositor para la voz de del bajo, que aquí interpretó el barítono chileno Christian Senn, siempre capaz de superar todos los obstáculos gracias a una voz bien manejada, segura y de hermosos colores. La parte que, que va desde los larghetti hasta los difíciles prestissimi, no supuso ninguna en dificultad para la voz bruñida y al mismo tiempo dúctil de la mezzosoprano Ilaria Ribezzi, quien no temió a asumir las dificultades de la composición, mostrando cualidades expresivas. Por último, la soprano Elisa Verzier, se mostró muy elegante, precisa y con buen fraseo, abordando oportunamente la coloratura en su aria aria “Rejoice greatly, O daughter of Zion”. Atractiva fue la la actuación del coro, que supo alternar con buen resultado, de los momentos de pianissimo a las secciones de fortissimo, demostrando atención de las intenciones del compositor. El clímax se alcanzó con la parte más celebre, ¡Aleluya!, a la que el cálido público no pudo sustraer, iniciando un largo aplauso. Su repetición como bis hizo que la velada concluyera con mucho entusiasmo por parte de todos.



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