Foto: Giacomo Orlando per il Teatro Massimo "V. Bellini" di Catania
Eduardo Andaluz
La
temporada de conciertos del Teatro Massimo "Bellini" de Catania, la
antigua ciudad portuaria situada en la costa este de Sicilia, ofreció, en dos
días consecutivos, y con motivo de la la Semana Santa, la que se considera como
la obra maestra absoluta de la música sacra, El Mesías de Georg Friedrich
Händel, un oratorio en tres partes para solistas, coro y orquesta. En esta
ocasión, los solistas fueron el tenor Pietro Adaini, la soprano Elisa Verzier,
la mezzosoprano Ilaria Ribezzi, y el barítono Cristian Senn; en el podio para
dirigir la orquesta y el coro del Teatro Massimo Bellini estuvo el director Marcus Bosch, quien se caracterizó por
realizar una dirección decididamente clara e intuitiva, y con un gusto
estilístico muy acertado, sin descuidar en ningún momento la importancia de la
parte vocal, siempre sostenida y apoyada; y nunca cubierta. Hablamos de un
resultado general compacto y rico de matices. Los cuatro solistas estuvieron
muy atentos a sus indicaciones. El tenor Pietro
Adaini, con una voz suave y luminosa, supo extraer lo mejor de su parte
haciendo que sus coloraturas estuvieron muy precisas. La misma técnica virtuosa fue utilizada por
el compositor para la voz de del bajo, que aquí interpretó el barítono chileno Christian Senn, siempre capaz de
superar todos los obstáculos gracias a una voz bien manejada, segura y de
hermosos colores. La parte que, que va desde los larghetti hasta los difíciles
prestissimi, no supuso ninguna en dificultad para la voz bruñida y al mismo
tiempo dúctil de la mezzosoprano Ilaria
Ribezzi, quien no temió a asumir las dificultades de la composición,
mostrando cualidades expresivas. Por último, la soprano Elisa Verzier, se mostró muy elegante, precisa y con buen fraseo,
abordando oportunamente la coloratura en su aria aria “Rejoice greatly, O
daughter of Zion”. Atractiva fue la la actuación del coro, que supo alternar
con buen resultado, de los momentos de pianissimo a las secciones de
fortissimo, demostrando atención de las intenciones del compositor. El clímax
se alcanzó con la parte más celebre, ¡Aleluya!, a la que el cálido público no
pudo sustraer, iniciando un largo aplauso. Su repetición como bis hizo que la
velada concluyera con mucho entusiasmo por parte de todos.
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