Wednesday, April 26, 2023

Li zite 'ngalera en en Milán

Fotos: Brescia & Amisano

Massimo Viazzo

En estos últimos años la Scala ha mostrado interés por la ópera barroca, interpretada en modo históricamente informado y ha incluido anualmente nuevas producciones (de Handel, Cavalli ..) que han acercado al público a un repertorio no muy frecuentado en este teatro, y permitiéndole también a la orquesta a acostumbrarse a la aproximación filológica.  En esta temporada se ha decidido explorar el siglo XVIII napolitano, en particular la commedia per musica, un género popular, burlón, cuyo libreto está escrito en dialecto napolitano.  La elección ha sido Li zite ngalega ((I fidanzati sulla nave) de Leonardo Vinci.  Se trata de una ópera burbujeante, efervescente, irónica, ingeniosa que se estrenó en el Teato dei Fiorentini de Nápoles en 1722, lugar que se convirtió en referencia para este tipo de obras, y que abrió el camino para ese hilo operístico buffo-farsesco que hemos llegado a amar en las décadas sucesivas.  ¡Li zite ngalera es un baúl de maravillas! Pero en general, la opera napolitana de aquel periodo fue fuente de inspiración para todo el siglo XVIII musical desde Handel hasta Mozart.  Las melodías de las arie da capo que constituyen el esqueleto de la partitura de Vinci fluyeron con simplicidad, naturaleza, extroversión, a veces de manera melancólica, y cuando terminaba un número no se aguantan las ganas de que comenzara el siguiente que parecía aún más bello que el precedente. Todo intercalado con crujientes e imaginativos recitativos en dialecto, a menudo intraducibles al italiano.  La trama, rica de clichés que hacían referencia a la commedia dell’arte de Carlo Goldoni, está basada en el amor, amor no correspondido, amor buscado, amor rechazado y en escena se vieron personajes masculinos cantados por mujeres y papeles femeninos cantados por hombres, como era la costumbre en la época, en un divertido tourbillon hecho de sorpresas, cambio de personas, engaños y golpes de escena.  Para montar una ópera como esta los cantantes deben ser buenos actores, y el desempeño vocal debe ser apoyado y amplificado por el actoral; asi, el elenco de esta producción scaligera fue de alto nivel en todos los sentidos. Francesca Aspromonte (Carlo), Chiara Amarù (Belluccia), Francesca Pia Vitale (Ciomma), Alberto Allegrezza (Meneca), Filippo Mineccia (Titta), Antonino Siragusa (Col’Agnolo), Raffaele Pe (Ciccariello), Marco Filippo Romano (Rapisto), Filippo Morace (Federico), Matias Moncada (Assan) y Fan Zhou (Schiavottella) formaron un equipo de extraordinaria energía teatral, siempre muy dinámicos, brillantes, expansivos, además de que resultaron ser vocalmente eficaces. Para ellos, el director de escena Leo Muscato confeccionó un espectáculo respetuoso del libreto con ambientación y vestuarios de la época, y en particular, la historia se desarrolló en una posada con ambientes que se formaban y deformaban sobre el escenario creando pinturas vivientes, mientras los personajes entraban y salían de la escena continuamente dando casi la impresión de encontrarse de frente a una «folle journée» ante litteram. La dirección de la orquesta le fue confiada a Andrea Marcon a la cabeza de la Orchestra del Teatro alla Scala y de La Cetra Barockorchester de Basilea con instrumentos históricos, que fue la cereza del pastel de esta producción, chispeante, dinámica, ágil, y siempre con tímbrica clara seca, y muy teatral.  Sin dudas, un gran éxito con un público de pie aplaudiendo al final del espectáculo.



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