Monday, April 1, 2019

Jovánschina de Mussorgsky en el Teatro alla Scala de Milán


Foto: Brescia& Amisano - Teatro alla Scala

Massimo Viazzo

Quiero comenzar por el final de esta bellísima Jovánschina, que tuvo un final literalmente impresionante. En esta producción ambientada por Mario Martone en un futuro distópico, el martirio de los viejos creyentes es, por llamarlo así, un poco apocalíptico, ya que un asteroide se aproximó lentamente hacia la tierra para apabullar todo y a todos, en las ultimas notas de la ópera, como un gigantesco globo ardiente que invadió completamente el escenario scaligero. Un verdadero “Deep impact” que pareció evocar imágenes de la conocida pelicular de Lars von Trier: “Melancholia”.  Una increíble conclusión para uno de los espectáculos más agradables vistos recientemente en el máximo teatro italiano. La producción estuvo ambientada en un futuro postnuclear, donde los conflictos entre los poderosos se vertieron sobre un pueblo destinado a ser analfabeta y cerrado. Las escenas de Margherita Palli, histórica colaboradora de Luca Ronconi, fueron de gran impacto para representar la vacuidad y la descomposición de un mundo que parece haber muerto, mucho antes de que así fuera realmente. Muy eficaz se vio la estructura post industrial del primer acto que, por ejemplo, contenía rascacielos en el fondo construidos con escombros y una tétrica luz; como también el ambiente en el que se desarrolló el segundo acto, un vistazo a un salón con signos aun tangibles de glorias pasadas. Eróticamente seductora fue la danza de las esclavas persas del cuarto acto, aquí transformada en un verdadero y sensual lap dance. Un gran mérito del éxito de esta producción correspondió en primer lugar a Valery Gergiev, quien dirigió prestando extrema atención a los equilibrios entre los instrumentos y el escenario, así como el cuidado a los detalles sin perder nunca de vista la visión del conjunto. Una conducción potente y dinámica, como también ligera e intima cuando fue necesario. El optimo elenco comenzó por la delicadísima y matizada Marfa de Eketerina Semechuk, con el arrogante Iván de Mikhail Petrenko, y el muy musical Dosifei de Stanislaw Trofimov. Suntuoso en el timbre y amplio fue el canto de Alexey Markov en el papel del traidor Šaklovityi; y muy eficaces estuvieron los dos tenores Evgeny Akimov, un empalagoso y seguro Príncipe Golycin, y Sergei Skorokhodov como el Príncipe Andrei, de voz estridente y acento altanero. Todo el elenco de comprimarios se mostró con un alto perfil. Al final – last but not least- el estrepitoso Coro del Teatro alla Scala, dirigido por Bruno Casoni, ofreció una de sus mejores pruebas, absolutamente por entonación, entendimiento y color.


No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.