Crédito: Juan Diego Castillo / Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo
Ramón Jacques
L’incoronazione di Poppea (SV, 308
La Coronación de Popea) fue la última composición operística de Claudio
Monteverdi (1567-1643) compositor
italiano, a quien se le atribuye ser el fundador del desarrollo de la ópera. Por su amplia carrera como director coral (fue
maestro di capella en la basílica de San Marco en Venecia), interprete de
instrumentos de cuerda, y especialmente por su fructífera carrera como
compositor, donde creó obras de música secular y sacra (como sus libros de
madrigales, sus obras religiosas a gran escala como Vespro della Beata Vergine,
además de tres operas) se le considera una
figura preponderante por el papel que
jugó en la transición del periodo renacentista al barroco en la historia de la
música, sobre todo por su desarrollo en la forma y la melodía a través del uso
de la técnica del basso continuo, que es característica en la ejecución
de la música barroca. Su ópera L’Orfeo (1607) es considerada la ópera más
antigua del género, y sigue siendo repuesta por los teatros, aunque no con la
frecuencia que debería. Fue durante su
periodo en Venecia, que compuso L’Incoronazione di Poppea, drama musical
en un prólogo y tres actos con libreto en italiano del poeta veneciano del siglo XVII Giovanni Francesco
Busenello (1598-1659), conocido en la escena operística Venecia porque además
de trabajar con Monterverdi hizo libretos para otro conocido compositor como Francesco
Cavalli (1602-1676). L'Incoronazione di Poppea tuvo su estreno durante el
canal veneciano en 1643 en el Teatro Santi Giovanni e Paolo, de la ciudad
lagunar. Con motivo del decimoquinto aniversario del Teatro Mayor Julio Mario
Santo Domingo, inaugurado el 26 de mayo del 2010, y con una amplia agenda de
eventos musicales, danza y teatro programados para la ocasión, se presentó en
carácter de estreno, en Colombia este título monteverdiano, que no suele ser
montado con mucho menor frecuencia que Orfeo, y que al menos en los últimos
diez años donde ha sido vista el mayor número de ocasiones ha sido en teatros
Italia (es recordado el ciclo de óperas de Monteverdi con montaje de Robert
Wilson en el Teatro alla Scala), pero especialmente en diversos teatros de
Francia. Por tal motivo, no sorprende
que este montaje se realizó por una colaboración entre Francia y Colombia, en la
que participaron el ensamble de instrumentos antiguos francés Le Poème Harmonique
bajo la conducción de su director Vincent Dumestre y del grupo de teatro
colombiano La Compañía Estable con la dirección escénica de su fundador Pedro
Salazar, quien además de realizar diversas puestas de escena teatrales,
incursiona ya la ópera, en especial en este recinto. De las tres obras que permanecen de la carrera de Monteverdi en la ópera, en L’Incoronazione di Poppea es en la que más
sorprendió ya que la trama (inspirada en la Antigüedad) rompió con los temas completamente mitológicos e incorporó
personajes humanos, además de abordar temas
que aún están vigentes en la actualidad como la autoridad y su abuso, el ego, la
traición, vista a través de la conquista
del poder por la amante de Nerón, Poppea, que no rehúye a cometer crímenes para
alcanzar sus objetivos. La historia es además eficaz desde el punto de teatral
y el dramático, así como en las escenas cómicas intercaladas en la partitura,
sin olvidad la fastuosa música de Monteverdi.
En su concepción escénica, Pedro Salazar buscó explorar la existencia,
como el mismo lo llama, de ‘los nerones’, que desde su perspectiva nunca han
dejado de existir, y siempre han estado presentes, como hoy en día,
especialmente en América Latina. Su
propuesta buscó plasmar un mensaje político y de denuncia de los vicios,
excesos y corrupción que caracteriza a esos personajes que nunca han dejado de
existir. En el aspecto actoral se vieron
personajes humanos y cercanos a la realidad que conoce el público y el montaje a
pesar de ser actual, tiene sus guiños al pasado. En escena se utilizaron pocos elementos
escénicos consistente en muchas figuras geométricas, cubos, estatuas y columnas
que entraban y salían en cada cambio de escena; y al fondo del escenario,
creando un efecto visualmente interesante, hubo una cortina que, representado
la cúpula interior del Panteón de Agripa en Roma, con su abertura central
(óculo) que apunta al cielo, solo que aquí lo hacia el fondo del escenario,
donde ocasionalmente se abría para que aparecieran personajes como el de Amore,
además de cortinas con diseños geométricos, o incluso posters de propagando
política. El trazo escénico fue ideado
por Julián Hoyos, con la buena iluminación de Humberto Hernández,
y los encantadores y lucidores vestuarios confeccionados por Sandra Diaz,
coloridos vestuarios y túnicas de seda, una combinación que mezclaba rasgos del
pasado con la actualidad, y que especialmente al personaje de Nerone, con un
atuendo y amenazante gorra militar lo hacía parecer, como si fuera un dictador.
El elenco vocal mezcló experiencia con
juventud, y se eligieron solo cantantes de países del cono sur, que el propio Vincent
Dumestre adicionó y seleccionó para la ocasión.
Así, sobresalieron la mezzosoprano sueca-chilena Luciana Mancini,
en su caracterización de Nerone, una cantante con mucho oficio en el canto
antiguo, quien exhibió, seguridad, apegó al estilo, brillantes tonalidades y
buen gusto en las fiorituras y los adornos; y escénicamente se exhibió como un
soberbio y altivo emperador. Buen desempeño
tuvo también la mezzosoprano colombiana Andrea Niño, otra artista curtida,
quien mostro nitidez y claridad en su canto, y que le dio al personaje de
Poppea esa mezcla de capricho, vanidad, pretensión y fragilidad. El joven
contratenor uruguayo Agustín Pennino, quien cuenta ya con nombre en importantes
montajes de música antigua y con carrera en ascenso, dio vida al exasperado y
vengativo Ottone con una tonalidad oscura y elasticidad en su instrumento
vocal. Bueno fue el desempeño vocal y
actoral de la mezzosoprano colombiana Yeraldin León, quien dio
personalidad a los personajes de Ottavia y Virtù. Gratas sensaciones dejó por sus cualidades
vocales la soprano brasileña Luanda Siqueira como Fortuna y Drusilla;
así como la soprano local Lina Marcela López, que sobresalió por su
canto en el papel de Amore, (además dio vida a Valleto), y el bajo venezolano Álvaro
Carrillo como un sólido Seneca. El
elenco se completó con artistas que hicieron un trabajo digno: como el contratenor
venezolano Fernando Escalona como Arnalta y el tenor colombiano Luis
Hernández Luque como la Nutrice (ambos realizaron sus respectivos
personajes en travesti) además de otros tres cantantes locales que fueron
Camilo Delgado como Lucano, el Soldado I y el Familiare II; el tenor Andrés
Silva como Liberto y Soldato II; y el barítono Jacobo Ochoa quien
personificó a los personajes de Mercurio, Littore, Consoli y Familiar II. En el foso, Vincent Dumestre condujo al
reducido grupo de instrumentistas de Le Poème Harmonique con seguridad,
conocimiento y brío, extrayendo un sonido compacto, conmovedor pero fulgurante
y luminoso, priorizando el texto, las dinámicas y los silencios
dramáticos. Aunque la partitura es extensa, y las
versiones más conocidas son las que se hicieron para Venecia y Nápoles, lo que
aquí se escuchó se basó en una edición de Paris del siglo XVII, que contiene el
dúo Partiam, que contiene la melodía de Pur ti miro, uno de los
pasajes más conocidos de la obra, que, aunque no se escuchó en la función, se cantó
como bis, al concluir la velada y después de los aplausos. Otro importante evento a destacar dentro de la presente temporada es
la presencia de Les Arts Florissants, que bajo la conducción de William
Christie ofrecerá una versión escénica de la semiópera con prólogo y cinco actos de Henry Purcell (1691-1695), The
Fairy Queen, z. 629 (1691).
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