Foto: Teatro Municipal de Santiago
Joel Poblete
Don Pasquale, ópera de Gaetano Donizetti, Teatro Municipal, Santiago. 20 de septiembre. Elenco: Alessandro Corbelli (Don Pasquale), Laura Giordano (Norina), Bruno Taddia (Doctor Malatesta), Juan Francisco Gatell (Ernesto), Gonzalo Araya (Notario). Director musical: Antonello Allemandi. Director escénico: Fabio Sparvoli. Escenografía: Giorgio Richelli. Vestuario: Patricia Tofolutti. Iluminación: José Luis Fiorruccio. Orquesta Filarmónica de Santiago y Coro del Teatro Municipal.
Tras un memorable Boris Godunov con dos elencos paralelos de espléndidos cantantes rusos -eso sí, uno de ellos encabezados por el bajo italiano Roberto Scandiuzzi- y un correcto Simon Boccanegra protagonizado por Roberto Frontali y con el solicitado director Maurizio Benini debutando en la partitura, la temporada lírica del Teatro Municipal de Santiago continuó con una de las joyas del belcanto, el Don Pasquale donizettiano. En sus anteriores montajes para el Teatro Municipal de Santiago, el italiano Fabio Sparvoli ha demostrado un gran talento escénico, siempre atento a los detalles y aportando frescura a títulos clásicos: así ocurrió con su debut local con el Otello verdiano en 2006, con la chispeante y encantadora producción de El barbero de Sevilla de Rossini en 2008 e incluso el año pasado, cuando debió adaptar sus propuestas para Cavalleria rusticana e I pagliacci a otro escenario (de manera más efectiva y lograda en la segunda), tras los daños que el Municipal había sufrido por el terremoto en Chile. Ahora el artista regresó a Chile con este Don Pasquale, y aunque en general los resultados fueron buenos, en esta ocasión su apuesta escénica no convenció del todo. Aunque está llena de humor, esta irresistible obra maestra no es tan hilarante como cualquier ópera bufa, ya que como también ocurre en otras comedias donizettianas, como El elixir de amor y La hija del regimiento, ofrece mayores matices e incluso momentos melancólicos; por lo mismo, aunque la historia recurre a personajes muy reconocibles en el género cómico (el anciano que pretende a una joven, la pareja que intenta salirse con la suya y el astuto bribón que les ayuda a conseguirlo) no corresponde convertirla sólo en un desfile de gags humorísticos y transformar a sus simpáticos protagonistas en caricaturas. Y así lo supo entender Sparvoli, quien optó por una puesta en escena sobria, siempre atenta a lo que indica el libreto, y que supo jugar con las miradas, gestos y movimientos, gracias al talento actoral de los cantantes convocados; sin embargo, tanta sobriedad, que también se hizo extensiva a la austera y minimalista escenografía de Giorgio Ricchelli y el vestuario de Patricia Toffolutti, quizás fue excesiva, y a pesar de la fluidez y dinamismo del espectáculo, entre el público en general hubo más sonrisas que risas. Un acierto, eso sí, fue la iluminación de José Luis Fiorruccio, que además de ambientar muy bien cada cuadro, sugirió los cambios anímicos de ciertas situaciones. Siempre es malo caer en comparaciones, pero son inevitables: a pesar de sus innegables logros y virtudes, en conjunto este regreso de Don Pasquale de seguro no consiguió superar en el recuerdo de los operáticos chilenos otras versiones representadas en el Municipal, como la de 1982 protagonizada por Paolo Montarsolo, Margherita Guglielmi, Vicente Sardinero y Ernesto Palacio, dirigidos por Bruno Campanella, o la de la última vez que se presentó en este escenario, en 1997, con régie de Filippo Crivelli y el memorable protagonismo del entrañable Paul Plishka y una deliciosa Stefania Bonfadelli. Lo que nadie podría objetar será el excelente nivel musical de estas nuevas funciones, en las que definitivamente el elemento italiano fue clave: muy bien concertadas por el reconocido maestro Antonello Allemandi en su debut sudamericano, contaron con un elenco de gran categoría, integrado por Alessandro Corbelli, Laura Giordano, Bruno Taddia y el excelente tenor argentino precisamente radicado en Italia, Juan Francisco Gatell. ¿Qué decir a estas alturas del gran Alessandro Corbelli? como era de suponer en un cantante con su prestigiosa trayectoria, sólo caben los elogios, ya que por canto, estilo y actuación, fue el mejor artista de estas representaciones; siempre divertido pero sin exagerar la nota, su Don Pasquale fue una figura muy humana y que de inmediato logra captar la simpatía del espectador sin caer en desbordes o en el ridículo. Siempre es un verdadero lujo para el Municipal poder contar con este veterano intérprete, quien no ha dejado de volver a pesar de ser tan solicitado internacionalmente, y nos ha brindado imborrables actuaciones como Leporello en Don Giovanni (1989), Belcore en El elixir de amor (1991), el protagonista de Falstaff (2001) y Bartolo en El barbero de Sevilla (2008). Y por si fuera poco, interpretando a la pareja de enamorados, Norina y Ernesto, se contó con dos jóvenes, atractivos y talentosos artistas que desempeñaron los mismos roles en un conocido DVD dirigido por Riccardo Muti. Giordano -quien ya había cantado en el Municipal la Despina de Così fan tutte, en 2005- fue una Norina llena de encanto y gracia, de hermosa voz y buena técnica; por su parte, Gatell, cuya ascendente carrera lo ha llevado en una década a escenarios como la Scala de Milán, el Real de Madrid y el Festival de Salzburgo -se lo puede ver como Tebaldo en el Romeo y Julieta en DVD con Villazón y Machaidze-, fue una grata revelación en su debut chileno, porque aunque se lo notó complicado en ciertos momentos de su arduo y por instantes ingrato personaje -muy exigente en lo vocal y de bella línea melódica, pero de menos repercusión escénica que los otros tres-, lució una bella voz, llena de expresión y sentimiento, ideal para el belcanto. Menos convincente en lo vocal fue el doctor Malatesta de Taddia, ya que su material parece estar a medio camino entre el tenor y el barítono; sin embargo, es un actor consumado y elegante, y pronuncia sus líneas con una chispa innegable.
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