Foto: Sonatori
Gustavo Gabriel Otero
Como fin del Ciclo 2011 del Mozarteum Argentino se presentó, en el Teatro Colón de Buenos Aires, el espectáculo ‘Le donne di Vivaldi’ ideado por el maestro Francesco Fanna y por Myriam Zerbi. La estructura es sencilla pero de buena factura: alternar obras orquestales y vocales de Antonio Vivaldi con el relato de algunos momentos de la vida del músico en especial su relación con las heroínas salidas de su pluma y con las intérpretes de su música. En la sutil complementación de elementos musicales se alternaron tres conciertos y tres arias interpretadas por cada una de las tres solistas para finalizar con un fragmento del Beatus vir interpretado a trío por las cantantes. Los textos escritos por Myriam Zerbi y leídos y recitados por Filippo Plancher aportaron datos y simpáticos relatos. Lamentablemente un descomunal acople del equipo de audio al iniciarse el relato -luego de concluir la primera intervención solista de la orquesta- desorientó al público. Más cuando el relator ingresando por la platea gritaba ‘Fue él’. Luego todo marchó bien pero es dable remarcar que en un teatro lírico con la acústica del Colón no es necesario amplificar las voces habladas. En la faz musical el concierto se inició con el conjunto Sonatori de la Gioiosa Marca interpretando el Concierto para cuerdas en Re menor de Antonio Vivaldi. Lo que permitió apreciar el perfecto color original de una agrupación historicista especializada en el género, la afinación exacta, la rítmica precisa y el cuidado equilibrio de la agrupación véneta. En el trascurso de la velada la agrupación ofreció el Concierto para flauta piccolo en Do mayor, que cerró la primera parte electrizando al público por la justeza de la interpretación y por la excelencia de la solista -Dorothée Oberlinger- quien deslumbró por la naturalidad del sonido, por la justeza en las agilidades y por la perfección en la articulación además de deslumbrar por su altura, juventud y natural belleza. Y luego inició la segunda con el Concierto para laúd, RV 93, donde se lució Ivanno Zanenghi.
En todos los casos, así como acompañante de las solistas, los Sonatori de la Gioiosa Marca reivindicaron su justa fama internacional. En otros momentos actuaron como solistas Giorgio Fava en violín y nuevamente Ivanno Zanenghi pero como solista de mandolina, mostrando siempre seguridad y musicalidad. La mezzosoprano argentina Susanna Moncayo von Hase aportó su bellísimo color vocal y su timbre acontraltado para interpretar Fingi d’avere un cor de Arsilda, regina di Ponto; Ho il cor già lacero de Griselda y Sovente il sole de Andromeda liberata. Por su lado la soprano italiana Gemma Bertagnolli mostró perfecto estilo y coloraturas límpidas y brillantes en sus interpretaciones de La speranza verdeggiando de Orlando finto pazzo, Armatae face, et anguibus de Juditha triumphans y Ombre vane, ingiusti orrori de Griselda. Mientras que la mezzosoprano, originaria de Novara, Manuela Custer demostró perfecto dominio escénico, gracia y simpatía a la par de perfección técnica, flexibilidad en el registro, belleza vocal y seguridad en las coloraturas en sus interpretaciones de Misero spirto mio de Ottone in villa, Transit aetas de Juditha triumphans y Nel profondo cieco mondo de Orlando Furioso –sin dudas su mejor momento de la noche. En todo momento brilló la concertación del maestro Francesco Fanna para brindar una noche de acercamiento a Vivaldi diferente y de gran calidad.
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