En un concierto que convirtió al Auditorio Nacional en una gran caja de resonancia para las mejores voces del panorama operístico internacional, el tenor Plácido Domingo celebró, la noche del miércoles 20 de junio, los 60 años del coloso de avenida Reforma. La magna presentación abrió el ciclo de espectáculos internacionales que, durante junio y el resto del verano, conmemorarán al recinto que ha sido testigo de la historia social, política y cultural de nuestro país. Acompañado por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, dirigida por el estadounidense Eugene Kohn, el tenor salió al escenario entre los aplausos y vítores de las más de nueve mil personas que llenaron el Auditorio para ser testigos de una velada que evocó las mejores piezas del bell canto a través de las décadas. Plácido Domingo cautivó a los asistentes con las interpretaciones de clásicos como La Boheme, de Puccini, así como Rigoletto, de Verdi, piezas que fueron aclamadas y que abrieron el telón anímico de la noche para otras arias, zarzuelas y operetas que formaron el programa.El tenor fue acompañado por las sopranos Angel Blue y Micaela Oeste, quienes aportaron interpretaciones de gran calidad que a momentos se fundían en una sola tonalidad con la voz de Plácido Domingo. El concierto continuó con El país de las sonrisas, de Lehar, y El murciélago, de Strauss, donde se mostró un sorprendente dominio técnico de las variaciones de voz que requieren las piezas. La bailarina de flamenco Núria Pomares, considerada una de las exponentes más propositivas de este arte, hizo su aparición en el escenario para convertirse en un acento presencial de las voces. Domingo mostró su dominio de piezas emblemáticas de la tradición española como El niño judío, de Pablo Luna, y Maravilla, de Moreno Torroba, que merecieron una nueva ovación de los presentes. La tradición del musical estadounidense también formó parte del concierto con piezas como Tonight, Tonight, de West Side Story, además de la canción I Could Have Danced All Night, de My Fair Lady, acompañado magistralmente por las sopranos. En el momento culminante de la noche, el concierto fue revestido con las tradiciones mexicanas con la llegada del Mariachi Vargas de Tecalitlán que fue aclamado por miles de voces, mostrando su emocionado rostro en las grandes pantallas que flanqueaban el escenario. Numerosas canciones mexicanas fueron interpretadas por Plácido Domingo, destacando piezas como Solamente una vez, de Agustín Lara, Júrame, de María Grever, y Bésame Mucho, de Consuelo Velázquez. Con un gran muro de aplausos, vítores y porras celebraron el gran final de la noche que permitió al gran coloso de los espectáculos de México, grabar una instantánea más en su álbum de recuerdos de seis décadas de existencia.
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