Monday, October 11, 2010

La Sinfónica Juvenil “Teresa Carreño” de Venezuela y su director Christian Vásquez en el Festival Beethoven de Bonn Alemania

Fotos: Fesnojiv

Prensa Fesnojiv

La Sinfónica Juvenil "Teresa Carreño" de Venezuela (SJTCV) comenzó a escribir un nuevo capítulo de su historia; uno cuya primera palabra era reto, uno cuya última palabra fue triunfo. Los 160 venezolanos que integran esta orquesta - que conforma una generación intermedia entre la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar y la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela - y su director, Christian Vásquez, fueron aclamados en la sala más importante del Festival Beethoven de Bonn, un evento de importancia en la escena musical de Europa. Christian Vásquez, joven director venezolano, que ha hecho una sobresaliente carrera en corto tiempo, tuvo en Bonn, el reto de tocar la Quinta sinfonía de Beethoven no en una ciudad cualquiera, sino en la ciudad natal del propio Ludwig van Beethoven, mientras el público miraba al escenario como si diseccionara cada nota. Segundos después de tocar la última nota, la ovación fue la mejor recompensa: 5 minutos de aplausos por parte de las 1600 personas que ocupaban el Beethoven Hall. El augurio de la primera parte del concierto, en la que también tocaron la Obertura Candida de Leonard Bernstein; la premonición de los minutos iniciales de aplausos sería sólo el comienzo. Cuando aún los asistentes no dejaban de admirarse por una fila de 12 contrabajos o de 16 violonchelos; cuando aún no dejaban de elogiar una orquesta joven que además es dirigida por un director casi tan joven como los instrumentistas, la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky que interpretaron los muchachos venezolanos conquistó a un público que tenía una gran expectativa debido a las visitas anteriores de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar y el maestro Gustavo Dudamel. Otros 10 minutos más de aplausos, mientras la página de este capítulo se cerraba con bises llenos del colorido de Latinoamérica: las Congas del fuego de Arturo Márquez, el Malambo de Alberto Ginastera, Tico Tico de Zequinha de Abreu y el Mambo de Bernstein, que se ha convertido en un símbolo de la alegría con la que los venezolanos se montan en el escenario. No era suficiente para el público alemán. Así que Christian Vásquez, quien durante casi tres horas dejó el alma en el podio, volvió para dirigir la Marcha Radetzky de Strauss, que no sólo tocó la orquesta sino también el público guiado por las instrucciones de forte-piano que daba el director, que al igual que la orquesta, vestía el tricolor venezolano.

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