Saturday, February 1, 2014

Armide en Ámsterdam

Foto: Monica Ritterhaus / DNO 2013

Con Armide, opera poco representada de Gluck, concluyó el ciclo de cinco operas de este compositor que la De Nederlandse Opera representó a lo largo de varias temporadas. Barrie Kosky director de escena australiano y actual intendente de la Komische Opera de Berlín concibió un montaje contemporáneo con el que creo escenas de gran impacto visual, con diseños de Katrin Lea Tag. Regieteather en su máxima expresión, que contrastó la magia y la hechicería con el amor, los celos y la desilusión, temas contenidos en la historia, en una isla mágica en la que las fuerzas de la naturaleza jugaron un papel importante, como la lluvia, el agua (con un pequeño lago al fondo del escenario) y el esplendido efecto de una tupida lluvia de pétalos de rosas blancas y rosas. El toque absurdo lo dieron los figurantes y coristas, de buen desempeño vocal, algunos desnudos, otros en trajes modernos en color rosa que caminaban y se movían como zombis, caballeros en armaduras, y la presencia de un caballo en escena, con la intención de transmitir situaciones de intensa emoción, admiración o irritación al público. En el podio Ivor Bolton, dirigió con seguridad y estilo, a pesar de algunos desfases, a una Nederlands Kamerorkest, reforzada con instrumentos antiguos, de admirable y homogénea sección de cuerdas. La soprano canadiense Karina Gauvin, en su primera incursión en una ópera de Gluck, mostro carácter en escena y pudo transmitir las emociones del personaje de Armide de manera convincente. En su canto coloreó cada frase con un grato y seductor timbre. El tenor Frédéric Antoun se distinguió como Renaud, con cálida voz lirica y clara dicción. El barítono Andrew Foster Williams dio vida a un violento pero autoritario mago Hidraot, y tanto la mezzosoprano holandesa Karin Strobos en el papel de Phenice, como la soprano Ana Quintans, especialista en música barroca, como Sidonie ofrecieron sobresalientes interpretaciones vocales y escénicas. Para el personaje del Odio, Gluck compuso arias de gran lucimiento y belleza que fueron interpretadas con pundonor por la experimentada mezzosoprano Diana Montague. RJ

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