Wednesday, May 25, 2022

Il Trionfo della morte en México

 

Foto: RJ concierto de la AMA

Ramón Jacques

Fundada en el 2017, la Academia de Música Antigua de la UNAM (AMA) se ha consolidado como un proyecto único en la exploración e interpretación de música antigua en nuestro país, estimulando el surgimiento de nuevos instrumentistas y el interés por este género musical. Desde entonces, la agrupación ha ampliado cuantiosamente su repertorio, incorporando diversas obras instrumentales, así como también vocales, que son un componente esencial de la música de los siglos XVII y XVIII. En esta ocasión ejecutó, en tres distintas salas de concierto de la ciudad, un raro pero muy atractivo oratorio titulado Il trionfo della morte (1677) de Bonaventura Aliotti (1640-1690) compositor y fraile franciscano nacido en Palermo, Italia, donde fue conocido como el Padre Palermino, Aliotti, se estableció en Padua y posteriormente en Ferrara donde se desempeñó como organista, en un periodo posterior a la contrarreforma, durante el cual la iglesia católica había impulsado la música sacra para fortalecer su poder simbólico, haciendo que florecieran géneros vocales como: la cantata y el oratorio. Il trionfo della morte fue posiblemente compuesto en Ferrara, donde fue interpretado por primera vez en 1677, y posteriormente en Palermo en 1682 y Módena en 1685. A lo largo de su vida Aliotti compuso en total once oratorios, de los cuales solo sobreviven cuatro, y de lo poco que se conoce de su trabajo, afortunadamente dos de ellos cuentan con grabaciones discográficas: Il Sansone, editado en el 2016 por el sello discográfico Phaia Music, interpretado por Ensemble Elyma y conducción de Gabriel Garrido; y del propio Il Trionfo della Morte, cuya grabación salió al mercado en el 2020 por el sello Accent, con la orquesta francesa Les Traversées Baroques dirigida por Étienne Meyer. Como toda obra del repertorio musical sacro su tema proviene de las escrituras o de alguna fuente religiosa. Il Trionfo, que elabora sobre el origen de la muerte, trata particularmente sobre la caída de Adán y Eva, y su expulsión del paraíso, que se va desarrollo en una especie de diálogos y reflexiones, con recitativos y agradables arias, sobre el bien y el mal, la culpa y el remordimiento en el que aparecen los personajes de Eva y Adán (Adamo) interactuando con la razón (ragione), el sentido (senso). Lucifer (lucifero) y la muerte (la morte), y los contrastantes: coro de demonios (coro dei demoni) con el de ángeles (coro degli angeli) y el de la virtud (coro de la virtù); y en la segunda parte aparece el personaje de dios (Iddio). El oratorio que dura aproximadamente noventa y minutos, se divide en dos partes, y como indica la tradición se interpretaba en ocasiones religiosas, intercalándose un extenso sermón, aquí el espacio dedicado al pro-sermone se ocupó con la lectura de poesías espirituales prehispánicas de Nezahualcóyotl. Musicalmente la pieza es muy satisfactoria, y la conducción del director invitado Josep Cabré (barítono y director coral español conocido principalmente por su trabajo con el grupo renacentista español La Colombina) fue transitando las diferentes conmociones y estados de ánimo que se desprenden de la partitura, que van de pasajes sombríos y dramáticos, a conmovedores, y por momentos candorosos. La orquesta en todas sus líneas mostró cohesión, homogeneidad y dinamismo. Las caracterizaciones fueron bien captadas y transmitidas por los solistas, destacando la soprano Yunuen Xolotzin Flores, quien, interpretando a Eva, y gracias a que la partitura, le permite la mayor participación en la obra y posibilidades de lucimiento, mostró calidad técnica y apego al estilo, con una tonalidad cristalina y expresiva. El tenor Rabindranath Vite, agradó también por el color vocal e intenso con el que cantó personaje de Adán. Una mención merece la AMA por su labor y por el atrevimiento de ejecutar obras poco conocidas, así el resto de los solistas por su desempeño y contribución al concierto: el tenor Pablo Pérez como la razón, el barítono Felipe Navarro como dios, Adriel Enríquez como Lucifero, Salvador Márquez como la muerte y Alejandro Lemus como el sentido.  Cabe mencionar que, de manera paralela al oratorio, la OFUNAM, realizó un par de atractivos conciertos, donde los solistas eran miembros de la propia y orquesta, y con un grupo compacto de instrumentistas y clavecín, se tocaron obras de un repertorio que habitualmente aquí no se escuchan como: el Concierto para dos violonchelos en sol menor, RV 531 de Antonio Vivaldi (1678-1741), el Concierto para dos violines en re menor, BMV 1043, así como el Gran dúo concertante para violín y contrabajo de Giovanni Botessini (1821-1889) con la fulgurante ejecución del instrumento de Sebastian Kwapisz, concertino de la orquesta y director en este concierto.

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