Carlos Rosas T.
La esperada cita operística veraniega
de la Filarmónica de Los Ángeles (LA Phil), al aire libre en el Hollywood Bowl congregó
a mas de 7000 espectadores, según cifras del recinto, que presenciaron y
sufrieron con el conocido díptico compuesto por los melodramas de Mascagni y Leoncavallo.
La función en concierto contó en su mayoría con cantantes estadounidenses. El
ejercicio anual de incorporar operas, como el reciente ciclo de operas de
Mozart-Daponte además de Aida, Carmen y otras, ha comenzado a rendir frutos ya
que de la orquesta muestra una desenvuelta sonoridad, maleabilidad y la
sensibilidad proveniente de un foso, alejada de
la rigidez y perfección a la que aspiran las orquestas sinfónicas de
este país. Esta orquesta ha renovado su línea y su plantilla incorporando jóvenes
y talentosos instrumentistas. El resultado fue musical fue ampliamente
satisfactorio. Gustavo Dudamel en la
dirección orquestal, es un discurso aparte, ya que quienes lo conocemos desde sus
inicios notamos la ausencia del entusiasmo y la explosividad que tanto le caracterizó
cuando asumió la titularidad de esta agrupación. Todo eso se ha diluido, y hoy
es un director mesurado, que acompaña, que busca la precisión, pero que incurre
en la rutina, antipatía y carencia de ideas. Surge entonces el cuestionamiento
si es en verdad el prodigio que se nos hizo creer o solo se trató de una cortina
de humo creada por la publicidad y por un régimen que siempre lo ha apoyado
incondicionalmente. En ambas operas se pudo escuchar la hoy robusta y corpórea
voz de Stuart Neill como Canio y
Turridu, así como la inexpresividad y frialdad del barítono ingles Christopher Maltman como Alfio y Tonio,
de una tonalidad más apta quizas para Mozart que para el verismo. Michelle DeYoung dio vida a una
apasionada y solida Santuzza y Nancy
Maultsby no paso de ser una reservada y moderada Mamma Lucia. Sobresaliente
y con garbo escénico fue la interpretación de Lola que regaló la mezzosoprano Tamara Mumford, quién se vistió en el
papel y convenció con escalofriante calidez y sonoridad. En Pagliacci, Julianna Di Giacomo tuvo un razonable desempeño
como Nedda, es una artista de caudalosa y grata voz que pero contenida en
escena. Francamente intrascendentes estuvieron Christopher Tiesi como Beppe y Lucas
Mecheam como Silvio. Acompañó el coro Los Angeles Master Chorale que cumplió
en un buen nivel.
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