Foto: Lynn Lane
Lorena J. Rosas
West Side Story, clásico de Broadway estrenado en
1957, con música de Leonard Bernstein y letra de Stephen Sondheim fue incluido
como uno de los títulos de la actual temporada de ópera en Houston. Además de
servir de homenaje al legendario compositor y director de orquesta
estadounidense, es una manifestación de que los teatros estadounidenses,
pequeños o grandes, tienen siempre presentes a sus compositores, sean del
pasado o contemporáneos. La ventaja de esta puesta en escena realizada por una
compañía importante de ópera fue el cuidado tratamiento musical, vocal y
orquestal que se le dio a la obra. Aquí, la voz del tenor Norman Reinhardt, como Tony, sonó con claridad e intención,
redondeando las brillantes letras de Sondheim imprimiéndoles sentimiento. Su radiante timbre se adaptó bien al texto, y
regaló gratas interpretaciones de “Something’s
Coming” de la perenne “María” así
como de su dueto “One hand, one hear” Sin
embargo, su actuación se dirigió al sentido contrario de su canto. Su Tony fue demasiado
bonachón y debilucho, que no convenció de ser el líder de una pandilla. La soprano Andrea Caroll dio vida al personaje de María. Formada en este
teatro, es uno de los talentos en quien se apuesta a futuro para llevar a cabo
una fructífera carrera, y para la próxima temporada se le confió el papel de
Leila en Pescadores de Perlas. En esta
función, cantó con voz oscura, dúctil, y colorida, sin necesidad de fingir
acentos, como el puertorriqueño y su actuación fue correcta. Desde el punto de vista orquestal, la música
es incomparable, la ejecución de la orquesta se puede describir como
incandescente, ya que mantuvo latente el pulso rítmico, el sutil abandono y el
realismo que Bernstein le supo plasmar. En el podio estuvo Timothy Myers, quien empuñó su batuta con entusiasmo y conocimiento
de esta música. La extensa lista de
cantantes y bailarines tuvo un desempeño adecuado, destacando a Gabrielle McClinton como Anita. El
coreógrafo puertorriqueño Julio Monge
se apegó a los movimientos originales de Jerome Robbins. La dirección escénica de Francesca Zambello, transcurrió sin ocurrencias fuera de la historia,
pero tampoco pareció mantenerse en línea con el canto, y fue algo floja. La obra se situó en la época actual, en lo
que parecía ser una zona industrial por sus torres, escaleras, rejas de metal,
en un concepto ideado por Peter J.
Davison. Si con algo me quedo de
esta esta función, es la parte musical y vocal del homenajeado: Leonard
Bernstein.
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