Fotos: Silvia Lelli, Nabucco - Fenena (Teatro Massimo Palermo
Annalisa Stroppa es en la actualidad una reconocida mezzosoprano lírica. En pocos años, su carrera ha ido en constante ascenso hasta llegar a pisar importantes escenarios operísticos. En la siguiente entrevista, Annalisa nos habla más sobre su carrera y nos da sus particulares puntos de vista sobre el canto, la música y la interpretación.
Annalisa Stroppa es en la actualidad una reconocida mezzosoprano lírica. En pocos años, su carrera ha ido en constante ascenso hasta llegar a pisar importantes escenarios operísticos. En la siguiente entrevista, Annalisa nos habla más sobre su carrera y nos da sus particulares puntos de vista sobre el canto, la música y la interpretación.
Ramón Jacques
Annalisa ¿Podrías contarnos como nació en ti la pasión
por el canto lirico?
Cuando era niña pasaba gran
parte de la tarde en la casa de mis abuelos maternos donde escuchaba a
Pavarotti, Domingo, Carrera y a Mario del Mónaco, de este modo comencé a
descubrir las arias de ópera y a imitar a estos grandes tenores. Recuerdo que, a los 8 años, durante las
fiestas familiares entretenía a todos cantando “Nessun dorma”, “O Sole mio”,
Parlami d'amore Mariù", "
Un amore così grande". Siempre fui extrovertida y cuando cantaba me
sentía bien y me hacía feliz. Además, la naturaleza fue generosa conmigo y me
dio una voz especial y así fue como nació en mi la pasión y el deseo de cantar.
¿A partir de este gusto por cantar fue que comenzaste
a estudiar seriamente a música?
Si, comencé el estudio del
solfeo, el piano y posteriormente y con voz completamente cambiada ¡el
canto! Mi familia siempre creyó en mí
animándome y apoyándome. Fue gracias a su confianza que he podido afrontar con determinación
este camino. Estudié en el Conservatorio
de Brescia, y paralelamente hice los exámenes en la universidad donde me
licencié en ciencias de la educación, después di clases medio tiempo en una
primaria. A pesar del cansancio, amaba todo lo que hacía: enseñar, estudiar en
la universidad y, sobre todo, cantar.
¿Podrías resumirnos brevemente como ha sido tu carrera
profesional?
Durante mis últimos años en
la universidad participé en diversos concursos nacionales e internacionales
para medir mi potencial y saber si verdaderamente el canto era el camino que
debía seguir y llevar adelante una carrera. Como obtuve siempre buenos lugares,
esto me sirvió como confirmación de que podía seguir por adelante por este
rumbo. Así comencé a cantar en recitales de cámara, después papelitos en ópera y
papeles más importantes en concursos más relevantes. Mi primer protagónico fue
Carmen en Tragedy de Carmen en
Perugia con el Teatro Sperimentale de Spoleto. Después intérprete el papel de
Cherubino en I due Figaro en Salzburgo,
Ravenna, Madrid y Buenos Aires. A partir de ese momento pude debutar otros
papeles como: Rosina en Roma, Cherubino en Cagliari, Piacenza, Módena, Lausana;
Stephano en Romeo y Julieta en Génova,
en la Arena de Verona; de nuevo Rosina en Berlín, Lausana, Barcelona, Tel Aviv,
Bilbao, Monte Carlo; Carmen en Limoges, Fenena en Palermo y Florencia, con la
Sinfónica de Dallas Les Nuits d’eté
de Berlioz, y después Adalgisa de Norma en Palermo y en Barcelona, donde canté
también el papel de Ascanio en Benvenuto
Cellini. Despues vinieron Hänsel en Hansel und Gretel en Turín, Dorabella
en Viena, Suzuki en Paris, Cenerentola en Tel Aviv, hasta llegar a la
inauguración de la temporada 2016-2017 del Teatro alla Scala en Milán como
Suzuki bajo la dirección del maestro Chailly. Como verás, he sido muy
afortunada y he tenido muy buenas oportunidades.
Considero que mi primer
papel principal a nivel internacional fue Cherubino en I due Figaro de
Mercadante, bajo la dirección musical de Riccardo Muti y dirección de escénica
de Emilio Sagi. ¡Un maravilloso personaje en travesti! El estreno fue en el Haus
für Mozart de Salzburgo, y después en los teatros Alighieri de Ravenna, Teatro
Real de Madrid y Colón de Buenos Aires. En la función de estreno de una ópera
redescubierta y nunca antes ejecutada, hasta ese momento y en el prestigioso
Festival de Salzburgo, me emocionó mucho porque sentí que era mi punto de
partida en el panorama internacional, ya que era una perfecta desconocida.
Agradezco mucho al maestro Muti esta posibilidad que me permitió aprender y
crecer mucho. Obviamente estaba consciente de la responsabilidad que se me dio,
y que me reafirmaba el cuidado y precisión con la que el maestro me había
preparado durante los ensayos. ¡un muy grato recuerdo! Al final, la felicidad y
satisfacción era inmensa. Lo había hecho bien y había roto el hielo, como se
dice.
¿A quién no conoce tu voz,
que es lo primero que te gustaría que te escuchara cantar?
Soy una mezzosoprano lírica,
que afronta principalmente papeles del belcanto, que forman parte de mi
formación, además de que adoro el fraseo francés. Creo que este repertorio se
adhiere perfectamente a mi voz y a mi carácter. Por ello, me encantaría que me
escucharan cantar, por citar algunos papeles, como: Adalgisa en Norma, Romeo en
I Capuleti e i Montecchi, Sara en Roberto Devereux, Leonor en La Favorita de
Donizetti, Carmen de Bizet y Charlotte en Werther.
Ya nos has adelantado algunos de los papeles en tu
repertorio, pero ¿Cuáles te gustan más y vas a interpretar próximamente?
Amo todos los personajes que
he interpretado porque cuando lo he hecho, he buscado de profundizar e
interiorizarme lo más posible con ellos, por ello, me siento ligada a todos
esos papeles, y como te decía, amo el belcanto y el repertorio francés. Hace
poco encarné nuevamente Carmen en el Festival de Bregenz, y después iré a
Astana Kazajistán con el Teatro alla Scala, y en los meses de octubre y
noviembre estaré nuevamente en Milán como Fenena en Nabucco.
¿Quién te inspira o quienes han sido tus cantantes
modelo?
Tomo como ejemplo a todos
los grandes artistas que han sabido manejar bien su carrera y hacerla duradera
durante el tiempo con seriedad, dedicación y respeto, poniendo en primer lugar
su voz y la música. Admiro a los que teniendo más de treinta años sobre sus
espaldas salen al escenario con el profesionalismo y el entusiasmo como si
fuera su primera vez, ya que si la ópera existe es gracias a estos grandes
intérpretes, que nos han dejado una gran herencia que tenemos el honor de
llevar adelante para después transmitírsela a los que vienen detrás de
nosotros. Busco tomar lo positivo de los
artistas de ayer, como también de los de hoy.
¿Hacia dónde crees que te
llevará tu voz y hacia donde consideras que se desarrollará tu repertorio?
Compositores del siglo XVIII
como Mozart y Rossini han sido un bálsamo para mi voz durante mis primeros años
de carrera. Sobre todo, me han enseñado a cantar sul fiato, la importancia de la palabra en los recitativos, el
fraseo, el legato, elementos que se encuentran también en los estilos
posteriores. A nivel técnico, regresar a de vez en cuando a Mozart y Rossini
hace bien a la voz. Después es el turno de Rossini, Bellini, Bizet, Gounod y
Berlioz. Creo que para elegir nuevos
papeles y compositores no se requiere más que escuchar la voz de uno mismo y
respetar sus posibilidades, solo ella puede guiar e indicar el repertorio más
correcto y sano para afrontar. No
pretendo poder cantar todo porque creo que es de acuerdo con la vocalidad y la
propensión que tiene cada uno de expresarse mejor en un repertorio
especifico. Por el momento quisiera
continuar especializándome en el belcanto y el repertorio francés. Ya me han
ofrecido papeles verdianos, pero, aunque siento que mi voz va en esa dirección,
creo que hoy es pronto, y por ahora hay muchos papeles maravillosos que puedo
interpretar en este momento.
Por tu experiencia ¿Cómo puede un cantante establecer
un vínculo o relación con el público en la oscuridad de un teatro? ¿Qué sientes
al comenzar a cantar en una función?
El público es muy
importante, y es una parte activa e integra del espectáculo, es mi motor y me
da la carga y la fuerza para hacer las cosas lo mejor posible. Es mi juez y mi combustible.
Cantamos para los espectadores y tenemos el deber de emocionarlos cuando nos
escuchan. Cuando salgo al escenario y comienzo a cantar siento inmediatamente
la energía que su presencia me transmite. El público comunica su calor y su
alma y así surge la magia. Además, por
el aplauso vale la pena cualquier fatiga porque significa que pude transmitir
mis emociones y ello es una gran satisfacción.
¿Cómo ha sido tu relación con los directores de
orquesta y de escena?
He creado una buena relación
con todos los directores con los que he trabajado hasta ahora porque creo que
el nuestro es un trabajo “en grupo” y una buena sintonía y un clima de trabajo
sereno y disponible condiciona inevitablemente el resultado del espectáculo.
Estoy abierta y curiosa respecto a las ideas musicales e interpretativas de los
directores de orquesta y escena, y creo que todos ellos tienen algo que decir
que me pueda ayudar a representar mejor mis personajes. Es obvio que las
propuestas deben ser convincentes para hacer verosímil mi personaje y es
necesario que me lo crea yo primero. En el escenario nos medimos contra
nosotros mismos, con nuestros límites y nuestras posibilidades, y es
maravilloso encontrase con ellos para crear juntos un personaje.
En base a la pregunta anterior ¿Cómo piensas tu que se
pueden conciliar diferentes visiones respecto al canto, la música y el
escenario, particularmente cuando no hay mucho tiempo para ensayar, corriéndose
el riesgo de subir a un escenario sin tener las ideas claras?
La idea de partida debe ser
siempre el respeto por la música y las intenciones del compositor.
Desafortunadamente en la actualidad, no hay muchos teatros que puedan
permitirse largos periodos de ensayo y con frecuencia, por falta de recursos
económicos, de monta una ópera con muy poco tiempo. Esto sucede particularmente
con reposiciones de óperas ya puestas en escena donde se necesita hacerse una
idea clara en poco tiempo. Creo que no se debe subir al escenario sin tener una
idea precisa, pero con el poco tiempo disponible uno debe buscar caracterizar
el propio personaje y hacerlo creíble, la idea base es entender la idea del
director de escena y juntarla con la de uno mismo, naturalmente que esto es más
simple cuando se pone en escena un papel que uno ya ha debutado,
interiorizado. Para un debut, lo ideal
sería más tener el tiempo suficiente para conocerlo y profundizarlo. Lo ideal es tener periodos largos de ensayos,
como suele suceder en producciones nuevas y ver como el papel madura desde el
primero hasta el último ensayo. El escenario es un verdadero gimnasio, y el
personaje que se interpreta crece dentro de uno cada día, del punto de vista
vocal al interpretativo y se vuelve de uno mismo. Una buena dirección escénica
puede ayudar a resolver problemas en escena, nosotros somos los actores, los
intérpretes y una buena producción y dirección de escena puede permitir que se
cante mejor.
¿Cómo es la vida de tener que cambiar continuamente de
ciudad y de colegas?
¡Es una adaptación continua!
Por momentos muy cansada, pero a la vez muy estimulante. Conocer el mundo y
poder trabajar cada vez con nuevos colegas entusiasma y enriquece. Esta es una
parte que me gusta de mi trabajo. Hasta
ahora he encontrado colegas, directores y gente de cada teatro con los que he
tenido buena relación para colaborar bien en cada espectáculo.
En la actualidad se ven muchas producciones modernas o
de ideas extrañas ¿Has tenido que cantar con una producción inusual?
¡Si, varias veces! Me
acuerdo de una producción de Barbero de Sevilla en el Teatro Filarmónico de
Verona en el 2015 que se realizaba dentro de un cuento animado e interactivo,
con videos proyectados al fondo del escenario y donde todos los personajes se
inspiraban en Rossini, es decir, con grandes dimensiones físicas. ¡Fue
divertida! También una atractiva e innovadora Rosina que hice en Caracalla
cantando Una voce poco fa en un
columpio dentro de una jaula suspendida en el aire, vestida de amarillo como si
fuera Piolín.
¿Que piensas al respecto
de que la lírica parece ser un espectáculo elitista y que piensas que se podría
hacer para que los jóvenes se acercaran a ella?
Entre los jóvenes como entre
algunos adultos se tiene la idea que la ópera es solo para un ‘público maduro’,
o sea ‘para unos cuantos’, pero en realidad no es así, porque la ópera no tiene
edad y es para todos. Es un pensamiento y una vieja idea de que no se acercan a
ella pensando que no podrán entenderla o apreciarla. Por mi experiencia, te
puedo asegurar que una vez que estas personas van a un teatro, la mayor parte
de enamora del espectáculo. Por tanto,
la llave está en conocerla. Lo ideal sería crear una red entre los teatros, las
escuelas y las universidades. Ya algunos teatros han creado espectáculos para
niños, y es una buena iniciativa porque los acerca de una manera simple,
directa y divertida, y a través de estas iniciativas son los propios niños que
hacen que sus papas vayan a un teatro por primera vez. Como fui maestra de escuela, por experiencia
sé que la música es absolutamente fundamental desde la escuela elemental. La
música es parte de nuestras raíces, de nuestra cultura y debería ser valorizada
y no considerada como la cenicienta de las materias. En los programas escolares
debe ser enseñada a los más pequeños por medio de juegos y después vincularla a
otras materias como las ciencias, la historia, matemáticas. El poder que tiene la música es que forma la
ment, y es un medio de expresión, unión y comunicación universal. Sucede los
mismo con el deporte, la danza, la pintura, y todo lo que sea arte, porque la
cultura alimenta nuestro interior.
A propósito, ¿Escuchas otro tipo de música por
esparcimiento o diversión?
¡Absolutamente si, muy a
menudo! Además de la música clásica, escucho música ligera, pop, dance y
latinoamericana.
Gracias
por la entrevista Annalisa, para concluir ¿podrías contarnos alguna anécdota,
un momento memorable o que te haya dado orgullo en tu carrera?
Por supuesto, fue la primera ocasión que vi a mis
padres sentados en un teatro para verme; así como la enorme emoción de ser uno
de los protagonistas en la prestigiosa apertura de la temporada del Teatro alla
Scala en el 2016 como Suzuki en Madama Butterfly dirigida por
el gran maestro Riccardo Chailly. Lo considero un privilegio y estaba en verdad
emocionada porque es una sensación indescriptible, que recordaré por siempre.
Había visto las transmisiones de televisión de años anteriores, pero nunca
hubiera imaginado que un día yo estaría allí.
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