Tuesday, January 8, 2019

Attila de Verdi en el Teatro alla Scala de Milán


Fotos: Brescia& Amisano - Teatro alla Scala

Massimo Viazzo

El Teatro alla Scala inauguró su nueva temporada con Attila, la novena opera verdiana, un título quizás no tan conocido en el repertorio internacional, pero no por ello menos interesante y estimulante.  Nos encontramos en el periodo en el que Verdi afinaba un poco a la vez los medios dramatúrgico-musicales contenidos en sus obras maestras sucesivas, estamos en los conocidos ‘anni di galera’.  La ópera es una secuencia ininterrumpida de “fuertes” pasajes: arias, cabaletas, duetos, y piezas de acompañamiento que atraparon el aplauso desde la primera nota.  Una verdadera ópera per cantante, que para ser montada requiere de un cuarteto vocal de alto nivel. La Scala ha hecho las cosas en grande confiándole la dirección orquestal a su director musical Riccardo Chailly, la puesta en escena a uno de los directores italianos más requeridos del momento, Davide Livermore, y contratando cuatro solistas de canto excepcionales.  Pero vayamos en orden. El espectáculo de Livermore fue de un fuerte impacto visual ya que ambientó la ópera en la primera mitad del siglo XX, con referencias a las dos guerras mundiales, pero sin identificar con precisión a cada bando. El director turinés nos contó una historia en la que hay víctimas y asesinos. Sobre el escenario, resaltaron estructuras propulsadas, paredes descendentes, puentes que se partían, telones de fondo que permitían ver el humo y los destellos de las batallas, y al fondo emocionantes video-proyecciones inspiradas en celebres películas del cine italiano. El espectador se vio envuelto en una serie ininterrumpida de continuas y conmovedoras situaciones nuevas, siempre respetuosas del libreto y de la partitura.  El todo, indudablemente con marcados trazos hiper tecnológicos, transcurrió siempre con una lectura fluida e inmediata. Chailly hizo sonar la orquesta de manera estupenda, matizando los sonidos y fraseando con cuidado, aunque por momento faltó un poco de electricidad en los pasajes más ardientes. El elenco, como se mencionó, fue de alto nivel, comenzando por el protagonista Ildar Abdrazakov, un Attila de suntuosa voz, bien fraseado, con timbre rotundo siempre sobresaliente.  Un gran descubrimiento fue el de la soprano Saioa Hernández en su debut scaligero, en el arduo papel de Odabella, que interpretó con carácter combativo y presteza vocal. Fabio Sartori entusiasmó al público con su arrogante Foresto, seguro y penetrante; mientras que George Petean, un barítono de voz clara y aguda (en la cabaletta del segundo acto alcanzó el sib) dio vida al papel de Ezio con solidez de emisión y sana voz.  Óptimo también estuvo el tenor Francesco Pittari (Udino) y sobre todo el bajo Gianluca Buratto (Leone).  Como de costumbre el desempeño del coro dirigido por Bruno Casoni fue magnifico.



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