Dr. Alberto Leal
Juventus Lyrica abrió su temporada con un doble programa Mascagni. En el último tiempo parece estar de moda no dar Cavalleria y Pagliacci juntos y sí hacerlo con otra obra de corta duración. En una primera instancia es difícil de creer que las dos obras presentadas del Maestro Mascagni sean totalmente contemporáneas. Analizando su obra, de sus 17 óperas escritas, incluyendo una opereta, sus argumentos han estado marcados por una fuerte impronta dramática, cosa que no ocurre en L’amico Fritz. De todas formas no es mala idea juntarlas, ya que el espectador tiene la posibilidad de apreciar dos facetas totalmente distintas del compositor. El Maestro Russo dirigió con su habitual prolijidad, cuidando siempre la relación foso y escenario. Atento al estilo, solo podría pedirse algo más de intensidad en su versión de Cavalleria, donde además se notaron algunos problemas de afinación. La puesta de Ana D’Anna tuvo sus luces y sombras. Fue una muy buena idea usar la misma escenografía para ambas óperas, incluso el vestuario, que con pequeños arreglos o variaciones fue adecuado para las ambas obras. La inclusión de los títeres no aportó claridad a las escenas, y el hecho de volver a insistir con el teatro dentro del teatro no fue lo más adecuado para esta puesta. La presencia del carromato, que la relaciona directamente con Pagliacci, aportó muy poco en el movimiento de los cantantes, creando momentos de confusión. En lo vocal indudablemente la figura de la noche fue el barítono Cristian Maldonado (David y Alfio), casi una sorpresa en lo personal. Cantó ambos papeles con grato timbre, suficiente volumen, correcta afinación y creó dos caracteres totalmente opuestos, desde el punto de vista actoral. Un gran trabajo. El tenor Sebastian Russo (Fritz) posee una voz de hermoso timbre y buen volumen, pero su canto sonó desparejo en su extensión, con agudos casi gritados y llegando al final notablemente cansado.

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