Wednesday, April 11, 2012

Le Nozze di Figaro en el Teatro alla Scala de Milán

Foto: Brescia Amisano Teatro alla Scala

Massimo Viazzo

La idea de confiar la reposición de la histórica producción escénica de Bodas de Fígaro, puesta en escena por primera vez por Giorgio Strehler hace treinta años (y en su novena edición), a un joven y emergente director no fue muy afortunada. De hecho, Andrea Battistoni de veinticuatro años, no supo captar de la mejor manera la burbujeante vitalidad de la partitura y se limitó a una realización “genéricamente” vivaz pero no muy profundizada desde el punto de vista timbrico y dinámico. Las fulgurantes modulaciones harmónicas mozarteanas, que son el núcleo esencial del proceso narrativo fueron casi debilitadas en un “mezzo-forte” omnipresente y un poco superficial, sin mencionar los problemas que tuvo el director veneto para mantener al escenario y a la orquesta con los resultantes desorientaciones en las partes corales y concertati. En un contexto tan precario, la Orquesta del Teatro alla Scala se vio un poco apática. Es una lastima, ya que el elenco presentado por el máximo teatro italiano fue homogéneo y bien equilibrado, comenzando por el optimo Fígaro de Nicola Ulivieri, de grata voz, sana y robusta y de desbordante carisma escénico. En el elegante, ligero y aun muy vivo espectáculo de Strehler, repuesto en esta ocasión por Marina Bianchi, el “sirviente” Fígaro estuvo más interesado en el lado privado y amoroso de la obra que en la polémica política contenida en la pièce de Beaumarchais la cual Lorenzo Da Ponte delineó magníficamente en su libreto. Fue así como Ulivieri derrochó ininterrumpidamente simpatía y humorismo. Aleksandra Kurzak personificó una Susanna con vida, en carne y hueso, sin ser muy soubrette, pero vocalmente se realización no fue mas que correcta. Calida y emotivamente participe estuvo la experta Condesa de Dorothea Röschmann, una mujer mas enamorada que vengadora. Vocalmente puntual y con perfecta dicción estuvo un Conde no tan arrogante de Pietro Spagnoli. Bien proyectado y seguro pero no muy profundo fue el Cherubino de Katja Dragojevic, mientras que Maurizio Muraro (Bartolo), Natalia Gavrilan (Marcellina), Carlo Bosi (Basilio) y la prometedora Pretty Yende (Barbarina) dieron su valiosa contribución.






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