Thursday, May 8, 2014

Los Pescadores de Perlas de Bizet en Módena

Foto: Teatro Comunale di Modena

Renzo Bellardone

Para vivir y sobrevivir entre las olas de la intemperie a las la vida inevitablemente nos enfrenta, el género humano necesita de fantasía, de ilusiones imaginarias, de historias imposibles pero con final feliz. Los Pescadores de Perlas se insertan justamente en esas paredes mentales que se cierran para ofrecer una vía de evasión y un ilusorio mundo fantástico, y entre mitos y fantasía en una difícil realidad es como se desarrolla la trama de la ópera de Georges Bizet.  El texto no es particularmente lirico, pero en compensación, la partitura es increíblemente bella y rica de tonalidades poéticas y dolorosas vibraciones La lectura que fue conservada en su totalidad en la puesta escénica de fin siècle para abrirse a un nuevo mundo. Patrick Fournillier propuso una lectura armoniosa, lineal y homogénea, siguiendo la filosofía madre de la ópera. La puesta en escena de Giorgio Ricchelli fue simple y eficaz a través de insertar algunos elementos escénicos distintivos y claramente individuales. La dirección de Fabio Sparvoli creó movimientos fieles a la idea primaria de la ópera distinguiendo la vida real de la imaginaria. El ballet dirigido por Annarita Pascualli fue sobre la misma longitud de onda con movimientos de danzas tribales y una sinuosidad soñadora en el imaginario colectivo. Filológicos y ricos fueron los vestuarios de Alessandra Torella. Martino Faggiani fue el director del protagonista coro del Teatro Regio de Parma, apreciado en otras producciones como Payasos, tanto por su claridad coral como por la búsqueda de coloridas emociones. Muy bello fue el dueto y el terceto de llenaron de estrellas la línea y el claro fraseo de los intérpretes. Frescos y envueltos los intérpretes, infundieron delicadeza y vigor a los sentimientos de amor, casi fraterno, y a las pasiones de sentimientos, y de carne a la traición y al perdón que caracterizan la obra. En Módena el personaje de Nadir fue encomendado al joven tenor mexicano Jesús León quien ofreció una prueba de calidad, apreciada por un público que tiene la voz de Pavarotti en el corazón.  En particular en el aria “Je crois entendre” el resultado fue límpido, diamantino logrando a infundir gran sentimiento participativo y comunicativo. Leila fue interpretada por Nino Machaidze con limpio y rotundo cuerpo vocal, con interesante dúctil agilidad y segura y brillante emisión sobre una grata homogeneidad linear. Luca dall’Amico fue el bajo que dio voz al sacerdote Nourabad, que no es muy larga pero lo suficiente para externar profundidad en su timbre. Zurga fue el imponente (en físico y voz) Vincenzo Taormina quien realizó el papel con gran atención vocal y prestancia de actoral. El grato color bronceado de su voz se redondeó en los momentos de tierno sentimiento y delineó autoridad en la escena de celos. Fuerte presencia escénica que encontró exaltación al final cuando se encontró solo sobre el escenario, rico por el perdón concedido. ¡La música vence siempre!

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