Friday, December 1, 2023

Madama Butterfly en San Francisco

 

Foto: Cory Weaver

Ramón Jacques

Madama Butterfly de G. Puccini no ingresó al repertorio de la Ópera de San Francisco en 1923, año de la fundación de la compañía, sino hasta la temporada siguiente cuando se estrenó el 26 de septiembre de 1924, pero fue incluida en la temporada del centenario porque es uno de los títulos más escenificados y gustados aquí,  donde se ha presentado en  38 temporadas (al igual que dos títulos conocidos del propio compositor como: Tosca presentada también 38 temporadas y La bohème en 45, ausentes en esta ocasión). De la innumerable cantidad de funciones quienes más veces cantaron el rol principal en este escenario –entre los años 40 y 60-  fueron las sopranos  Dorothy Kirstens (estadounidense) y Licia Albanese (italiana), pero lo que marcó un significativo vínculo con el título fue que el 30 de agosto de 1953, en uno de los conciertos de verano que la compañía realizaban en un anfiteatro al aire libre, su director musical y fundador Gaetano Merola falleció en el momento en el que dirigía una escena de la ópera. En esta ocasión, la escena transporta al espectador al año 1929 donde un convaleciente y moribundo Pinkerton, herido en combate de guerra, le entrega a Trouble, su hijo adulto, un diario con sus vivencias y su paso por Japón. Es allí donde inicia la acción, que en la idea del director japonés Amon Miyamoto, intentó crear una secuencia de lo sucedido a los personajes después de la muerte de Cio Cio San, que al final, recuenta la trama original vista a través de los ojos e imaginación de Trouble, un personaje que aparece recurrentemente en cada escena y que expresa sentimientos, interpretado por el actor John Charles Quimbo. Una idea original, quizás novedosa, pero que en escena no logro desarrollarse o lograr el efecto totalmente convincente que habrá concebido el director, y que con un personaje más en cada escena, añadió un distractor, cuya presencia por momentos no concordaba con lo que sucedia en escena. Algunos puntos válidos y actuales que toca aquí la idea de Miyamoto, que se deben mencionar son: el choque de culturas, la imposición o creencia de la superioridad de algunas razas o valores sobre otros, o la discriminación a una persona por su original racial y étnico (no olvidar que Trouble es un joven mitad japonés mitad estadounidense). Todos estos conceptos forman parte de la producción escénica ideada por la Tokyo Nikikai Opera de Japón (en coproducción con la ópera Real Danesa, Semperoper Dresde y la Ópera de San Francisco) con escenografías del diseñador Boris Kudlicka, sencillas, pero llamativas, y los elegantes vestuarios del diseñador japonés Kenzō Takada, creador de la marca de moda y perfumes Kenzo, quienes le infundieron a la escena apropiado, sencillo pero sugestivo toque japonés a cada escena, con un fundamental y bien realizado trabajo en las proyecciones vistas al fondo del escenario de Bartek Macias con la iluminación de Fabio Antoci. Los dos artistas principales convencieron por su desempeño vocal y actoral comenzando por la protagonista, interpretada por la soprano coreana Karah Son que supo gestionar bien en cada registro las cualidades liricas de su voz, y con buena proyección y color supo imprimir y transmitir, tanto en su canto como en su actuación, la dulzura y el candor esencial de su joven personaje; y el tenor Michael Fabiano, como Pinkerton, que es sobresaliente para este repertorio, mostró brillantez y un tono dorado, fresco con el que cantó  con sentimiento y emoción, y en escena se movió con desenvoltura y libertad. El barítono Luchas Meacham, dio autoridad y seguridad vocal al personaje de Sharpless. Nada que reprocharle a un cantante como el, aunque cambiaria ciertos manierismos y posturas que le dan un aire de innecesaria insolencia y malicia a la caracterización de sus personajes. Buen desempeño y una voz amplia mostró la joven mezzosoprano coreana Hyona Kim; y cumplieron en cada uno de sus intervenciones el resto de sus compatriotas, el bajo-barítono Jonwon Han, como un arrogante y mordaz Bonzo, el tenor Julius Ahn como Goro, y el barítono Kidon Choi como Yamadori; así como la soprano Mirayla Sager en su interpretación de la joven y mayor Kate Pinkerton. Sólido y seguro, como siempre, estuvo el coro del teatro que dirige John Keene; así como la orquesta, una de las fortalezas de este teatro, de la que se extrañan sus ciclos y conciertos de música sinfónica, bajo la conducción de su titular Eun Sun Kim que hizo una buena lectura de la partitura con sus fluidas melodías y tonalidades orquestales.



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