Thursday, October 10, 2024

Manon Lescaut en Turín

Fotos: Simone Borrasi

Massimo Viazzo

«Manon Manon Manon» es el título del muy original proyecto que el Teatro Regio de Turín ha preparado para el mes de octubre. En una especie de tríptico inédito, en el que se podrán escuchar de manera rápida y sucesiva (y en orden cronológico inverso) las tres óperas líricas enfocadas en el personaje de Manon, ideado en el siglo XVIII por el escritor e historiador francés Antoine François Prévost, que son: Manon Lescaut de Puccini (1839), Manon de Massenet (1884) y Manon Lescaut de Auber (1856). Tres visiones complementarias de la protagonista, siendo la de Puccini la más pasional y rebelde, la de Massenet que a la vez es introspectiva y atormentada, mientras que en la de Auber era más frívola.  El trait de unión de las tres producciones es el director de escena Arnaud Bernard quien, en la búsqueda de homogeneidad y congruencia, se inspiró en tres diversas épocas del cine francés. Quizás, por casualidad, justamente aquí en Turín, es donde se encuentra uno de los Museos de Cine, absolutamente más hermosos. Manon Lescaut de Giacomo Puccini (185401925), compositor a quien el teatro Regio le ha dedicado en esta temporada un robusto homenaje al corolario de las celebraciones del centenario de su muerte, la montó en escena por primera ocasión, justo aquí en Turín, la noche del 1 de febrero de 1893, con la presencia del compositor y que fue todo un triunfo. Para el título pucciniano, el primero de este original tríptico, Bernard lo compensa con el realismo poético, la corriente cinematográfica que se desarrolló en Francia en los años 30 del siglo pasado. Por lo tanto, la ambientación jugaba mucho con el blanco y el negro, los claroscuros y mientras más avanzaba la ópera, se notaba más la intimidad del rasgo de dirección entre continuas referencias entre las proyecciones cinematográficas y las escenas en vivo.  En el fondo aparecían imágenes maravillosas de Les Enfants du Paradis (Amantes Perdidos) y Le Quai des Brumes, (El puerto dela niebla), ambas de Marcel Carné, así como La Bête humaine (La Bestia Humana) de Jean Renoir y Manon de Henri-George Clouzot para lograr una combinación entre el escenario y el cine, en general, acertada, aunque especialmente en la parte final de la ópera, la presencia de imágenes proyectadas lució tan potente (fue emocionantemente perturbador el final de la película Manon de Clouzet) que provocó una cierta desorientación en el espectador que no sabía si concentrarse más en las imágenes o en el canto.  Sin embargo, en un balance, el espectáculo estuvo equilibrado, fino en muchos puntos, y encontró una vía segura y eficiente entre la tradición y la innovación. El elenco fue elegido de manera adecuada, con Erika Grimaldi quien interpretó a Manon con voz lírica, de timbre luminoso, y dio lo mejor de sí en las piezas cerradas (arias y duetos).  El Des Grieux generoso y voluntarioso de Roberto Aronica convenció sobre todo cuando la tesitura salivaba y el canto se hacía más pasional.  Viril y extrovertido fue el Lescaut esbozado por Alessandro Luongo con voz sana y timbre rotundo. Además, fue un lujo tener a Carlo Lepore como Geronte di Revoir.  Entre los comprimarios, se puede recordar especialmente, la prueba de Didier Pieri, en el doble papel del farolero y del profesor de baile, un tenor con una voz bien timbrada y homogénea, y con una musicalidad franca. Renato Palumbo dirigió sin destellos particulares, pero fue capaz de mantener un ritmo teatral convincente, mientras que las intervenciones del Coro del Teatro Regio fueron coordinadas con atención y cuidado por UlisseTrabacchin.



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