Friday, November 22, 2024

Carmen en San Francisco

Fotos: Cory Weaver / San Francisco Opera

Ramón Jacques

Después de La Bohème de  Giacomo Puccini y de La Traviata de Giuseppe Verdi, Carmen la opéra-comique en cuatro actos, y última obra del compositor francés Georges Bizet (1838-1875), con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévyy que está basada en un cuento de Prosper Mérimée, es de acuerdo a la asociación Opera America, que agrupa a los teatros de Norteamérica, la tercera ópera más representada en los últimos años por los teatros de esta región, como probablemente lo sea también contabilizando todas las representaciones de la obra de los teatros a nivel mundial.  Después de su estreno, que se llevó a cabo en el escenario del teatro de la Opéra-Comique el 3 de marzo de 1875, a Carmen se le  llegó a considerar como un renacimiento de la ópera francesa y un retorno al lirismo, en la tradición de las óperas de Rameau, Gluck y Berlioz.  Su éxito, hizo que la obra fuera escenificada poco tiempo después en escenario estadounidense (en Nueva York en octubre de 1878). Pasaron varios años, hasta que en octubre de 1927 finalmente ingresó al repertorio de la Ópera de San Francisco, en la que fue la quinta temporada de la compañía, y desde entonces, como es de imaginarse, se escenifica con regularidad con notables repartos. Además, con Carmen, concluyó la temporada del otoño-invierno 2024, que como nunca, fue escasa en cuanto a número de títulos -apenas cuatro incluida Carmen, más la 9ª sinfonía de Beethoven en un solo concierto- pero que fue rica y atractiva desde el punto de vista musical y artístico, ya que incluyó dos títulos muy exigentes y atractivos como: Tristán e Isolda de Wagner y The Handmaid’sTale de Poul Ruders, que reseñé para esta publicación. La temporada continuará en el verano del 2005, ofreciendo solo dos títulos y una gala operística, que de ninguna manera es un numero ideal, para un teatro de la historia y la relevancia que tiene San Francisco. En cuanto a la función presenciada, la impresión que me quedó de haber visto  Carmen en un nuevo montaje, es que es una obra difícil de representar en lo actoral y en lo escénico, ya que no importa la manera en se escenifique, la época o donde se situé la acción, si se hace con una visión o enfoque diferente, apegada a la historia o de manera controvertida; lo cierto es que tanto se  publicó se le ha convencido y condicionada al público, de que trata de una trama de fuerte contexto de rigor moral en el que Carmen es una mujer sensual, se le ve como una libertina, o como un personaje original porque es libre en cuerpo y en espíritu. En ese respecto, en este escenario se han visto dos visiones distintas de la obra como, citando, por ejemplo, la de Calixto Bieito, que tiende a ser controvertida; como la del célebre director francés Jean-Pierre Ponnelle, que es clásica, apegada a lo que indica el libreto, y visualmente atractiva. En esta ocasión, se recurrió al montaje, de la directora escénica estadounidense Francesca Zambello, estrenado aquí mismo en el 2019, coproducción con la Washington National Opera, teatro del que ella es la directora artística, y que está basado en la producción escénica vista en el Covent Garden de Londres del 2006 (de la cual existe un-DVD editado por el sello Decca con Anna Caterina Antonacci, Jonas Kaufmann, bajo la conducción musical de Antonio Pappano). En su idea escénica, Zambello, intentó ir un más allá de los estereotipos siempre vistos en otros montajes, y a pesar de algunas ideas novedosas, como en el inicio, después del preludio orquestal de Bizet, cuando se abre la cortina y se ve a Don José encadenado, y llevado a la fuerza por unos oficiales, a ser encarcelado o quizás ejecutado, o la entrada de Escamillo que ocurre montando un enorme blanco caballo en el escenario, que se repite en el último acto, cuando antes de la corrida Escamillo y Carmen haciendo su entrada en el mismo caballo es. De ninguna manera se debe menospreciar el trabajo actoral, aquí visto porque aunque las ideas y movimientos de los personajes se alejaron de la sobreactuación en el desempeño de los artistas, en los que se notó naturalidad y fluidez, es difícil imaginar que los sentimientos de amor, traición, pasión, seducción y celos, que culminan en un asesinato; difícilmente puedan ser representadas en escena de una manera diferente de cómo son en realidad en la vida real, por lo que sin quererlo,  se deben retomar los clichés volviendo a un script del que parece difícil salirse; por ello, al final, pienso que Carmen -el personaje y la ópera-siempre tienen su dificultad, siempre buscando hacerla convincente, sin influir en la historia, y su verdadero éxito parece radicar en la parte orquestal, coral y en su elenco vocal.  El montaje escénico, aunque austero, tan solo algunos muros al fondo del escenario, pero con elegantes y bien confeccionados vestuarios ideados por la propia Francesca Zambello, trasladaron la escena a una Sevilla solar, radiante y mediterránea, efecto bien apoyado por la iluminación de Paul Constable y en las coreografías y bailables flamencos de Anna Maria Bruzzese.  El elenco vocal no defraudó comenzando por la notable gitana a la que dio vida la mezzosoprano suiza-francesa Eve-Maud Hubeaux, quien, en su debut escénico estadounidense dotó de personalidad, carisma y elegancia, característica poco vista en este personaje, en su manera de caracterizar su personaje. Nunca carente de sensualidad y convicción en el escenario. Cantó con seductora y sugerente tonalidad oscura, pero plena de matices y variadas coloraciones, y notable dicción, que demostró en las escenas en las que se incluyeron textos hablados. Por su parte, el tenor Jonathan Tetelman, mostró explosividad vocal con la emisión de seguros y brillantes agudos, y cualidades que hicieron que su voz fuera apropiada para el personaje de Don José. También debutando en un escenario estadounidense, la soprano Louise Alder caracterizó a una Micaela más determinada, que frágil y que gustó y convenció cantando sus arias.  Correcto estuvo el Escamillo del bajo-barítono Christian Van Horn, algo evidente con una voz importante y extensa experiencia como la que el posee.  Bien complementado estuvo el elenco conformado por jóvenes cantantes que cumplieron con aplomo en sus intervenciones y en sus personajes destacando a la soprano Arianna Rodríguez como Frasquita, a la mezzosoprano Nikola Printz como Mercedes, y al tenor Christopher Oglesby como Dancaïre. En cualquier función de este teatro, su fortaleza siempre está en sus cuerpos estables como el coro que dirige el maestro John Keene, que mostró fortaleza, entereza cuando tuvo que participar, así como su orquesta que mostro intensidad, ímpetu y musicalidad para darle viveza a la partitura, bajo la entusiasta lectura y segura conducción del joven director de orquesta Benjamin Manis, curtido principalmente dirigiendo diversos repertorios y producciones en la Ópera de Houston.




No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.