Ramón Jacques
A pesar de que en Estados Unidos existe una gran cantidad de canciones de navidad o “christmas carols” la tradición y creación del oratorio, como forma de unión entre la música con la fe cristiana de esa época del año, es realmente escasa. John Adams, el compositor americano más respetado en la actualidad, ha comenzado a cambiar esta situación adaptando temas cristianos para describir ciertas actitudes culturales de la última década. Una de ellas, fue el arribo del año 2000, que para muchos significó el inició de una nueva época de salvación y para otros la posibilidad de una gran catástrofe. Por ello, cuando Adams aceptó la comisión que le ofreció el Théâtre du Châtelet de Paris para componer una obra sobre el inicio del nuevo milenio, eligió contar las historias de la navidad, y de un nacimiento, que captaban su idea del temor a las puertas de un prometedor inició, lo que dio origen al oratorio El Niño. En vez de basarse en algún texto del Nuevo Testamento, Adams y su habitual colaborador Peter Sellars crearon un libreto bilingüe (en español e ingles) basado principalmente en las poesías en lengua española, de la celebre poetisa mexicana Rosario Castellanos (1925-1974) y de Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695), la dramaturga mexicana mas importante del siglo XVII, así como en otras referencias literarias y bíblicas en lengua inglesa. Esta combinación de voces sagradas y seculares, que cruzan diferentes fronteras de tiempo y políticas, reconciliando diversas dualidades, representa la esperanza para el nuevo milenio, narrada siempre desde el punto de vista femenino. La colorida y variada orquestación, conformada por 24 partes diferentes que van fluyendo con sutileza o con fuerza, es moderna, con influencia del género “minimalista”, de consonante armonía, y en el que se percibe una sutil incorporación de tonalidades pertenecientes a la música, medieval, folk mexicano y americano, jazz y de la música de navideña americana. Al tratarse de la primera representación (en versión concierto) de la obra en el Carnegie Hall de Nueva York, y con la presencia de Adams en la dirección musical, el evento generó muchas expectativas en el ambiente musical local. Al frente de la brillante Orchestra of St. Luke’s, grupo de cámara de Nueva York, el propio compositor realizó una lectura segura y atenta a cada detalle en la que exaltó la textura y la delicadeza de la serena orquestación, permitiendo ciertas libertades interpretativas a la sección de cuerdas, a un armonioso trombón, o al solo final de guitarra con el que concluye la obra, acompañando a un coro de voces infantiles (The Brooklyn Youth Chorus). Notable desempeño tuvo también el coro Westminster Symphonic Chorus. La soprano Dawn Upshaw, única cantante que participó en el estreno mundial de la obra en Paris, logró revestir sus textos cantables con una exuberante y suave claridad vocal, muy comunicativa en su “Magnificat” y efusiva en el “Memorial de Tlatelolco” (de Castellanos) cantado en español. Michelle DeYoung, (mezzosoprano) fue mas intensa en su cantó, con potente y forzada emisión, sobretodo en la trascendental parte, “La Anunciación” donde su dicción española fue poco clara. La potente voz del bajo barítono Eric Owens, fue penetrante pero demasiado corpulenta al interpretar: “Joseph’s Dream” y etérea en el trío (con soprano y mezzo soprano) “Se habla de Gabriel”. Muy melodiosa y dulce fue la participación del “ensamble masculino”, una especie de trío angelical compuesto por tres contratenores, que acompañó y sirvió de fondo a las voces solistas durante sus arias, dúos y tríos.
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