Ramón Jacques
Los tres personajes principales femeninos en “Il Trittico” de Puccini poseen cualidades actorales y vocales tan diversas que en la actualidad es poco común ver a una sola cantante interpretar a los tres en una sola representación. Pero esta situación ocurrió en la reciente reposición de esta trilogía operística en el Metropolitan, con la soprano americana Patricia Racette, quien posee las optimas cualidades vocalides y los dotes artisticos necesarios para interpretar a los personajes dramáticos puccinianos (como ya lo ha hecho en el pasado con Manon Lescaut, Tosca, y con el que se ha convertido en su especialidad Madama Butterfly). Vocalmente el color de su timbre es grato, y su voz es homogénea en cada registro. Esta situación quedo mejor evidenciada en su convincente interpretación de Suor Angelica, donde se le notó completamente involucrada con el personaje y donde su técnica vocal se mostró más segura y efectiva, particularmente en el aria “Senza mamma” donde pudo comunicar sentimientos y conmover. Por otra parte, su Giorgietta, fue solo correcta en lo vocal y lo escénico, y su Lauretta fue discreta, porque aquí su voz sonó pesada y por que mostró evidentes señas de fatiga. En Il Tabarro, participaron tambien: el tenor Salvatore Licitra, quien dio vida a un viril y autoritario Luigi con robusta entonación y volumen en su canto; y el barítono Željko Lučić que como Michele apostó solo por la fuerza y violencia de su emisión. La mezzosoprano Stephanie Blythe tuvo una destacada y generosa participación como Frugola. (Así como también lo hizo interpretando correctamente a la princesa en Suor Angelica y a Zita en Gianni Schicchi).
En la opera Gianni Schicchi, el papel estelar fue encomendado a Alessandro Corbelli quien dio vida a un divertido charlatán, porque es un cantante apto para este tipo de papeles, por su habitual carácter burlesco y jovial, y por su canto uniforme y pastoso. El tenor Saimir Pirgu, tuvo un esplendido debut en el Met como Rinuccio, por su luminosa y lírica voz de grato y calido timbre, elegante en el fraseo y la proyección. En escena se mostró artísticamente activo, dinámico y actuó con naturalidad. En el podio, Stefano Ranzani, concertó con gusto y entusiasmo, extrayendo la musicalidad y la tensión contenida en la partitura con mano segura. Finalmente un reconocimiento a la producción escénica, vista por primera vez en este escenario en el 2007, de Jack O’Brien (director de escena) y Douglas Schmidt (diseñador) que fue una majestuosa estampa llena de realismo, que ocupó todo el enorme espacio escénico del teatro, y que situó las tres operas en el siglo XX. Fue agradable ver el enorme barco al lado del río Sena, con Paris al fondo en Il Tabarro; el monasterio de Suor Angelica; y la opulenta mansión de Buoso Donati, con Florencia al fondo, en Gianni Schicchi. Esta costumbre de presentar producciones escénicas enormes y vistosas corresponde al Metropolitan de administraciones pasadas, y que desafortunadamente va a ir desapareciendo lentamente.
En la opera Gianni Schicchi, el papel estelar fue encomendado a Alessandro Corbelli quien dio vida a un divertido charlatán, porque es un cantante apto para este tipo de papeles, por su habitual carácter burlesco y jovial, y por su canto uniforme y pastoso. El tenor Saimir Pirgu, tuvo un esplendido debut en el Met como Rinuccio, por su luminosa y lírica voz de grato y calido timbre, elegante en el fraseo y la proyección. En escena se mostró artísticamente activo, dinámico y actuó con naturalidad. En el podio, Stefano Ranzani, concertó con gusto y entusiasmo, extrayendo la musicalidad y la tensión contenida en la partitura con mano segura. Finalmente un reconocimiento a la producción escénica, vista por primera vez en este escenario en el 2007, de Jack O’Brien (director de escena) y Douglas Schmidt (diseñador) que fue una majestuosa estampa llena de realismo, que ocupó todo el enorme espacio escénico del teatro, y que situó las tres operas en el siglo XX. Fue agradable ver el enorme barco al lado del río Sena, con Paris al fondo en Il Tabarro; el monasterio de Suor Angelica; y la opulenta mansión de Buoso Donati, con Florencia al fondo, en Gianni Schicchi. Esta costumbre de presentar producciones escénicas enormes y vistosas corresponde al Metropolitan de administraciones pasadas, y que desafortunadamente va a ir desapareciendo lentamente.
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