Foto: Marty Sohl/Metropolitan Opera.
Luca Pisaroni, Danielle de Niese, Isabel Leonard
Ramón Jacques
Se dice fácil, pero asistir a la representación numero 451 de Le Nozze di Figaro en el Metropolitan, significa muchas funciones maravillosas, otras no tanto, arduo trabajo y seguramente una colección de los mejores cantantes, directores de orquesta y escena de opera que hayan existido. Con el arribo de Peter Gelb, a la dirección del teatro la tendencia ha sido la de renovar las producciones escénicas dándoles una visión mas moderna, austera y hasta, polémica. Por lo tanto, la producción escénica de Jonathan Miller, utilizada en esta representación, es una de las pocas puestas de escena tradicionalistas que aun permanecen en el activo del teatro, y que con seguridad esta va a desaparecer en el futuro. Sin importar que haya sido estrenada en 1998, aun preserva: su atractivo visual, majestuosidad, opulencia y elegancia de su diseñó, vestuarios y en el brillante manejo de la iluminación. La concepción de Miller es directa, ya que mantiene la historia en estricto apego a la visión y las costumbres del siglo 18, y permite a la partitura musical contar la subversiva historia a la manera que probablemente Mozart lo pretendía. De la dirección escénica encargó Gregory Keller, quien permitió a los actores desenvolverse con naturalidad, de manera sencilla y con justa comicidad.
El elenco vocal se mostró homogéneo y sólido en lo vocal y en la actuación. El barítono Luca Pisaroni cantó su papel con grato color de timbre, voz de robusta y uniforme proyección, impecable en la dicción dando vida a un extrovertido y expresivo Fígaro. Danielle de Niese creó una persuasiva Susanna, juguetona y coqueta, con voz de timbre lírico, ligero y muy ágil. La mezzosoprano Isabel Leonard, dio vida y alegría al personaje de Cherubino, con su voz de interesante y peculiar tono oscuro y dúctil.
El Conde Almaviva fue interpretado por el francés Ludovic Tézier, y su caracterización fue la de un arrogante personaje, algo rígido por momentos en escena, pero que cantó con impecable línea de canto y atractiva musicalidad. Como la Condesa, Annette Dasch mostró distinción, elegante aspecto, y cantó sus arias con seguridad y sutileza.
De los personajes menos importantes, notables fueron las intervenciones de la legendaria mezzosoprano irlandesa Ann Murray como Marcellina, John Del Carlo como Bartolo, Greg Fedderly como Don Basilio, y buen trabajo realizó el coro.
Fabio Luisi, condujo a la orquesta poniendo énfasis en los momentos más musicales y dinámicos contenidos en la partitura, poniendo siempre en primer plano la música de Mozart y con consideración por las voces.
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