Ramón Jacques
Les Violons du Roy es la orquesta de cámara más importante de la región de Québec. Fundada en 1984, por su director titular Bernard Labadie, la orquesta adoptó su nombre de la reconocida orquesta de cuerdas de Jean Baptiste Lully, que tocaba en la corte de los reyes de Francia del siglo XVII. A pesar de que el ensamble ejecuta un amplio repertorio de piezas con instrumentos modernos, el barroco lo hace utilizando replicas de arcos antiguos, buscando siempre la manera estilística, el fraseo, y las practicas de interpretación mas parecidas a las de esa era musical. Como parte de su tournée por Norteamérica (que incluyó a ciudades como: Montreal, Québec y Los Ángeles) la orquesta realizó una presentación en la mítica sala de conciertos del Carnegie Hall de Nueva York, donde ofreció una sublime versión del conocido oratorio El Mesías de Handel. Musicalmente, la orquesta produjo una calida y homogénea armonía basada en la ligereza y airosa sonoridad de su lucida sección de violines, y acompañamiento de clavecín, que fue muy dinámica y tenue, cuando fue necesario. Labadie dirigió su orquesta son entusiasmo y habilidad, y de su incisiva baqueta emanaron las límpidas texturas, vitalidad, y la variedad de la orquestación de Handel. Las partes corales fueron encomendadas a La Chapelle de Québec, agrupación fundada también por el propio Labadie en 1985, y que demostró ser un coro muy “vertiginoso” de amplia unidad y cohesión en cada intervención, destacando su “Glory to God”, que fue acompañado de unas trompetas desde la parte mas alta del escenario, con una resonancia evocadora de la “música acuática” del compositor”, el alegrísimo “All we like sheep”, y como en todo concierto del Mesías, en la parte mas emotiva y jubilosa del “Allelujah”. El contratenor David Daniels, cantó de manera autoritaria y con suntuosa y oscura tonalidad vocal, teniendo su mejor momento en el aria “O thou that tellest” acompañado del coro, así como en la solemne “He was despised“. La soprano galesa Rosemary Joshua, ofreció conmovedora sensibilidad y admirable agilidad y dicción en todas sus partes, notablemente en “Rejoyce greatly”. La tendencia a opacarse y la escasa emisión en la voz del tenor lírico Alan Bennett, privaron su prestación de sentimentalismo y efectividad, y la voz del bajo-barítono Andrew Foster Williams emitió un sonido pesado, y por momentos alejado del estilo.
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