Foto: F. Parezan Trieste
!!!Viva Italia entre locura y resurgimiento!!! Coproduccion con el Teatro dell’Opera di Roma y el Liceu di Barcellona.
Giosetta Guerra
La locura de la libertad agitaba al pueblo del siglo diecinueve, y la locura pura movía a los hombres del poder a destruir las riquezas culturales del propio país. Esto es lo que quiso decir el director Ruggero Cappuccio ambientando La Battaglia di Legnano, opera del resurgimiento de Verdi, en un deposito de objetos de arte abandonados. La única esperanza son los restauradores capaces de retocar los bellos cuadros (escenografías y vestuarios de Carlo Savi, y luces de Nino Napoletano). Pero, ¿Quién será el restaurador del patrimonio actual de Italia? Desafortunadamente la preocupación de hacer creíble esta metáfora distrajo al director del espíritu de resurgimiento de la opera, quien resultó haciendo una dirección estática y alejada de la tinta de la partitura. En el plano vocal, Dimitra Theodossiu, debutando el papel, delineó una Lida apesadumbrada y resignada, con una línea de canto muy pura y melodioso, inundada de sensibles pianisimos y penetrantes filados en las páginas de dolor y lirismo (sublime en la plegaria, de gran impacto dramático cantada en el filo y con voz también en las notas agudas). Diseñó también una Lida apasionada y ardiente con voz segura y rica de armónicos siembre hacia el fiato, sonidos densos y rotundos en el centro y en los graves, agudos fulminantes y agilidad de fuerza en las paginas mas virtuosas. ¡Una verdadera heroína del melodrama dramático! Andrew Richards, con fiero portamento y tono seguro, debutó con fuerza el valeroso y audaz papel de Arrigo. La voz robusta y de buena pasta, radiosa en el squillo, salió hacia los agudos extremos en la explosión de desdeño y de ardor y se suavizó en los fascinantes abandonos melódicos. El tenor pronunció claramente la palabra escénica con acento heroico y vigoroso, y con clara dicción. Elegiaco y conmovedor en la escena final de muerte. Leonardo López Linares (Rolando, marido de Lida y amigo de Arrigo) mostró un bueno modo de ofrecer una voz importante, extensa y de gran volumen. El fraseo fue apropiado, el acento estuvo bien marcado, y el canto en mascara, por demás audaz, y en ocasiones furioso, pero el barítono sabe cantar y usó la voz con suavidad en las paginas cargadas de pathos. El bajo Enrico Giuseppe Iori delineó un imponente Barbarossa con un medio vocal impresionante y con acento seguro y vigoroso. Insinuante estuvo el Marcovaldo del barítono Giovanni Guagliardo. Sharon Pierfederici (Imelda) mostró una voz insegura y tremulante; y débil estuvo el Araldo del tenor Alessandro De Angelis. Timbrados los bajos Francesco Musinu y Federico Benetti (Cónsul de Milán), Nicola Pascoli (Escudero) y Gabriela Sagona (gobernador de Como). Buena fue la prueba del coro dirigido por Paolo Vero, y la Orquesta del teatro Verdi, guiada por Boris Brott, alternó momentos vigorosos en momentos absortos y otros de puro acompañamiento de las voces. Muy bella y bien ejecutada estuvo la obertura. Formas y épocas diversas para los vestuarios: impermeables y abrigos para el pueblo, vestidos largos para Lida, antiguos para los hombres, excepto para Arrigo, quien vistió pantalones negros, botas con tacones y una fulgurante camisa blanca manchada de sangre al final.
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