Foto: Keith Ian Polakoff
Duke Ellington, el famoso compositor,
director de orquesta y pianista de jazz o “música
americana” como la llamaba él y a la que le dio un sonido propio, influenciando
a muchos con sus más de 20,000 representaciones y sus más de 3,000
composiciones, contaba con un secreto: la creación de Quennie Pie su opera cómica.
La obra mezcla el sonido de las big bands,
con ingeniosos textos y un lenguaje musical influenciado por la opera, el jazz
y el teatro musical. La trama fue inspirada en la vida de Madame C J. Walker, la
primera mujer afroamericana millonaria dueña de su propia marca de cosméticos. Al
momento de la muerte del compositor en 1974, la opera quedo inconclusa y desde
entonces se han realizado diversas versiones, pero la Long Beach Opera eligió
iniciar su nueva temporada con esta poco conocida e interpretada opera,
en la versión que la libretista original del proyecto, Betty McGettingen creó en el 2009 para la universidad de Austin, y que es la que más se acerca a la
versión que quería Ellington. La historia se sitúa en Harlem en 1930 y versa
sobre la rivalidad entre dos mujeres por controlar por controlar la industria
de los cosméticos: Queenie Pie, mujer madura de piel oscura y Café O’Olay joven
y bella criolla. La obra aborda además de una manera sutil diferencias sociales
y raciales de la época. El director de escena Ken Roht, se enfocó mas
en dar un enfoque de musical más que de ópera, con mayor libertad escénica y
dinámicas coreografías a un ensamble de 10 bailarines y cantantes, que evocaban
el Cotton Club de Ellington y que hicieron que la función transcurriera con
fluidez y comicidad. En el fondo pocos
elementos, algunas pinturas y elegantes vestuarios de época crearon el ambiente
escénico. La música del foso de la Los Ángeles Jazz Orchestra Unlimited, habló
por sí sola, con la incomparable, multifacética sensualidad musical y profusos
metales del jazz de Ellington bajo la conducción de Jeffrey Lindberg, titular de la Chicago Jazz Orchestra. El papel de Quennie Pie fue interpretado con
encanto y gracia en la voz y actuación de Karen
Marie Richardson. Anna Bowden
cantó su parte con Café O’lay sentimiento y lirismo; y Keitophen Gipson, causante de la rivalidad, interpretó un correcto
Holt Fay. RJ
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